Tuesday, July 31, 2012

Las olimpiadas de la vida: entrenados para la supervivencia.

Abebe Bikila, antiguo pastor de cabras, fue convocado a las olimpiadas de Roma de 1960 a última hora, por lo que llegó tarde al reparto de zapatillas. Al no encontrar unas que le quedaran cómodas, tomó una inédita decisión: correría los 42.195 metros descalzo, tal como había entrenado durante toda su vida.

Cuando pasó por el obelisco de Axum, robado por la Italia fascista desde su tierra natal, Abebe apretó para llegar primero a la meta. Y así, el más humilde de los deportistas, ganó la maratón, batió un récord mundial y fue el primer africano en colgarse una medalla de oro.

La ONG Survival nos revela algunas de las habilidades asombrosas de los pueblos del mundo, de los arqueros awá del Amazonas a los buzos Bajau de Borneo y los tarahumaras corredores de larga distancia del noroeste de México. Por supervivencia:

Foto © James Morgan (http://jamesmorganphotography.co.uk) / Survival

La gente Bajau de Sabah, Sulawesi, puede libremente sumergirse hasta 20 metros de profundidad para la caza de peces, perlas y pepinos de mar en el fondo del mar.

Conocido como "gitanos del mar ', el Bajau pasa la mayor parte de su vida en el mar y pueden contener la respiración durante un máximo de tres minutos.

Los científicos han descubierto que pasan hasta el 60% del tiempo en el agua, un tiempo casi tan largo como el de una nutria.

Imagen © Fiona Watson / Survival
Se mueven a través de la selva por la noche, con antorchas hechas de resina.
El pueblo Awá de la Amazonía brasileña, la tribu más amenazados de la Tierra, son arqueros expertos.
Cazan con arcos de hasta 1,85 metros de largo y llevan un haz de flechas hechas de bambú, fibra de palma, resina de los árboles y plumas de aves. Puntas de flecha varían en forma y tamaño de acuerdo con el tipo de presa.

A la espera de los monos aulladores, los cazadores se sientan en las ramas de los árboles de hasta 30 metros del suelo. Las flechas se tiran al objetivo desde esta altura vertiginosa.



Foto © Mario Gerth / Survival
Para el Hamar, una tribu del valle inferior del Omo, en Etiopía, la capacidad de saltar por encima de una línea de ganado capacita a un hombre para casarse, tener su propio ganado y tener hijos.

Antes de saltar, la cabeza del hombre se afeita parcialmente y su cuerpo se unta con estiércol, al igual que el ganado, para garantizar su deslizamiento. El incumplimiento de saltar a través de la línea de los toros y las vacas pueden traer la vergüenza, aunque se permiten nuevos intentos.


Imagen © Cat Vinton (http://www.catvphotography.co.uk) / Survival
"El océano es nuestro universo", dijo Hook Suriyan Katale, un hombre moken de las islas de Surin. Los moken semi-nómadas, que viven en el archipiélago de Mergui en el mar de Andaman, son capaces de nadar antes de aprender a caminar.

Un reciente estudio científico realizado por la Universidad de Lund de Suecia, mostró que la vista de los niños moken es un 50% más poderoso que el de los niños europeos.
Durante cientos de años han desarrollado la habilidad única de enfocar sus ojos bajo el agua por el uso de sus habilidades visuales para bucear en busca de comida en el fondo del mar, por lo tanto se extiende la eficacia de sus ojos a los límites de lo humanamente posible.

Imagen © Jay Dunn (www.MexicoCulturalCalendar.com/ Survival)

En los cañones, montañas y desiertos de la Sierra Madre de México, la resistencia es una forma de vida de los rarámuri o tarahumaras. El nombre de rarámuri, de hecho, se cree que significa "los que corren rápido".

El juego más popular Tarahumara es ŕarajípar, o carreras de pelota, en el que los hombres corren golpeando una bola de madera con los pies. Puede durar 48 horas, cubriendo una distancia de entre 150-300 kilómetrossobre terreno de gran altitud.


Imagen © Jeanne Herbert
En el sur de Papúa, a unos pocos grados al sur del ecuador, no hay caminos en el pueblo costero de los Asmat semi-nómadas.

Como resultado, el Asmat ha utilizado durante mucho tiempo las canoas para viajar a lo largo de la extensa red de ríos profundos y anchos que se cruzan a través de su selva tropical.


Los piragüistas impulsan y dirigen de pie las embarcaciones al mismo tiempo; la habilidad consiste en mantener el equilibrio mientras sumergen largas varas de tres picos y reman con ellas a través de las aguas revueltas, una tarea especialmente ardua y peligrosa cuando se generan corrientes cruzadas por los ríos que desembocan en el mar de Arafura.


Los mongoles se definen como las personas de los cinco animales: caballos, ovejas, cabras, camellos y ganado. Los caballos son muy apreciadas por encima de todos los demás (un caballo tiene tradicionalmente el valor de diez cabras) y siguen siendo una parte integral de la vida nómada.

Sus habilidades ecuestres son excepcionales, a los niños se les enseña a trotar tan pronto como comienzan a andar.

Durante el festival Naadam, chicos desde los 5 años de edad
trotan a pelo y sin zapatos en las carreras de caballos de hasta 30 kilómetros a través de la estepa de Mongolia .



"Pasé 30 años viviendo entre el pueblo Chincherro y había escuchado de un evento en el que siempre quise participar. Una vez al año, el niño más rápido de cada caserío tiene el honor de convertirse en mujer. Durante un día usa la ropa de su hermana y se convierte en un travesti llamado "waylaka". Y durante ese día, guía a todos los hombres sanos en una carrera: empiezas a 3.500 metros y corres descendiendo hasta la base de la montaña sagrada, Antkilka. Luego corres ascendiendo hasta 4.500 metros de altura, bajas 1.000 metros, y vuelves a subir en el curso de 24 horas. Y por supuesto, el Waylakamaspin, la trayectoria de la ruta, está marcada con montículos de tierra sagradas donde se ofrece coca a la tierra y sorbos de alcohol al viento. La metáfora es clara: entras en la montaña como un individuo, pero mediante agotamiento, mediante sacrificio, emerges como una comunidad que una vez más ha reafirmado su sentido de pertenencia en el planeta." 
Wade Davis, antropólogo.


Las habilidades asombrosas de los diversos pueblos del mundo no sólo son una medida sobre qué tan rápido, alto y fuerte podemos ser como seres humanos, sino un indicador de la extraordinaria diversidad de la humanidad. A medida que el mundo occidental está cada vez más homogeneizado, sedentario y divorciado de la naturaleza, muchos otros han prosperado durante miles de generaciones dependiendo únicamente de sus propios recursos y sus formas de vida, que dependen de sus ambientes naturales. Demuestran que son ágiles, adaptables y con muchos recursos. En resumen, lo que es ser humano.



En 1904 los Juegos Olímpicos tuvieron lugar en San Luis. Varios pueblos indígenas, desde los igorrotes de Filipinas y los pigmeos del Congo a los indígenas americanos estuvieron presentes como parte de "zoológicos humanos". Estas personas participaron en un simulacro de los Juegos Olímpicos con juegos como lanzamiento de peso, correr 100 yardas y salto de altura y otros eventos más "salvajes" como trepar a los árboles y lanzamiento en el barro. El propósito de estos juegos era supuestamente recopilar datos antropológicos para efectos de comparación, con el supuesto subyacente de que apoyaría a las ideas de la supremacía blanca. 
El escritor Eduardo Galeano cuenta:

Prehistoria olímpica

"Un aplaudido desfile antropológico abrió los juegos olímpicos de 1904, en la ciudad norteamericana de Saint Louis.

Desfilaron los negros, los indígenas, los chinos, los enanos y las mujeres.

Ninguno de ellos pudo participar en las competencias atléticas, que comenzaron al día siguiente y duraron cinco meses.

Fred Lorz, blanco y macho, gano la maratón, que era la competencia más popular. Poco después se supo que había corrido la mitad del circuito en el automóvil de un amigo.

Ésa fue la última trampa olímpica ajena a la industria química.

Desde entonces, el mundo deportivo se modernizó.

Ya los atletas no compiten solos. Con ellos compiten también las farmacias que contienen."



Fuentes:

Saturday, July 28, 2012

Niños del desierto, niños de ciudad: la educación Tuareg (2).


El lujo del chantaje.

Me hizo mucha gracia un día oír a un niño decir a su madre:
-Si no me das caramelos, no ceno.
La madre no mordió el cebo. Sin embargo, este tipo de método para obtener algo jamás se me había pasado por la cabeza. Si un niño no cena en Francia, no tiene nada de grave. Ya cenará mañana. En el desierto, nunca se sabe de qué estará hecho el mañana y por ello no se juega con lo que se da vida. Un tuareg en huelga de hambre es algo grave. Todo cuenta cuando se vive al filo de la navaja.

El frigorífico materno.

El frigorífico es el alma de muchos hogares franceses. Una de las primeras cosas que hace un niño al volver a la escuela es abrirlo, no solo para comer, sino para sentirse seguro. Es en Francia donde he descubierto hasta qué punto la comida puede tener un valor afectivo. Un niño nómada jamás comprueba si el saco de provisiones está lleno. Lo importante es que haya comido. Un occidental teme saltarse una comida porque desconoce lo que es el hambre, y vivirá esa comida como si hubiese sido un abandono. Los tuaregs no nos sentimos conectados con el saco de provisiones sino con el destino que nos empuja. Nuestro alimento es interior y, cuando no basta, nos entregamos al mektoub, el destino.

Padres amedrentados.

El miedo de los padres no ayuda al crecimiento de los hijos
. Paul, con seis 
años, volvió a casa sólo al salir de la escuela. La madre, cuando fue a buscarlo y no le vio, asustadísima llamó a la policía. Al entrar a casa, le encontraron jugando en el jardín. Dijo que había vuelto solo porque "quería hacerse mayor". Fue severamente castigado. Abdorhamane tenía siete años y estaba en la escuela del desierto. Sin decir nada a nadie, una buena mañana se calzó sus zapatos y se largó a su casa, a unos 10 kilómetros. Su padre se sintió feliz de ver llegar a su hijo y orgulloso de saberlo tan responsable. A pesar de la intranquilidad, lo principal era que había llegado. Al igual que Paul, quería hacerse mayor.

Los niños desbordados.

En París, los niños se ven saturados por una enorme cantidad de actividades impuestas por sus propios padres. Afectados estos por la angustia del vacío, se la transmiten a sus hijos. Hay que rellenar el tiempo a toda prisa. He conocido a niños que llevaban a cabo tres actividades diferentes cada día. Se divierten en cadena. No les queda tiempo para el ocio, la imaginación ni la lectura. Los niños no entran en el ritmo del tiempo, sino que son ellos los que se lo marcan. Al margen de la escuela, los niños del desierto eligen lo que hacen sin dar cuenta a los padres. Nunca se ve obligado a descubrir otras dimensiones ajenas a su naturaleza. Entre nosotros, es esencial que el niño viva su propio tiempo.

El valor de las cosas.

Para un niño del desierto, todos los objetos son preciosos y únicos. Recuerdo aquella cuchara de madera de mi madre que guardaba como si fuese un tesoro: no tenía valor alguno, pero sólo teníamos una y sin ella no podíamos cocinar. En Francia, el objeto carece de valor, los niños no necesitan hacer ningún esfuerzo para merecer lo que poseen. Cada vez que veo algún niño tirar sin escrúpulos su plato al cubo de basura, mi corazón sufre un vuelco. ¿Cómo explicarle que todo cuenta, que todo lo que nos trae la vida merece cierta consideración?

Hijos del silencio.

Un niño puede, en el desierto, pasarse las horas sin decir nada.Vive lo imaginario sin la ayuda de imágenes y no cuenta con muchas ocasiones de salir de sí mismo ni de su universo cotidiano. Su televisión es el horizonte. La lejanía es el único refugio de sus sueños, y el silencio, su vehículo. No se le oye jugar. En Francia, los niños nacen y crecen en el ruido, que les proporciona seguridad. Para ellos, el silencio es como esa noche tan negra que aterroriza a los niños. El vacío les inquieta. ¿Cómo enseñarles que el silencio es presencia?

Un mundo a su imagen.

En Francia, el universo del niño está moldeado a su imagen. Los juguetes, el entorno está moldeado a su imaginación. Las aulas están llenas de adornos, dibujos y colores. Más me extrañó la riqueza de los parques de atracciones. No tenía ni la menor idea de que se pudiese gastar tanta energía en crear un mundo ideal para los niños. El niño del desierto se construye él solo su mundo ideal. Nadie crea ni construye nada para él y tiene que evolucionar en un mundo hostil. Él mismo tiene que crear sus sueños. Como contrapartida, tiene dificultades para salir de su propio mundo. La sencillez es el apoyo más grande con que cuenta la inventiva.


La droga del escape.

La facilidad mata la vista; eso sí, la educa. Durante un largo viaje por el sur de Francia, vi a unos niños extremadamente tranquilos porque se pasaron todo el viaje jugando con su Game Boy. Cruzamos maravillosos paisajes y ni miraban de reojo la ventanilla. Y es que es más fácil zambullirnos en un universo que se parece a nosotros que permitir que nuestro espíritu sueñe por sí mismo. En Occidente, hay que escapar todo el tiempo y al precio que sea.
Nosotros no tenemos elección; la naturaleza nos envuelve. No podemos escapar de su mensaje, nos pone a prueba física y mentalmente. Vivimos en un mundo cerrado, pero no nos cerramos al mundo que tenemos dentro de nosotros mismos. Mientras, los occidentales habitan un mundo abierto al exterior, pero se cierran a sí mismos.  
Hay que lanzarse de cabeza a la vida. 
Lo virtual jamás tendrá la potencia de lo imaginario ni de la realidad. 

En el desierto no hay atascos, 
¿y sabes por qué? 
¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!


Poesía de una madre a sus dos hijos:

A mis amores,
Mis ojos os ven cuando todo enmudece y duerme.
Vuestras palabras suenan como melodías en el fondo de mi corazón.
Vuestro olor permanece siempre en las ventanas de mi nariz porque nada ha podido borrarlo. 
Vuestro recuerdos son las dunas y montañas del valle de mi memoria.

Os habéis ido en busca del saber. Volved con él a mí.

Que el tiempo que hace avanzar la caravana del destino nos conceda una pausa. Será cuando cantemos al crepúsculo y dancemos toda la noche.

Douya.

Poema de un alumno a su madre:

Viento, tú que transportas la arena, lleva estas palabras a mi madre. Dile que me acuerdo de ella, de mi hermana, de mi cabra, de mi acacia y de mi duna. Me ocupo de cabras nuevas: las letras; de otros dromedarios: los números; de otras canciones: recitar lo aprendido en mis lecciones. 
¿Sabes? Entre nosotros, es el abuelo quien cuenta el pasado, y tú el presente, pero nadie conoce el futuro. En la escuela, tengo que describir el pasado, el presente y el futuro. Se llama conjugación.

Hay tantas otras cosas que no puedo describirte...

Incluso si el saber se convierte en una carga, lo cogeré e iré a verte.
Pero mira, aprendo un poco e iré a verte, porque cuento con tener un puesto en el futuro.

Aunque sea pequeño.

Targaïda.

Fuentes:

"Los niños del desierto" Moussa Ag Assarid, Ibrahim Ag Assarid.
http://www.elblogalternativo.com/2009/08/26/tu-tienes-reloj-yo-tengo-tiempo-entrevista-al-tuareg-moussa-ag-assarid/

Friday, July 27, 2012

Niños del desierto, niños de ciudad: la educación Tuareg (1)

"Los tuareg solemos decir que la vejez ha conocido la juventud, pero que ésta no sabe nada de la vejez." Moussa Ag Assarid.


Moussa preside la asociación ENNOR France para la escolarización de los nómadas, promotora de la Escuela del Desierto, que acoge a unos cincuenta niños tuareg en la orilla del río Níger.


Entrar en su vida por la escuela.

Asistir a un comienzo de año escolar en Francia constituye un momento difícil. Los niños lloran, sus padres gritan. Sin embargo, esos niños tienen una suerte increíble, pero ¿cómo hacer que un niño que no ha conocido el hambre comprenda que es mucho mejor para él entrar en clase que dar brincos en un parque? Se cuentan por centenares los niños del desierto que todavía sueñan con la oportunidad de aprender un día a leer y escribir. Había uno que no paraba de dar la lata a sus padres para asistir a una clase porque soñaba con subirse a una moto, a la que llamaba "camello que vomita humo". Otro asociaba la escuela de Taboye con un puñado de dátiles porque sus padres volvían siempre con dátiles del mercado de Taboye. Esta es la magia del desierto: una moto y un puñado de dátiles pueden decidir una vida.

Libres para ser responsables.

Entre los nómadas, desde que cumplen siete años, los niños son considerados seres responsables. El chico se va sólo con las cabras; la chica, a buscar agua. También nos permiten hacer algunas tonterías porque saben que la única manera de no repetirlas es sentir en nuestra propia carne lo que no nos conviene. Esta es la razón por la que todos los niños nómadas han tocado alguna vez el fuego con sus manos y han dormido sin mantas una noche de invierno. En Occidente, jamás un padre hubiese permitido que un niño pusiese la mano en el fuego. Y es que hay veces que conviene quemarse para ser responsable. Si se protege demasiado a los niños, tienen miedo de todo. En Occidente, es el temor del adulto el que crea la limitaciones. Entre nosotros, son las estructuras nacidas de la experiencia las que sirven de base a nuestro equilibrio.


Amar al maestro.

En la escuela del desierto, el papel de maestro no es sólo de enseñar a los niños a leer y escribir, sino también el de abrirles los ojos al mundo y de proporcionarles una ética de la vida. Prolonga los papeles del padre y de la madre. En Francia, al haber los padres recibido una educación, es forzoso que miren con ojos más críticos la escolarización de los hijos. En una sociedad en la que el niño es rey, desde sus primeras lágrimas, el padre suele tomar partido contra el profesor, lo que también hace que sea normal que el niño se enfrente a la autoridad. Pero también son innumerables las veces en que los estudiantes me han dicho que habían tomado un camino gracias a la aptitud de un profesor. Más que maestros, también pueden constituirse guías para aquellos que puedan verlos como sus aliados.

Aprender a defenderse.

Cuando en la escuela del desierto un niño va a ver al maestro para quejarse de un compañero que le ha hecho daño, es, para empezar, reprendido severamente. Los problemas de los niños nunca tienen nada que ver con los mayores. En Francia, y a veces en el desierto, existen padres que no se atreven a enseñar a sus hijos a defenderse solos. He visto en París a un padre que fue a ver a la salida del colegio a un niño que se había pegado con su hijo.  También en el desierto he visto a un padre quejarse por una trifulca en un partido de fútbol. Cuando su hijo vio que su padre llegaba a la escuela, hizo todo lo que pudo para impedirle hablar. Nosotros intentamos enseñar a nuestros hijos a forjarse sus propias armas. Sabemos que es la única forma de hacerles sentirse libres.

Responsables.

Los niños del desierto deben cortar muy temprano su cordón umbilical para aprender a apañárselas por sí mismos. Por ello, no es difícil ver a los niños cuidarse entre sí cuando uno de ellos resulta herido. Si, en Francia, el primer gesto de un niño que se ha herido es ir a ver a su profesor y no a su compañero, es porque no se encuentra en situación de supervivencia. Sabe que siempre tendrá un adulto para vigilarlo y protegerlo. Es esa la razón por la que el paso de los occidentales a la niñez es con tanta frecuencia doloroso. Se pegan un buen trompazo hasta que se dan cuenta que no pueden contar más que consigo mismos.

Soñar.

En el desierto no podemos soñar más que con lo que conocemos. Soñamos con dromedarios, cabras, mujeres, oasis. Pero si un elemento nuevo viene a confundir al niño, descubre, maravillado, nuevas posibilidades. Tiene la impresión de que la vida no es sino un sueño a explorar. Incluso al envejecer, conservará la facultad de sorprenderse sin cesar. Nada es debido cuando se crece sin nada. Los niños occidentales crecen en medio de una abundancia tal de vidas posibles que sus sueños son más abstractos y poseen más riqueza. La televisión, el cine, los libros, las amistades atropellan y alimentan sin cesar su imaginación. Es maravilloso y peligrosos a la vez porque corre el peligro de no maravillarse más. Por eso, se pasará el resto de su vida buscando nuevas posibilidades para volver a gozar la felicidad de sentirse maravillado.

Abrir los ojos.

En Francia, desde que son muy jóvenes, los niños son informados de lo que pasa en el mundo y se dan cuenta del universo en el que viven, evolucionan y se comprometen. ¡Cuando a los ocho años me dedicaba a contar cabras, éstos niños ya hablaban con sus padres del calentamiento del planeta! En el desierto, los niños tardan mucho en darse cuenta de la época en la que viven. A los padres les importa un bledo si los americanos han llegado o no a la Luna. No les preocupa sino el transmitir los valores a ras de suelo necesarios para su supervivencia. La infancia se siente ausente de las torpezas del mundo, y mantenemos esa burbujita de la infancia que nos protege. Nos cuesta mucho sentirnos afectados por el mundo exterior al desierto. Es una vida autosuficiente porque se contenta con poco.

Trozo de cordel.

La abundancia no enriquece la imaginación. El hecho de contar con escasos medios nos hace estar inventando todo el tiempo. En el desierto, todos los objetos tienen diferentes funciones. Todo sirve cuando no se tiene nada. Por esta razón, los niños pueden pasarse horas jugando con un trozo de cuerda y un palo. Se cansarían enseguida con las muñecas y sofisticados automóviles que se ven en Occidente, donde no hay nada que inventar porque el objeto constituye un fin en si mismo. La verdad es que a los niños occidentales les ocurre lo mismo. He visto a niños en el recreo jugando con un trozo de goma, dejando de lado los formidables regalos que habían recibido por Navidad. En esto, las enseñanzas que da el desierto son universales: el niño necesita simplicidad para que su imaginación cobre vida y se cansará enseguida del robot para volver al trozo de madera.

Aprender a sufrir.

El sufrimiento, en el desierto, forma parte de nuestra vida cotidiana. Cada vez que una madre da a luz, se está jugando la vida. Y ese niño conocerá en seguida el sufrimiento: el frío, el calor, la enfermedad, la sed.
La regla en Occidente es, sobre todo, no sufrir. Es maravilloso poder calmar el dolor, pero es también necesario. Nos refuerza y, al ponernos a prueba, nos hace crecer. No preconizo una vuelta al pasado, pero me da pena ver hasta qué punto los niños tienen miedo al dolor. La menor pupita se convierte en drama cuando debería constituirse en enseñanza.

La fuerza de afirmarse.

En Francia, el niño es rey y la vida en la familia gira alrededor suyo. Me quedé extrañadísimo cuando vi a unos padres discutir con su hijo sobre si era o no razonable que fuese a jugar al fútbol a pesar de sus pésimas notas. Entre nosotros es algo imposible. Solemos decir que la vejez ha conocido la juventud, pero que esta no sabe nada de la vejez. Por esta razón, el niño jamás se atreverá a llevar la contraria al hermano mayor o a su padre y madre. Es importante el respeto, aunque, si es demasiado abrumador, impide que afirmemos nuestra personalidad. Los jóvenes del desierto no suelen expresarse por no estar seguros de sí mismo, ni jamás hablan de sí mismos porque no han aprendido a afirmarse ni descubrir sus necesidades. Los niños pueden imponerse, pero sin faltar al respeto. Francia me lo repite todos los días.

Bebé en la arena.

Asistí un día en Montpellier a un espectáculo sorprendente: pasé el día con una madre y su bebé. Jamás había presenciado tanto ceremonial por un niño pequeño. Pañales perfumados, comidas a horas exactas, puntillosísimo equilibrio alimentario. Al menor gemido, su madre lo tomaba en brazos. Todo el santo día en un estado de febrilidad, inquietud y tensiones casi expansivas. Al final del día la madre no podía con su alma. ¿Cómo un ser tan pequeño puede desparramarse hasta convertirse en objeto de tantas preocupaciones? Cuando volví al campamento y vi a mi sobrina de dos años correr desnuda por la arena y revolcarse en ella, en las boñigas de las cabras y en las sucias aguas de la cocina, no la sentí segura. Medía la cantidad de progresos que teníamos que llevar a cabo sin sumirnos en una psicosis de salud y limpieza. Aunque sigo convencido que si vivimos demasiado protegidos, nos volvemos más frágiles.

Aprender el tiempo.

Desde su más tierna infancia, el niño encuentra los despertares matinales momentos difíciles. Sin embargo, no lo es para un tuareg. Este se levanta al amanecer y su día comienza con el sol. Al vivir el ritmo que le marca el día y la noche, ignora el sufrimiento del despertar. Vive dentro del tiempo, al ritmo de las estaciones. No existen horas, solo el alba y el crepúsculo. No llevamos inscrito en nuestro interior que la vida debe seguir rigurosamente las agujas de una esfera. En la escuela, nadie lleva reloj, los niños tienen la intuición del momento. Lo sienten. Además, el maestro no castiga por llegar tarde. El tiempo hay que tomárselo...


Continua en:
Niños del desierto, niños de ciudad: la educación tuareg (2).

Fuente: "Los niños del desierto" Moussa Ag Assarid, Ibrahim Ag Assarid.

Monday, July 23, 2012

Tu luohti o canción propia: los sami.




"A cada persona que nace se le regala una canción, uno de estos "luohti", y tradicionalmente, los títulos de estas canciones son los nombres propios de estas personas que las han recibido como regalo." 
Ángel Díaz de Rada Brun, antropólogo.

"Un estudiante me dijo un día: "Nosotros hacemos yoik, entonces nosotros recordamos, entonces nosotros somos" 
Krister Stoor, profesora de estudios sami.


"Trazos en la nieve" es un estudio de campo antropológico sobre los samis, los habitantes de Samilandia, y Ángel Díaz de Rada Brun, profesor Antropología Social y Cultural en la UNED en Madrid, es su autor. Ésta es una pequeña transcripción de una entrevista a este antropólogo, y de las palabras de algunos pastores de renos.

"Es un problema describir a esta población, porque nosotros tenemos una cierta ligereza en hablar de pueblos completos, por ejemplo "la renta en Alemania", y en antropología es común hablar de los samis o lapones, de los azande, de los sioux, y hay que pensar que todos estos nombres son etnónimos, grandes categorías étnicas que clasifican grupos humanos que dentro de ellos mismos son enormemente diversos. Los sami han tenido una gran diversidad interna, y tuvieron un proceso de colonización parecida a los indios norteamericanos, los reinos escandinavos fueron arrinconándolos hacia el norte, hacia la zona más ártica. Pero son muy diversos en cuanto a redes de parentesco, formas de susbsistencia y de comercio y en cuanto a la lengua, que se pueden distinguir hasta diez variedades lingüísticas con un tronco común, aunque ocho ya están extinguidas. El tronco común ha hecho que se hayan podido comprender de una manera fácil entre ellos. Tienen un modo de parentesco común, bilateral. Un modo de subsistencia común , adaptada a estas zonas gélidas, y una estética musical narrativa muy peculiar."

"Hay que tener en cuenta que en el casco circunpolar la distinción entre occidental y oriental se pierde, y si el globo se mira desde arriba se ve que éstas poblaciones que parecen tan lejanas (los inuit de canada, los chukchee de Siberia y los samis) son vecinos. Un dato curioso es que un modo de subsistencia de estas gentes que es el pastoreo trashumante de renos los ha hecho comunes y que incluso ha producido intercambios de parentesco por ejemplo con los inuit de Canadá y muy particularmente de Groenlandia."

"Trazos en la nieve es una muy bonita metáfora acerca de la vida social en estas zonas de nieve. El paisaje es un paisaje continuo y plano, y el único modo de orientarse, a parte de las competencias sabidas acerca del color de la nieve, de sus diferentes texturas y profundidades, es realmente seguir la huella de otro. Cuando uno va allí lo ve con toda claridad, se ve yendo de una casa a otra. Donde la tundra es inmensa y plana y el horizonte se pierde, lo que uno no debe hacer nunca allí es iniciar una nueva huella, sino seguir las huellas de otros. Y esto da una idea de lo que es un territorio socialmente compartido y lo que es la construcción social del territorio."
 
Las tiendas cónicas, llamadas lávut suelen usarse para ahumar carne. Llevan toda la vida usando estas tiendas como refugios portátiles: soportan vientos de hasta 80 kilómetros por hora, y son fáciles de transportar y montar. Originalmente, se cubrían con pieles de reno.

Del reno, lo aprovechan absolutamente todo: la carne, las vísceras, la grasa, la sangre y hasta las pezuñas. Con las astas y huesos hacen artesanía, herramientas o juguetes; con los tendones, hilo; con la piel, bolsas o ropa. Los pastores sami llaman a su oficio "boazovázzi", "los que caminan con los renos" porque en otro tiempo, cuando no habían terrenos vallados, eso era lo que hacían, seguir la marcha de los animales a pie o en trineo. "Los renos piensan con el morro, no con los ojos. Se guían por el viento" explica Nils Peder Gaup. "La naturaleza controla el tamaño de la manada, las hembras que pasan el verano ocupándose sólo de sí mismas, tiene más probabilidades de parir crías más robustas la primavera siguiente" afirma.

El antropólogo Diaz de Rada cuenta sobre "La historia de la música sami tradicional, los luohti, que es sólo vocal, es que cada persona que nace en Samilandia (que es un territorio de población indígena europea que cubre cuatro estados: Rusia, Noruega, Suecia y Finlandia) Cada persona que nace se le regala una canción, uno de estos "luohti", y tradicionalmente, los títulos de estas canciones son los nombres propios de estas personas que las han recibido como regalo."

Los luohti son música tradicional sami, o yoik. Los pastores luteranos que convirtieron a los sami prohibieron este tipo de canto gutural, al que tildaron de música diabólica. 
En medio de la nieve, en medio del rebaño de renos, Nils Peder canta un yoik  que evoca a su esposa, Ingrid, para combatir la soledad
"Cuando canto un yoik, recuerdo lo que he visto, y recuerdo que no estoy solo", dice. 

Krister Stoor, del departamento de estudios sami, en la universidad de Umea, lo explica:

"Hacer yoik es vivir. Vivir es hacer yoik dedicado a uno mismo.
Significa que el yoik reafirma la identidad de una persona. El yoik no es una canción, tampoco una historia. Es parte de una larga tradición identitaria, donde los seres humanos estamos relacionados unos con otros, con la naturaleza, con los animales. Yoik es recordar viejos tiempos. Un estudiante me dijo un día: "Nosotros hacemos yoik, entonces nosotros recordamos, entonces nosotros somos""

"Tú no haces yoik sobre una cosa,sino sobre alguien, un animal o la naturaleza. Hacer yoik es estar en contacto con alguien. Hacer un yoik luohti/vuolle a alguien es estar unido a esa persona. Recordar es también mantener y resurgir una vida; tú vives en la medida que eres recordado. Cuando tú olvidas o eres olvidado, ya no eres parte de ese círculo social, te vuelves solitario, y mueres."

"La identidad de los sami no es individual. Eres parte de algo, una familia, un área geográfica a la que estás unido y esto se verifica a través del luohti."

"Nosotros que siempre tenemos el sentimiento de ser pequeños, cuando nos sentimos aún más pequeños, somos demasiado vergonzosos para decirlo con palabras. Pero a veces esas palabras que necesitamos vienen con su propia fuerza: una nueva canción ha nacido"

Un luoghti para las que se llaman Ana Maria y otro, más modernito, para las Irene: 



Fuentes:
https://webspace.utexas.edu/jmwein/sami/yoikstoor.pdf
http://www.rtve.es/alacarta/audios/uned/uned-trazos-nieve-21-04-12/1384808/
National Geographic. Enero 2012.

Monday, July 16, 2012

El elefante de Orwell: el arte de la resistencia.

"Cuando el gran señor pasa, el campesino sabio hace una gran reverencia y silenciosamente se echa un pedo" 
Proverbio etíope.

"La sociedad es un animal muy misterioso, con muchos rostros y ocultas potencialidades, y es un signo de extrema miopía creer que el rostro que la sociedad te está presentando en un determinado momento es su único rostro verdadero. Ninguno de nosotros conoce todas las potencialidades latentes en el espíritu del pueblo”.  
Václav Havel. Intelectual y político.



George Orwell cuenta en "Shooting an Elephant" [Matar un elefante] sobre algo que le ocurrió cuando era subinspector de policía del régimen colonial en Birmania, durante los años veinte. A Orwell lo llaman para que resuelva el problema de un elefante en celo que se ha soltado y que está haciendo destrozos en el bazar. Cuando Orwell, con un fusil para matar elefantes en mano, finalmente encuentra al animal, éste, que ha matado a un hombre, está tranquilamente pastando en un arrozal y ya no representa ningún peligro para nadie. En ese momento, lo lógico sería observar al elefante por un tiempo para asegurarse de que se le ha pasado el celo. Pero la presencia de dos mil súbditos coloniales, que lo han seguido y que lo están observando, hace imposible aplicar la lógica:

"Y de pronto me di cuenta de que, a pesar de todo, yo tenía que matar al elefante. Eso era lo que la gente esperaba de mí y lo que yo tenía que hacer. Yo podía sentir sus dos mil voluntades presionándome, sin que yo pudiera hacer nada. Justo en ese momento, cuando estaba allí parado con el rifle en mis manos, me di cuenta por primera vez de cuánta falsedad e inutilidad había en el dominio del hombre blanco en Oriente. Aquí estaba yo, el hombre blanco con su rifle, enfrente de una multitud inerme de nativos: yo era supuestamente el protagonista de la obra, pero en realidad yo no era sino un títere absurdo que iba de un lado para otro según la voluntad de esos rostros amarillos que estaban detrás de mí. Me di cuenta de que cuando el hombre blanco se vuelve un tirano está destruyendo su propia libertad. Se convierte en una especie de muñeco falso, en la figura convencionalizada del sahib. 
Porque un principio de su dominio es que debe pasarse la vida tratando de impresionar a los "nativos", de tal manera que en cada crisis él tiene que hacer lo que los "nativos" esperan que él haga. Usa una máscara y su rostro tiene que identificarse con ella [...] Un sahib tiene que comportarse como sahib; tiene que mostrarse decidido, saber muy bien lo que quiere y actuar sin ambigüedad. Llegar, rifle en mano, con dos mil personas tras de mí, y luego alejarse sin haber tomado ninguna decisión, sin haber hecho nada... no, era imposible. La multitud se hubiera reído de mí. Y toda mi vida, la vida de todos los blancos en Oriente, era una larga lucha que no tenía nada de risible."

El antropólogo James C. Scott, en su libro "Los dominados y el arte de la resistencia" comenta esta anécdota, y añade: "Si la subordinación exige representar convincentemente la humildad y el respeto, la dominación también parece exigir una actuación semejante, de altanería y dominio. Pero hay dos diferencias. Si el esclavo no sigue el guión, corre el riesgo de recibir una paliza, mientras que Orwell sólo corre el riesgo de quedar en ridículo. Y otra diferencia importante es que la necesaria pose de los dominadores proviene no de sus debilidades sino de las ideas que fundamentan su poder, del tipo de argumentos con los que justifican su legitimidad. Un rey de título divino debe actuar como un dios; un rey guerrero, como un valiente general; el jefe electo de una república debe dar la apariencia de que respeta a la ciudadanía y sus opiniones; un juez debe parecer que venera la ley."

Orwell se dio cuenta de cómo los birmanos se las arreglaban para dejar entrever, casi constantemente, su desprecio por los ingleses, aunque se cuidaban de no arriesgar nunca un desafío directo mucho más peligroso:
"El sentimiento antieuropeo era muy intenso. Nadie se atrevía a provocar un motín; pero si una mujer europea andaba sola por un bazar era muy probable que alguien le escupiera jugo de betel en el vestido [...] Cuando un ágil birmano me puso una zancadilla en el campo de futbol y el árbitro (otro birmano) se hizo el desentendido, la multitud estalló en una horrenda carcajada [...] Los rostros amarillos llenos de desprecio de los jóvenes con los que me encontraba por todos lados y los insultos que me gritaban cuando yo estaba ya a una distancia segura para ellos terminaron afectándome bastante. Los jóvenes sacerdotes budistas eran los peores de todos."

Scott de nuevo aclara: "Gracias a una cierta prudencia táctica, los grupos subordinados rara vez tienen que sacar su discurso oculto. Pero, aprovechándose del anonimato de una multitud o de un ambiguo accidente, encuentran innumerables maneras ingeniosas de dar a entender que sólo a regañadientes participan en la representación.(...) Detrás de los actos "antieuropeos" que observó Orwell, había sin duda un discurso oculto mucho más complejo, un lenguaje completo conectado con la cultura, la religión y la experiencia colonial de los birmanos." 
"Por supuesto, los birmanos tampoco tenían acceso a lo que estaba detrás del comportamiento más o menos oficial de los ingleses." Fue lo que Orwell sí presenció en el club de blancos a donde acudía con sus compañeros: "la mayor alegría en el mundo sería atravesar las entrañas de un monje budista con una bayoneta"

Estas ideas ocultas es lo que Scott llama infrapolítica. Una especie de política cotidiana o "detrás de bambalinas" que se enfrenta a las normas sociales día tras día y con pequeños movimientos. Algunos psicólogos sociales afirman que son pequeñas válvulas de escape para desahogarse de estas jerarquías sociales cerradas. Pero Scott lo niega:
“Lejos de ser válvulas de escape que ocupan el lugar de la resistencia real, las prácticas discursivas fuera de escena mantienen esa resistencia, de la misma manera en que la presión informal de los compañeros de trabajo de una fábrica disuade a cualquier obrero en particular de exceder las normas de trabajo y de romper las cuotas establecidas entre todos”

"En resumen, sería más exacto concebir el discurso oculto como una condición de la resistencia práctica que como un sustitulo de ella. Habría que recordar que la acumulación de miles y miles de estos actos "insignificantes" de resistencia tienen un poderoso efecto en la economía y en la política. Los pequeños hurtos y la apropiación de tierras a gran escala pueden llegar a reestructurar el control de la propiedad. La evasión de impuestos de los campesinos ha provocado crisis de apropiación que ponen en peligro al Estado. La deserción masiva de siervos o campesinos reclutados ha ayudado a lo largo de la historia a que se derrumbe más de un régimen. En condiciones adecuadas, la acumulación de actos insignificantes logra, como los copos de nieve en la pendiente de una montaña, provocar una avalancha"

“La no declarada guerra de guerrillas ideológica que tiene lugar en ese espacio político exige que nos introduzcamos en el mundo del rumor, el chisme, los disfraces, los juegos de palabras, las metáforas, los eufemismos, los cuentos populares, los gestos rituales, la anonimia” "Por eso los rebeldes actuales mimetizan actos del carnaval: se visten como mujeres o usan máscaras cuando destruyen máquinas o cuando plantean demandas políticas; usan la organización y la reunión ritual del carnaval o de las ferias para cubrir sus intenciones. ¿están jugando o lo hacen en serio? Nada les conviene más que aprovechar al máximo esta oportuna ambigüedad"

"Quién será el primero en declarar abiertamente el discurso oculto y exactamente como y cuando lo hará, son cuestiones que rebasan en mucho el alcance de las técnicas de las ciencias sociales"

"Cuando la primera declaración del discurso oculto tiene éxito, su capacidad movilizadora como acto simbólico es potencialmente asombrosa. En el nivel de la táctica y de la estrategia, se trata de un importante inicio del estado de cosas. Los actos simbólicos decisivos, como dice un sociólogo (Collins), "ponen a prueba la resistencia de todo el sistema de miedo recíproco" En el nivel de las creencias, de la cólera y de los sueños políticos, se trata de una explosión social. La primera declaración habla en nombre de inumerables subordinados, grita lo que históricamente había tenido que ser murmurado, controlado, reprimido, ahogado y suprimido. 

Si el resultado parece un momento de locura, 

si la política que engendran es tumultuosa, frenética, delirante y a veces violenta, 

se debe quizás al hecho de que los oprimidos rara vez aparecen en la escena pública y tienen tanto que decir y hacer cuando finalmente entran en ella."


Un buen ejemplo de infrapolítica:


"Nunca dudes de que un pequeño grupo de ciudadanos reflexivos y comprometidos pueda cambiar el mundo. De hecho, es lo único que alguna vez lo ha cambiado."
Margaret Mead
Fuente:
"Los dominados y el arte de la resistencia" James C. Scott

Wednesday, July 11, 2012

Tejiendo la historia: la tradición textil.


"En Mali, el término "sou" significa palabra, pero también significa una faja de tejido que sale del telar. Para ellos, estar desnudo, es estar sin palabras."
Marie Ange Bordas, artista.

"La humanidad no ha tejido la red de la vida. No somos más que un hilo dentro de ella. Hagamos lo que hagamos en la red, lo hacemos a nosotros mismos. Todas las cosas están ligadas. Todas las cosas se relacionan."
Jefe Seattle 1854

Tejer es como la vida y el telar está vivo” 
Opinan los tejedores navajo. Por lo tanto, tratan el telar y las herramientas del tejido como una entidad viva. Para los navajos tejer es un arte "sagrado" en el que se representa la cosmología de estos nativos. Por ejemplo, en el telar arriba está lo masculino y abajo lo femenino, pues, según su visión del mundo, el hombre es el cielo, mientras que la mujer es la tierra. Además, los hilos con los que tejen los navajos también son masculinos o femeninos y esto responde a uno de sus mitos de la creación del mundo, cuando el hombre era una araña que lanzaba hebras negras, mientras que la mujer tiraba otras blancas como lluvias que caían "para unificar el tejido". Se sigue utilizando una "técnica primitiva" en la que no se pueden utilizar máquinas, porque se teje continuamente, es decir, se inicia desde la parte superior y con un sólo hilo se cose hasta la inferior. "Cada una de las hebras se considera una vida y no queremos cortar ninguna vida", aseveran los navajo.


En la civilización incano se conocía la escritura con caracteres sobre una superficie, pero los nudos en los quipus y los diseños de los tocapus en los textiles incas parecen haber sido una eficaz herramienta en las labores administrativas y la tradición oral.
Los nudos de los quipus eran un sistema eficaz de escritura pues es posible lograr más de 8 millones de combinaciones gracias a la diversidad de colores de cuerdas, distancia entre cuerdas, posiciones y tipo de los nudos posibles. Los tocapus eran unos diseños textiles que,dependiendo de los colores,las figuras y la combinacion de estas creaban todo un lenguaje escrito. Se necesitaban varios años de estudio hasta poder leerlos con facilidad; por esto sólo se lo podían permitir los grandes dignatarios o los sacerdotes del pueblo aymara. La tradición textil inca continúa actualmente desarrollándose en distintos poblados de los Andes.

Los mayas también tuvieron una rica tradición textil que ha logrado sobrevivir pese al paso del tiempo. La diversidad de la vestimenta de los mayas se corresponde con su complejidad cultural. El rango, la estirpe, el prestigio se marcaba en esa “piel social”que es la vestimenta, tanto en hombre como en mujeres.
“Para las mujeres mayas, el tejer representaba el nacimiento y la creación. Los bastidores del telar eran: el de arriba la cabeza, el de en medio el corazón y el de abajo los pies. La lanzadera representaba las costillas, y los hilos de la urdimbre (que pasan por el corazón) eran el sustento. El telar se sujeta con una cuerda (cordón umbilical) a un poste o árbol (que era el símbolo de la madre /o del árbol que estaba en el centro del Universo. El movimiento de abrir y cerrar el telar era representar el latido del corazón. Y el que hacía la tejedora al mecer su cuerpo, representaba las contracciones del parto” Pilar Máynes y Marriel Reynoso (Mundo indígena desde la perspectiva actual).

Tan antigua como la Humanidad, la alfombra debió su aparición a la necesidad de evitar la humedad y el frío del suelo entre las tribus nómadas y se sabe de su existencia desde hace más de treinta mil años.
La alfombra siempre ha cumplido en Oriente una doble función, práctica y simbólica, previos al Islam. Los bordes representan los elementos terrestres erigidos en defensores del campo. Una de las decoraciones más comunes es el árbol de la vida, que representa la fertilidad, la continuidad, y sirve de enlace entre el subsuelo, la tierra y lo divino. Las nubes, que bajo una forma muy estilizada pueden convertirse en tréboles, simbolizan la comunicación con lo divino y la protección divina. El medallón central representa al sol, lo divino, lo sobrenatural.  Una de las tribus más antiguas de Irán, la de los qashqai, es famosa por sus alfombras, las cuales reciben un trato exquisito en su proceso de elaboración ,y es que después de tejerlas son sacudidas al aire libre para ser posteriormente sumergidas en el agua corriente de los ríos para que conserven toda la belleza del crisol de colores que tienen.

Los tejidos de Malí cargan una rica simbología capaz de descifrar el alma de los pueblos ancestrales. Flecos que evocan a la lluvia, el trazo que señaliza un buen camino, la flecha que alerta contra personas deshonestas… En este país el ovillo de significados es infinito. Para el pueblo dogón, el lenguaje es indisociable del tejer. El término sou por ejemplo, significa palabra pero también una faja de tejido que sale del telar. Para ellos, estar desnudo, es estar sin palabras.

 
En el arte tradicional chino de tejer el brocado yunjin de Nanjing, dos artesanos manipulan las partes superior e inferior de un gran telar sumamente complejo para fabricar tejidos provistos de materiales finos como plumas de pavo real e hilos de seda y oro. Utilizada antaño para confeccionar los atuendos imperiales, esta técnica se sigue usando para fabricar vestidos suntuosos y recuerdos. Comprende más de cien procedimientos que van desde la fabricación de los telares al diseño de los motivos. Mientras, los tejedores cantan tonadas mnemotécnicas para recordar las técnicas que utilizan, creando así en los telares una atmósfera solidaria y artística a la vez.


Las técnicas textiles del grupo étnico li, asentado en la provincia china de Hainan, son utilizadas por las mujeres. A falta de lengua escrita, esos motivos consignan la historia y leyendas de los li, así como diferentes aspectos de sus cultos religiosos, tabúes, creencias, tradiciones, costumbres y los cinco dialectos principales. Para los li, los textiles son un elemento indispensable en todo acontecimiento social y cultural importante como fiestas o rituales religiosos, y sobre todo en las bodas, para las cuales las mujeres diseñan sus propios vestidos.


En Taquile existe un reparto de tareas: las mujeres hilan la lana y los hombres tejen. La población de Taquile vivió relativamente aislada del continente hasta los años cincuenta, y la tradición de tejer en la isla se remonta a las antiguas civilizaciones inca, pukara y colla, por lo que mantiene vivos elementos de las culturas andinas prehispánicas.
Es costumbre que los hombres aprendan desde niños a tejer unos gorros, el chullo, adornándolos con diferentes colores, y con esto se puede diferenciar a uno casado de uno soltero. Sorprende observar a los hombres tejiendo con manos hábiles chullos de intrincados diseños mientras caminan hacia la chacra o hablan animosamente al sol en la plaza de la comunidad. El cinturón-calendario es otra prenda, un cinturón ancho que representa los ciclos anuales asociados a las actividades rituales y agrícolas, por lo que representa elementos de la tradición oral de la comunidad y de su historia. Aunque el diseño del arte textil de Taquile ha introducido nuevos símbolos e imágenes contemporáneas, aún se mantienen el estilo y las técnicas tradicionales.

El traje de chamán de la etnia goldi, grandes cazadores de las tundras siberianas, está hecho de piel suave y pintado con símbolos místicos. El árbol en un lado de la falda representa la ruta que el chamán toma al mundo subterráneo; al otro lado de la falda muestra un árbol por el que sube para volver a la tierra con el conocimiento de dónde encontrar buenos lugares de caza. Los animales pintados representan la caza que espera encontrar para su tribu.


Para la gente de Ghana, el colorido ''kente'' es un símbolo nacional de orgullo y moda africanos. Hecho a mano en telares de fabricación local, el kente se hacía originalmente para los reyes del pueblo ashanti y su corte. Todos los diseños de kente conmemoran un evento como el exilio del rey ashanti Prempeh, o el matrimonio del fallecido presidente con su esposa. Se requieren años para convertirse en un maestro del tejido y cada grupo familiar tiene su especialidad. El tejido del Kente está asociado con los hombres, y se considera un trabajo masculino.


"Hace unos dos mil años, fue aniquilada la gran ciudad de los miaos. Hay casi diez millones de miaos en la China actual. Hablan una lengua que nunca tuvo escritura, pero ellos visten ropas que cuentan su grandeza perdida. Con hilos de seda tejen la historia de sus orígenes y sus éxodos, sus nacimientos y sus funerales, las guerras de los dioses y los hombres, y también la monumental ciudad que ya no está:

-La llevamos puesta- explica uno de los viejos más viejos-.La puerta está en el capuchón. Las calles recorren toda la capa, y en las hombreras florecen nuestras huertas."

Eduardo Galeano.

Otro ejemplo, de cuando se cantan las telas: El canto de las telas (kene) en Perú es el canto que tiene cada diseño en la cosmovisión de los Shipibos, solo es de mujeres y solo ellas pueden cantarlos e interpretarlos, son heredados en transcripciones orales desde las ancianas a sus hijas y mujeres de la comunidad:

Fuentes (y muestras de tejidos):

http://solnacientenews.blogspot.com.es/2011/04/tejedor-navajo-eeuu-recorre-ecuador.html
http://noticiasdeindigenas.blogspot.com.es/2010/10/tejidos-de-tribu-navajo-de-eeuu.html
http://www.esacademic.com/dic.nsf/eswiki/63461#S.C3.ADmbolos_y_significado
http://misosoafrica.wordpress.com/tag/mali-capital-cultural/
http://www.entretodas.net/2008/06/18/titicaca-isla-taquile-donde-los-hombres-tejen/
http://www.edym.com/CD-tex/01mod/cap01-0512_06_goldi.htm
http://viajeairan.com/las-alfombras-persas.html
http://carranzachiapas.com.mx/2012/paraiso-y-textiles/