Wednesday, October 31, 2012

Muerte tabú, sociedad letal: la muerte-espectáculo.

"La premeditación de la muerte es premeditación de libertad. El que aprende a morir, aprende a no servir. El saber morir nos libera de toda atadura y coacción. No existe mal alguno en la vida para aquél que ha comprendido que no es un mal la pérdida de la vida." 
Montaigne.

La preocupación humana por la muerte se remonta a los orígenes de Homo sapiens. Edgar Morin, sociólogo y filósofo, explica que:

“... La novedad sapiens que aporta al mundo no reside, tal como se había creído, en la sociedad, la técnica, la lógica o la cultura, sino en la sepultura y la pintura”.
 
"Asimismo, parece claro que este hombre no sólo rehúsa admitir la muerte, sino que la recusa, la supera y la resuelve a través del mito y de la magia...”. 

El antropólogo británico James Frazer, en su libro La rama dorada, cita muchas de las culturas en las que existen tabúes relacionados con la manera de expresar la muerte, e incluso de nombrar a los muertos. Así, pueblos tan alejados como los guajiros colombianos, los mongoles o los tuaregs del Sahara evitan pronunciar el nombre de las personas fallecidas para impedir que la muerte regrese a por más víctimas.
Es singular el caso de los aborígenes australianos quienes, como muchas tribus indias, ponen a sus hijos nombres de objetos y animales. Así, con el muerto, cuyo nombre no se puede volver a pronunciar, desaparecen palabras de uso común -águila, fuego, árbol, nube- para las que inmediatamente hay que encontrar una nueva denominación, de manera que el idioma cambia constantemente y de forma caprichosa en cada pueblo, tribu, barrio o familia.

Entre los indios navajos se considera una grave descortesía interesarse por la salud de los otros, porque piensan que el mero hecho de mencionarla puede acabar con ella. De modo que, si ve a un navajo, nunca le pregunte qué tal está o cómo se encuentra.

 
Aunque hoy, según Morin, las cosas han cambiado: “El hombre oculta su muerte como oculta su sexo y sus excrementos. Se presenta bien vestido [...] Se diría un ángel. Se comporta como un ángel para expulsar a la bestia. Se avergüenza de su especie: le parece obscena”.

Se ha impuesto, entonces, una perspectiva nihilista ante la muerte. Tal como escribía el filósofo Wittgenstein,“mi muerte, mucho más que un suceso, será el fin del mundo, la conclusión definitiva de todo”.

Visión, dirá el filósofo y sociólogo Jean Baudrillard, que define nuestra civilización:

“La irreversibilidad de la muerte biológica es un hecho científico moderno. Es específico de nuestra cultura. Todas las otras afirman que la muerte comienza antes de la muerte, que la vida continúa después de la vida y que es imposible discriminar la vida de la muerte.”

Pudiera ser que esa concepción nihilista de la muerte sea la consecuencia de la idea de la muerte como tabú. Baudrillard y Louis-Vincent Thomas, antropólogo y sociólogo, parecen estar de acuerdo en que el tabú de la muerte está relacionada con el control social. Baudrillard sugiere que el hecho de que la muerte sea ocultada, significa más bien que es omnipresente:

"Sabemos lo que significan esos lugares inencontrables: si la fábrica ya no existe es porque el trabajo está en todas partes [...], si el cementerio ya no existe es porque las ciudades modernas asumen por entero su función: son ciudades muertas y ciudades de muerte. Y si la gran metrópoli operacional es la forma lograda de toda una cultura, entonces, simplemente, la nuestra es una cultura de muerte."


De manera que la sociedad que hace de la muerte un tabú, es una sociedad letal: desde la industria bélica al monopolio de la muerte y violencia por parte del Estado (pena de muerte, brutalidad policial), hasta, como dice Baudrillard, la construcción de las necrópolis modernas, donde somos, “muertos en vida, arrastrados entre instantes insignificantes”.

Sogyal Rimpoché, maestro budista, cuenta:

"Un día iba viajando por Francia con mi esposa, admirando el paisaje mientras conducía. Pasamos ante un extenso cementerio que estaba recién pintado y adornado con flores. Mi esposa comentó:

—Rimpoché, mira qué pulcro y qué limpio lo tienen todo en Occidente. Hasta los lugares donde depositan los cadáveres están inmaculados. En Oriente, ni siquiera las casas donde vive la gente están tan limpias.
—Ah, sí —repliqué—, es verdad; es un país muy civilizado. Tienen unas casas maravillosas para los cadáveres de los muertos. Pero, ¿no te has fijado? También tienen casas muy bonitas para los cadáveres de los vivos”.

Por otro lado, la ciencia nos remite a la misma paradoja: en la medida en que quiere matar a la muerte, participa de esa idea que quiere rechazar. Matar al muerto, segregarlo, rechazarlo es impedir entenderla como algo natural, impedimento que se vuelve contra nosotros en angustia de muerte, de modo que mientras

“nosotros traficamos con nuestros muertos la moneda de la melancolía, los Otros viven con los suyos bajo los auspicios del ritual y la fiesta”.(Baudrillard)

Si, como hemos dicho, la muerte es el tema tabú en Occidente, ¿cómo es posible su omnipresencia en los medios de comunicación?

“Los medios de comunicación difunden sobre la muerte un discurso superabundante que la trivializa y oculta su dimensión esencial: muertes anónimas y lejanas, de interés estadístico o anecdótico, muertes espectaculares cuya repetición disminuye la repercusión emocional y cuya escenificación las diferencia radicalmente del drama vivido.”

De manera que consumimos un espectáculo visual permanente, que “cada día aporta su cuota de catástrofes, de crímenes, y de guerras, de vidas en peligro y de anuncios de fallecimientos”.Thomas.

Así, tanto en las catástrofes naturales como en los atentados, encontramos en los medios de comunicación la misma producción, edición, control, invención de la realidad: si se trata de un atentado o de una catástrofe natural en un país del Primer mundo, lo mediático sigue las siguientes pautas: ocultamiento de muertos (¿quién vio un cadáver o cuerpo sin vida el 11-S? Además, en nuestra cultura estamos acostumbrados a todo tipo de eufemismos para referirnos a la muerte: preferimos decir ‘cuerpo’ para no hablar de ‘cadáver’.); construcción narrativa consoladora y esperanzadora, que remite a la protección del Estado (banderas, jefe de Estado en la zona), de la Tecnología y del Capital (despliegues militares, ostentación tecnológica).
Sin embargo, si la catástrofe sucede en un país tercermundista, todo apunta a una especie de pornografía de la muerte: primeros planos de cadáveres, imágenes de dolor, zoom de miradas desesperadas, etc. 
Se perfila un modelo controlado, censurado, que además participa de la autodisuasión y de la automentira: a nosotros no nos pasan esas cosas.


Baudrillard diría que no es indiferencia lo que sentimos: es goce de no estar ahí, de poder ver el espectáculo desde un sofá.

“lo que necesitamos es el sabor afrodisíaco de la multiplicación de las falsificaciones, de la alucinación de la violencia, el goce de nuestra indiferencia, de nuestra irresponsabilidad”.

La insensibilidad ante la muerte mediática porque el otro que muere no es ‘tú’, sino ‘él’: 

“la muerte en tercera persona es la muerte en general, abstracta y anónima, un objeto como otro cualquiera, un objeto que puede describirse y analizarse... y que representa el colmo de la objetividad no trágica”.

Igual que en la ciencia, hay una separación entre sujeto y objeto, descripción, análisis, falta de retroalimentación. Como diría Baudrillard, ausencia total de intercambio simbólico entre sujeto y objeto.

Sogyal Rimpoché explica que "todo parece ir bien hasta que se acerca la muerte y aparecen inesperados signos de decadencia. Entonces los cónyuges ya no osan acercárseles, sino que les arrojan flores desde cierta distancia..."

Pero tampoco podemos olvidar que la muerte se hace virtual por su repetición. Thomas resume el efecto de las imágenes como “inofensivo en la sociedad que teme la muerte, ya que la reduce a información”.

“la sobresaturación de informaciones e imágenes que amenaza al consumidor, de alguna manera, lo anestesia y rara vez produce consecuencias prácticas”.

En consecuencia, la ‘muerte-espectáculo’ genera así una hiperrealidad de la muerte que acaba convirtiéndose en la versión de la realidad. Se trata de una jaula mediática: hay que romper esos barrotes y elaborar un pensamiento autónomo sobre la muerte, y porqué no, también un pensamiento poético sobre la muerte, porque tan sólo desde la poesía se puede pensar que aquellos seres que amamos y se fueron, a la vez están y no están, se marcharon y permanecen, callan y hablan a diario con nosotros.
 
"La muerte es a la vez horrible y fascinante [...] Horrible porque separa para siempre a los que se aman; porque el chantaje de la muerte es el instrumento privilegiado de todos los poderes; porque hace que nuestros cuerpos terminen por desintegrarse en una podredumbre innoble. Fascinante porque renueva a los vivos e inspira casi todas nuestras reflexiones y nuestras obras de arte, al tiempo que su estudio constituye un camino real para captar el espíritu de nuestra época y los recursos insospechados de nuestra imaginación. Puede decirse con verdad que amar la vida y no amar la muerte significa no amar realmente la vida." Louis-Vincent Thomas.





Todos me dicen el negro, Llorona,
negro pero cariñoso,
Yo soy como el chile verde, Llorona,
picante pero sabroso.

Dicen que no tengo duelo, Llorona,
porque no me ven llorar,
Hay muertos que no hacen ruido, Llorona,
  y es más grande su penar...


Fuentes: 

Extraído de “La construcción mediática de la muerte. Un estudio desde la filosofía, la antropología y la semiótica” Juan Carlos Herranz, Mónica Lafon. http://biblioteca.itam.mx/estudios/60-89/87/JuanCarlosHerranzLaconstruccion.pdf
http://www.socargcancer.org.ar/actividades_cientificas/2006_hombre_ante_la_muerte.pdf
E. Morin, El hombre y la muerte.
L.V. Thomas, La muerte.
L.V. Thomas, Antropología de la Muerte.

L. V. Thomas, El cadáver: de la biología a la antropología.
J. Baudrillard, El intercambio simbólico y la muerte.

Thursday, October 25, 2012

Bailando sobre la tumba: la risa de la muerte.

"En nuestra sociedad, tan amiga de la fotografía, la última escena del álbum familiar, el entierro, siempre falta." Nigel Barley, antropólogo.


 "Nosotros bailamos y hablamos para confortar a los familiares. Si nosotros nos limitásemos a estar afligidos, ¿a qué cotas de dolor llegarían ellos? Por tanto, nos sentamos a hablar, a reír, y a bailar hasta que los familiares también se ríen." Nyakyusa de Malawi.


La muerte, en la cultura occidental, es objeto de comentarios avergonzados y comprensiones tácitas. "En nuestra sociedad, tan amiga de la fotografía, la última escena del álbum familiar, el entierro, siempre falta", opina Barley. Al parecer, la muerte nos anonada y somos incapaces de comprender su universalidad. En cambio, los toraja, una tribu de Indonesia, utilizan a sus muertos a modo de cómodos estantes para guardar sus casetes. 

El antropólogo Nigel Barley, explora con ingenio y una visión muy personal la sorprendente variedad de maneras en que diferentes culturas responden a la muerte y le dan sentido. Éstos son algunos párrafos de su libro "Bailando sobre la tumba":

"Para nosotros, la sonrisa y la risa no tienen cabida en los funerales; resultan espantosas. Todo está cubierto por un manto grave de formalidad. A los nyakyusa de Malawi, la sobriedad de un funeral los llena de asombro: 

"Nosotros bailamos y hablamos para confortar a los familiares. Si los demás estuviéramos sentados, tristes y abatidos, entonces el dolor de los familiares rebasaría con mucho al nuestro. Si nosotros nos limitásemos a estar afligidos, ¿a qué cotas de dolor llegarían ellos? Por tanto, nos sentamos a hablar, a reír, y a bailar hasta que los familiares también se ríen."

Las sonrisas y la risa tiene la misma relación ambivalente con los estados internos que las lágrimas y no son necesariamente muestras universales de alegría. Se dice de los tailandeses, con razón, que tienen una sonrisa para cada emoción. Sin embargo, la comedia y el desenfreno también tienen cabida ante la muerte. La locura y la pantomima, el lanzamiento de excrementos e insultos, los intentos de copular con la propia abuela o con el muerto, el comercio carnal puro y duro, la glotonería y la ebriedad, todos están bien documentados como parte de las disposiciones funerarias regulares y obligadas.

Los nyakyusa tienen "amigos funerarios" a los que se les asigna la tarea de insultar y exasperar constantemente a los muertos y deudos, los cuales no pueden mostrarse ofendidos. Tradicionalmente se les llama "compañeros de bromas" De este modo, se mantiene la muerte y el dolor a la distancia social apropiada. En palabras de los loDagaa de Ghana: "Una persona con la cara larga no puede lamerse su propia herida" Los bromistas son la gente que realiza los actos más desagradables, incluyendo los que se producen durante el funeral. Lavan y afeitan el cuerpo, a veces le extraen los excrementos mediante masajes, disponen de sus artículos personales, bajan a la tumba y manipulan el cadáver.

Los insultos de broma son, de rigor, de doble filo, entre agresión y el consuelo. Emplean la anomalía, lo repugnante, el insulto, y la ambigúedad para definir la naturaleza de un acontecimiento peligroso y marginal, la propia muerte. De ese modo se mantiene la muerte y el dolor a una distancia social apropiada.

Los betsileo de Madagascar se han ganado la desaprobación de los misioneros por lo mucho que disfrutan celebrando los funerales. Mientras el cuerpo aún está sobre la tierra, realizan combates entre hombres y toros, beben hasta quedar inconscientes y se cubren el rostro con las telas empleadas como mortajas para entregarse ciegamente a actos sexuales orgiásticos e incestuosos.
La etnia merina de Madagascar, los mismos betsileo y los bara, celebran un doble enterramiento. Cada 4-7 años, se celebra una exhumación o “famadihana” (literalmente “vuelta de los huesos”), siempre de carácter festivo que va acompañada de la ingesta de muy generosas cantidades de alcohol, música y bailes. Básicamente los celebrantes van en procesión cantando y bailando hasta la cripta donde están enterrados los cuerpos. Se les saca de allí, se les envuelve en un sudario nuevo y blanco y literalmente se les saca en procesión a hombros para que participen del festejo que puede durar varios días. Durante esta parte de la celebración, los vivos hablan con ellos directamente, es como un reencuentro con la persona cuya pérdida fue tan dolorosa unos años antes. Se les cuenta cuáles han sido las novedades en la familia y los cotilleos vecinales, se baila con ellos y se celebra que formalmente pasan a formar parte de los razana familiares. Los fragmentos de los sudarios son muy apreciados por los malgaches ya que se les supone unos potentes talismanes de la fertilidad. Las mujeres que quieren quedarse embarazadas toman trozos de sudario para colocarlos en sus almohadas. Acabada la celebración, se retornan los cuerpos a sus tumbas hasta el siguiente famadihana. Los participantes no deben mostrar tristeza en ningún momento del proceso.


- ¿Donde está tu mujer, Taab gaay?

- Murió anoche.

Me quedé de piedra. Él parecía tomárselo con mucho aplomo.

- ¿Y cómo fue?

- Sencillamente estaba caminando, se mareó y murió.

Balbuceé un pésame y mientras lo hacía, Pascal miró por encima de mi cabeza, saludó con la mano y sonrió. Levantando la vista, vi a su mujer bajando lentamente por la carretera. Sentí un acceso de ira por haber sido objeto de una broma tan estúpida. Entonces me acordé. Entre los dowayo, se describe a cualquiera que se desmaya o cae en coma como "muerto"; la muerte es algo mucho menos preciso que entre nosotros. Abundan las historias de gente que ha resucitado después de que empezaran a envolver sus cuerpos.

En Occidente ninguna muerte se considera real sin un certificado que explique la "causa de defunción" Si uno muere debido a un paro cardíaco y le reaniman, no se expide certificado alguno. Cada uno de los síntomas de la muerte (falta de respiración o pulso, frialdad y rigos mortis, relajación de esfínteres, insensibilidad ante los estímulos eléctricos) pueden darse sin que se produzca la muerte. El único signo seguro y certero de la muerte es el comienzo de la putrefacción del cadaver. Así que ahora ya ni siquiera sabemos dónde comienza la vida y la muerte; sus fronteras son redefinidas periódicamente. 

En las representaciones occidentales de la vida, la muerte no se incluye. La "muerte por envejecimiento" ha dejado de ser una causa aceptable para el certificado; debe hallarse una enfermedad para que ninguna muerte pueda contarse como verdaderamente inevitable. Vemos la vida como un cuento.

"¿Sabes lo que es esto?", dijo mi anfitrión estirándose para dar una palmada a un bulto que tenía en un rincón de su cuarto de estar. Parecía un montón de ropa vieja como la que se le selecciona para entregarla a una asociación benéfica y que después uno se olvida de llevar durante meses. Un niño daba vueltas a su alrededor en triciclo imitando con pedorrretas el sonido de una moto. "Es mi abuela"

Antes de la televisión, ningún hogar occidental estaba completo sin una abuelita que se sentara con los niños y les soltara fragmetnos de sabiduría de andar por casa. Muchos hogares de los toraya aún la conservan, pero puede estar muerta. El cuerpo se envuelve en tejidos para absorber los jugos de la putrefacción. Algunos toraya modernos hacen tramas y le inyectan formalina para ralentizar la descomposición mientras la familia moviliza sus recursos y reúne a los miembros ausentes para pasar a la etapa siguiente del funeral. A diario se colocará comida y bebida en un plato puesto en equilibrio sobre el cuerpo.

- ¿No vas a saludarla?

- Encantado de conocerla, abuelita.

Resultaba difícil hacer un gesto: estrecharle la mano era imposible, pero darle una palmada al bulto hubiese sido una muestra de confianza excesiva.

-Vaya, eso ha estado bien.

- ¿Cuánto tiempo lleva muerta?

- Nosotros no decimos eso. Está "durmiendo" o "tiene dolor de cabeza". No morirá hasta que abandone la casa. Ya lleva durmiendo tres años.

Se puso de puntillas y bajó un enorme radiocassette para entretenerme con algo de música. Me di cuenta de que las cintas estaban almacenadas en orden alfabético sobre el cuerpo, que resultaba una estantería muy cómoda.

- La echarás en falta cuando muera.-dije.



Monday, October 22, 2012

Homosexualidad árabe: orientalismo sexual.

"Los homosexuales en el mundo árabe? Fueron "inventados" por Occidente."
Joseph Massad, profesor de política árabe y de historia.


Se ha realizado muy poca investigación seria sobre las sexualidades en el mundo árabe. A Joseph Massad, jordano de origen palestino, por su libro "Desiring arabs", se le ha acusado de homófobo. Aunque realmente confirma y analiza el deseo y comportamiento sexual entre personas del mismo sexo que se dieron en la literatura árabe desde el apogeo de su civilización.

Su critica no es hacia la homosexualidad, sino el acercamiento occidental a lo árabe desde el punto de vista sexual, que fue primero como un Otro licencioso e hipersexuado para pasar a lo que actualmente es un Otro retrógrado a quien hay que imponer el modelo occidental de liberación sexual.

Por eso se le acusa de afirmar que los gays árabes son “inventos de la imaginación del mundo occidental.” Así lo explica:

"Antropólogos occidentales e internacionalistas homosexuales se sintieron decepcionados al descubrir que los hombres árabes (o incluso de América Latina, India, Irán, etc ..) tienen sexo con otros hombres (lo mismo para las mujeres, pero hay menos interés en la literatura) sin necesidad de identificarse o definirse de acuerdo con sus prácticas privadas. Hablando de las organizaciones gay de Europa y los EE.UU, su principal efecto ha sido alentar su discurso sobre la sexualidad en los países árabes. Lo que quiero decir es que, en nombre de la solidaridad internacional, estos grupos llegan a los países árabes (como lo hacen en África, Europa del Este, América Latina, India, etc.), insistiendo en que representa a "grupos gay locales", inculcando sus enseñanzas y su batalla. Se niegan a aprender de los grupos que dice defender y, de hecho, pretenden enseñar. Esta no es la solidaridad internacional, es un proyecto imperialista." 
"El objetivo de los movimientos internacionales americanos y europeos gays es crear un mundo a su imagen y semejanza."  

"Lo que está emergiendo en el mundo árabe, y en el resto del tercer mundo es la imposición de modelos occidentales por la fuerza y su adopción por parte de élites del tercer mundo. Esto reprime cualquier otro movimiento que pueda surgir de forma local y garantiza un único modo posible para la transformación."
"Los lectores pueden encontrarse en dificultades para entender que no todo el mundo divide a los seres humanos en dos grupos: el de las “personas gay” y el de las “personas no gay.” 

La lectura del Coran y la poesía árabe medieval confirma que los árabes, en los primeros siglos del Islam, no clasificaban a las personas de esta manera. Aún hoy, aún cuando existen lesbianas y hombres gay que se autodenominan e identifican como tales en el mundo árabe, las identidades lésbico y gay parecen ser menos visibles aquí que en la mayoría de otras regiones. Muchos ni siquiera se identifican como "gay", "transgénero" o "bisexual", simplemente tienen sexo discreto entre sí sin pasarlo a la barrera pública. 

"El capitalismo colonial y luego el mundial han creado nuevas formas de intimidad sexual y de identidad sexual." 
"La diferencia entre la homosexualidad "occidental" y la oriental es que, en última instancia, la primera es una identidad que demanda una comunidad socialmente reconocida junto con los derechos políticos, mientras que la otra es una de las muchas formas de intimidad sexual que va en busca de placer corporal." 
 
"También hay un pequeño número de árabes occidentalizados seducido por el ejemplo del homosexual estadounidense que pertenece a la clase alta y media alta. Sin embargo, no son representativos, ni pueden hablar en nombre de la mayoría de los hombres y mujeres que tienen relaciones sexuales con el mismo sexo."
 
"Las organizaciones internacional gay se sorprendieron, porque afirman que cualquier crítica de sus esfuerzos es un signo de la homofobia. En realidad, no es diferente a lo que ocurre con las mujeres por parte del imperialismo blanco racista de EE.UU. que quiere defender a las mujeres afganas definiendo la naturaleza de las dificultades que enfrentan. Creo que cualquiera que crítique su acción es misógino o antifeminista. Los movimientos feministas del tercer mundo han atacado estos planteamientos racistas desde los años 60, y continuará haciéndolo.

El problema de las organizaciones gay internacionales es que, a diferencia de las feministas blancas que quieren hablar en todo el mundo en nombre de todas las mujeres, éstos no tienen una base biológica-natural de las personas que se identifican con ellos. Esto significa que deben crear una base insistiendo en que cualquier persona que tenga una relación con el mismo sexo debe ser identificado con su identidad homosexual, que daría lugar a los militantes que necesitan para imponer su proyecto."

"La mía es una crítica, no una teoría. Yo no represento un movimiento, un grupo, organización o cultura, ni mi crítica busca socios que me apoyen. Yo me opongo a estos movimientos internacionales gay, ya que dicen representar y hablar en nombre de todos los grupos y movimientos que existen. Es una suerte de violencia, causando tensiones a otras personas en nombre de la liberación y la creación de un mundo a su imagen y semejanza."

La asociación con Edward Said no es casual. Edward Said, profesor palestino de Literatura Comparada, publicó Orientalismo, un libro en el que se desmontan la fabricación del Otro del pensamiento colonial occidental y que representa lo oriental como exótico, decadente y corrupto. Según Edward Said, Oriente no es un tema sobre el que se pueda tener libertad de pensamiento, puesto que "se nos da ya definido, acotado y dispuesto de una forma cerrada y acabada." "Entre Oriente y Occidente existe una relación de poder y subordinación que define el nosotros contra todos aquellos no europeos y que tiene su reflejo en la historia, la filología, la economía, la teoría política y todo el discurso occidental." Massad fue su alumno.
  
No hay que olvidar que la discriminación y los abusos contra los homosexuales es una realidad en los países árabes, ya sea a través de leyes represoras o de la persecución social, lo que resulta en numerosas agresiones y torturas. Sea como fuese, lo que es seguro es que los parches étnicos nunca han dado buenos resultados, y mucho menos a través de una suerte de imperialismo. Como dice Joseph Massad, los movimientos se deben dar desde dentro, de manera local:

"La solidaridad internacional con el pueblo palestino, por ejemplo, no requiere de una identidad palestina de los palestinos, de hecho, ocurre lo contrario: son los palestinos quienes se identifican como tales, y las organizaciones internacionales apoyan su identidad. Además, son los palestinos los que piden el apoyo de las organizaciones internacionales y no a la inversa."
 
Así y con todo, Hillary Clinton, en su discurso en Ginebra el pasado mes de diciembre, aseguró “Ser gay no es una invención occidental, es una realidad humana. Los gays nacen y pertenecen a todas las sociedades del mundo” mientras que la LGBT (Lesbianas, gays, bisexuales y transgénero) consideraba los derechos de (oh sorpresa!) Israel como "los más progresistas de Oriente Medio y Asia".

Recuerda Massad:

"No debería olvidarse que en Estados Unidos entre el 40 y el 60% de la mujeres asesinadas lo han sido a manos de sus maridos o novios, pero a esos crímenes, desde luego, ni tan siquiera se les denomina crímenes "pasionales" y mucho menos "crímenes de honor"."



Fuentes:
http://www.sentidog.com/lat/2011/12/hillary-clinton-defendio-los-derechos-lgbt-ante-la-onu.html
http://www.rebelion.org/hemeroteca/imperio/040602js.htm
www.resetdoc.org/issue/15/12/2009
www.4edu.info/index.php/Peter_Drucker,_'Las_sexualidades_árabes'

Friday, October 19, 2012

El peligro de la historia única: el león también escribe.

"Hasta que los leones tengan sus propios historiadores, las historias de cacería seguirán glorificando al cazador"
Proverbio africano.  


“También el león debe tener quien cuente su historia. No sólo el cazador”. 
Chinua Achebe, escritor.


'El África sobre la que escribo no está habitada por gente sin voz', dijo Achebe en una entrevista. 'Crecí escuchando en mi comunidad un lenguaje que a veces era maravilloso, y siempre eficiente. Nunca escuché los gruñidos y los bramidos que se supone que los salvajes usan como lenguaje. Así que escribí lo que escuchaba'.'Al ir creciendo, me di cuenta de que tenía que explicar a los salvajes que me encontraba en las novelas europeas sobre África, de autores como Ryder Haggard y Joseph Conrad. ¿Eran esos personajes extraños (feos, apenas reconocibles como seres humanos) representativos de la gente de mi aldea, de la gente que yo conocía? La respuesta tenía que ser no'

'Es lo que yo llamo un equilibrio de historias. Y esto es realmente lo que yo personalmente deseo para este siglo: un equilibrio de historias en las que cada pueblo sea capaz de contribuir a una definición de sí mismos, en los que no son víctimas de las historias de otras personas. Esto no quiere decir que nadie debería escribir sobre los otros, creo que deberían, pero sobre los que se ha escrito, ellos también deben participar en la elaboración de estas sus historias.'

Chimamanda Ngozi Adichie, escritora, cuenta también su experiencia sobre el peligro de la historia única:

Soy una cuentacuentos y me gustaría contarles algunas historias personales sobre lo que me gusta llamar “el peligro de una historia única”. Crecí en un campus universitario al este de Nigeria. Fui una escritora precoz. Y cuando comencé a escribir, escribía exactamente el mismo tipo de historias que aquellas que leía. Todos mis personajes eran blancos y de ojos azules. Jugaban en la nieve, comían manzanas y hablaban mucho sobre el clima, y se congratulaban que hubiera salido el sol. Eso a pesar del hecho que yo vivía en Nigeria. Nunca había salido de Nigeria. No teníamos nieve, comíamos mangos y nunca hablábamos sobre el clima porque no era necesario.

Mis personajes también bebían mucha cerveza de jengibre porque los personajes de los libros ingleses que leía bebían cerveza de jengibre. No importaba que yo no supiera qué era la cerveza de jengibre. Y a lo largo de muchos años sentí un deseo desesperado por probarla. Pero esta es otra historia.

Creo que esto demuestra qué tan influenciables y vulnerables somos ante una historia, particularmente de niños.



Sin embargo, gracias a autores como Chinua Achebe y Camara Laye, sufrí un cambio de mentalidad en mi perspectiva sobre la literatura. Me di cuenta de que personas como yo, niñas con la piel de chocolate, cuyo cabello rizado no se podía amarrar en colas de caballo, podían también existir en la literatura. Comencé a escribir sobre cosas que reconocía.

Es cierto que yo amaba esos libros americanos e ingleses que leía. Avivaron mi imaginación; me abrieron nuevos mundos. Pero la consecuencia involuntaria fue desconocer que personas como yo podían existir en la literatura. Entonces, el efecto que tuvo en mi el descubrimiento de los escritores africanos fue este: me salvó de tener una historia única sobre lo que son los libros.

Provengo de una familia nigeriana convencional de clase media: mi padre era profesor, mi madre administradora. Y así teníamos, como era lo normal, personal doméstico que venía de pueblos rurales cercanos. Cuando cumplí ocho años llegó un nuevo chico como criado. Su nombre era Fide. Lo único que mi madre nos contó sobre él es que su familia era muy pobre. Mi madre le mandaba a su familia ñames y arroz y nuestra ropa vieja. Cuando no me acababa mi cena, mi madre solía decir: “¡Acábate tu comida! ¿No sabes? ¡Personas como la familia de Fide no tienen nada!” Así que yo sentía una gran lástima por la familia de Fide.


Entonces un sábado, fuimos a su pueblo de visita y su madre nos mostró una bella cesta decorada de rafia teñida, hecha por su hermano. Estaba sorprendida. No se me había ocurrido que alguien de su familia siquiera pudiera hacer algo. Todo lo que había escuchado sobre ellos era lo pobres que eran, así que se había vuelto imposible para mí verlos como algo más que pobres. Su pobreza era mi historia única sobre ellos.

Años después pensé sobre esto cuando dejé Nigeria para ir a la universidad en Estados Unidos. Tenía diecinueve años. Mi compañera de cuarto estadounidense quedó impresionada al conocerme. Me preguntó dónde había aprendido a hablar el inglés tan bien y quedó confundida cuando le dije que el idioma oficial de Nigeria era el inglés. Preguntó si podría escuchar lo que ella llamó mi “música tribal” y, en consecuencia, fue una gran decepción para ella cuando le mostré mi cinta de Mariah Carey. También supuso que yo no sabría utilizar una estufa.


Lo que me desconcertó fue eso: había sentido lástima por mí incluso antes de verme. Su posición por omisión ante mí, como africana, se reducía a una suerte de lástima condescendiente. Mi compañera de habitación tenía una historia única sobre África. Una historia única de catástrofe. En esta historia única no cabía la posibilidad de que los africanos fueran parecidos a ella en alguna forma. Ninguna posibilidad de sentimientos más complejos que la lástima. Ninguna posibilidad de conexión como seres humanos iguales.

Debo admitir que antes de ir a Estados Unidos, no me identificaba conscientemente como africana. Sin embargo en los Estados Unidos, cada vez que se mencionaba África, la gente se dirigía a mí. No importaba que yo no supiera nada sobre lugares como Namibia. Sin embargo llegué a adoptar esta nueva identidad. Y de muchas maneras ahora pienso en mí como africana. Aunque aún me molesta bastante cuando se refieren a África como a un país. El ejemplo más reciente fue en mi vuelo hace dos días, maravilloso por lo demás, desde Lagos, donde hicieron un anuncio durante el vuelo de Virgin sobre el trabajo de caridad realizado en “India, África y otros países”.

Así que, después de vivir unos años en Estados Unidos como africana, empecé a entender la reacción de mi compañera de cuarto frente a mí. Si yo no hubiera crecido en Nigeria y si todo lo que supiera sobre África procediera de las imágenes populares, yo también pensaría que África es un lugar de hermosos paisajes, hermosos animales y personas incomprensibles, que libran guerras sin sentido, que mueren de pobreza y de SIDA, incapaces de hablar por sí mismos, y esperando ser salvados por un extranjero blanco y gentil. Vería a los africanos de la misma manera que yo, como niña, veía a la familia de Fide.


Pero debo enseguida añadir que yo también soy igualmente culpable en este asunto de la historia única. Hace unos años visité México desde Estados Unidos. Había incontables historias sobre mexicanos como personas que saqueaban el sistema de salud, que se escabullían a través de la frontera, que eran arrestados en la frontera, y cosas así. Me di cuenta de que había estado tan sumergida en la cobertura mediática sobre los mexicanos que se habían convertido en una sola cosa en mí mente, el inmigrante abyecto. Había creído en la historia única sobre los mexicanos y no podía estar más avergonzada de mí misma. Así es cómo se crea la historia única, mostrar un pueblo como una misma cosa, como una sola cosa, una y otra vez, hasta que efectivamente se convierte en eso.

Es imposible hablar sobre la historia única sin hablar del poder. Hay una palabra, una palabra en igbo, que recuerdo cada vez que pienso en las estructuras mundiales del poder y es nkali. Es un sustantivo que se traduce como “ser más grande que otro”. Al igual que nuestros mundos económicos y políticos, las historias también se definen bajo el principio de nkali. Cómo se cuentan, quién las cuenta, cuándo se cuentan, cuántas historias se cuentan, depende realmente del poder.


El poder es una capacidad no sólo de contar la historia de otra persona, sino de hacer que esa sea la historia definitiva de esa persona. El poeta palestino Mourid Barghouti escribe que, si se quiere despojar a un pueblo, la forma más simple de hacerlo es contar su historia comenzando con “en segundo lugar”. Inicien la historia de los pueblos nativos americanos con las flechas y no con la llegada de los ingleses, y obtendrán una historia completamente diferente. Comiencen la historia con el fracaso de los estados africanos y no con la creación colonial de los estados africanos, y obtendrán una historia completamente diferente.

Siempre he sentido que es imposible compenetrarse adecuadamente con un lugar o una persona sin entender todas las historias de ese lugar o esa persona. La consecuencia de la historia única es esta: roba la dignidad de la gente. Dificulta el reconocimiento de nuestra igualdad humana. Enfatiza nuestras diferencias en lugar de nuestras similitudes.

Así, ¿qué hubiera sido si antes de mi viaje a México hubiese seguido los dos polos del debate sobre inmigración, el de Estados Unidos y también el de México? ¿Qué si mi madre nos hubiera dicho que la familia de Fide era pobre sí, pero muy trabajadora? ¿Qué pasaría si tuviéramos una cadena de televisión africana que transmitiera diversas historias africanas en todo el mundo? Lo que el escritor nigeriano Chinua Achebe llama un “equilibrio de historias”.

Las historias importan, muchas historias importan. Las historias se han usado para despojar y calumniar, pero las historias también pueden ser usadas para dar poder y humanizar. Las historias pueden quebrar la dignidad de un pueblo, pero las historias también pueden reparar esa dignidad rota.

Cuando rechazamos la historia única, cuando nos damos cuenta de que nunca hay una historia única sobre ningún lugar, 
recuperamos una suerte de paraíso.


Fuentes:
http://www.theatlantic.com/past/docs/unbound/interviews/ba2000-08-02.htm 
http://www.ted.com/talks/chimamanda_adichie_the_danger_of_a_single_story.html

VÍDEO COMPLETO DE ESTA CHARLA:

 

Wednesday, October 17, 2012

Fraudes sobre un mundo diferente, que no lo es tanto.

"Estuve recientemente en un viaje por Latinoamérica, y sólo lamenté no haber estudiado con más intensidad el latín durante la escuela para así poder conversar con aquellas gentes." 
Dan Quayle, ex-vicepresidente de EEUU.


Bestiario


Fuera de Europa, pululaban los monstruos, rugía el mar y ardía la tierra. Pocos viajeros habían sido capaces de atravesar el miedo. 
Al regreso contaron Odorico de Pordenone, que viajó desde el año 1314, (...) vio que en el África, los pigmeos se casaban y tenían hijos no bien cumplían seis meses de edad. 
Jean de Mandeville visitó algunas islas de oriente en 1356. Allí vio gente sin cabeza, que comía y hablaba por la boca abierta en el pecho, y también vio gente con un solo pie, que a veces servía de sombrilla o de paraguas. Otros tenían tetas y pene, o barba y vagina, y podían ser hombre o mujer a voluntad. Los habitantes de la isla de Tacorde, que sólo comían serpientes crudas. No hablaban. Silbaban.(...)
Eduardo Galeano. 


La historia está plagada de fraudes, y cuando se trata de lo desconocido los prejuicios y la imaginación se desborda.

Caníbales de Australia.



En 1898, Louis de Rougement relató en una conocida publicación una aventura que todos tomaron como auténtica durante mucho tiempo y según la cual, tras haber naufragado en las costas de Australia, había participado en festines de caníbales, se había construido una casa con conchas perlíferas, había mandado mensajes en seis lenguas utilizando pelícanos, y había cabalgado sobre tortugas de 270 kilos, entre otras cosas, incluyendo también el haberse curado de una fiebre durmiendo dentro de un búfalo muerto. Las sociedades científicas invitaron a Rougement a pronunciar conferencias sobre su aventura antropológica, y hasta publicó un libro que causó sensación, titulado "Treinta años entre los caníbales de Australia". Pero no paró aquí: cuando fue descubierta su farsa, viajó a África del Sur donde dictó algunas otras conferencias anunciándose como 'el mayor embustero del mundo'.
 

La picaresca española.


Un grupo de científicos de la Ahnenerbe (una entidad pseudocientífica alemana nazi) se trasladó a España para hacer un estudio sobre los descendientes de los colonos alemanes que repoblaron Sierra Morena en 1767 para fomentar la agricultura y parar el bandolerismo. 

El estudio era muy sencillo: a todos los paisanos que presentasen un certificado de nacimiento, expedido por la parroquia, en el que constara un apellido alemán le daban cinco pesetas por dejarse tallar y medir el cráneo. La noticia comenzó a correr como la pólvora:

Unos alemanes pagaban por dejarse medir el cráneo.

Y aquí interviene la picaresca española. Por una pequeña propina el sacristán emitía varios certificados de bautismo, para una misma persona, en el que sólo se modificaba el nombre propio. Una misma persona podía cobrar dos veces (como si fueran mellizos), tres veces (como trillizos)…

El estudio lo publicó Johan Schänble, profesor de antropología de la Universidad de Kiel, en “Estudios antropológicos en las colonias alemanas del Sur de España”.

Una de las conclusiones fue que los partos múltiples eran muy frecuentes por aquellos lares.

 

 

Psalmanazar, el formosiano.




A comienzos del siglo XVIII un misterioso extranjero cautivó a la alta sociedad londinense con sus fascinantes relatos de sacrificios humanos y canibalismo: decíase llamar George Psalmanazar, nativo de la lejana isla de Formosa. Formosa era un lugar exótico, y pocos podían ubicarlo en un mapa. Hoy en día lo conocemos como Taiwán, una isla en el mar de China. 
El imaginativo joven les contó que durante un festival religioso de 9 días de duración, se sacrificaba a 2.000 jóvenes al día sacándoles el corazón y quemándolos en un altar.Cuando alguien le apuntó que con un ritmo de sacrificios tan alto, la isla de Formosa pronto quedaría despoblada, Psalmanazar explicó que sus compatriotas eran polígamos y que los primogénitos estaban exentos del sacrificio. La esperanza de vida en la isla, afirmó también, era de 120 años. Su propio abuelo había vivido 117 permaneciendo tan vigoroso como un jóven, gracias a la costumbre local de chupar la sangre tibia de una víbora cada mañana.

Además Psalmanazar escribió un libro en 1704 con el título: “Una descripción histórica y geográfica de Formosa, territorio sujeto al Emperador del Japón“, que se convertiría en un best-seller. Sin embargo, Psalmanazar había cometido el primer error serio en el título del libro. Formosa era una provincia de China, no de Japón. El público al que tanto había deleitado le dio la espalda.

Los Tasaday.

 


En 1972, el gobierno de Filipinas anunció al mundo que había hecho un descubrimiento insólito: en unas islas al sur del país, en los bosques de Mindanao, había aparecido una tribu, los Tasaday, que nunca habían tenido contacto con el resto del mundo. No sólo los antropólogos se mostraron interesados por la tribu y fueron a visitarla, sino también periodistas, curiosos e incluso excursiones infantiles. Los tasaday eran veintiséis individuos que vivían en cuevas y se alimentaban de frutas y pequeños animales. No  realizaban actividades de la civilización como calcular el tiempo, los metales, el arte, las armas, o la domesticación. El gobierno de Ferdinand Marcos estableció en la región una reserva de 187 kilómetros cuadrados para protegerlos. En 1986, un mes después de la caída del gobernador, un periodista suizo, Oswald Iten, llegó hasta la tribu y se encontró con que las cuevas estaban desiertas y los llamados Tasaday vivían en cabañas, usaban cuchillos de metal y en lugar de las ropas hechas de hojas de orquídea vestían camisetas de colores. Los nativos contaron a este periodista que Marcos les había ofrecido dinero y armas a cambio de hacerse pasar por una tribu primitiva.

Las samoanas promiscuas.


La joven antropóloga Margaret Mead, en su primero trabajo de campo, con 25 años de edad, no tenía modo de entablar un diálogo directo con los samoanos puesto que ignoraba el idioma: sus ayudantes fueron dos jóvenes de aproximadamente su edad, Fa’apua’a Fa’amu y Fofoa. Llegó un momento que Fa’apua’a y Fofoa, como le habría ocurrido a cualquier joven de su edad, se sintieron molestas por las insistentes preguntas sobre sus actividades sexuales. Se acogieron a una costumbre local, según la cual da buena suerte engañar a un extraño, y empezaron a largarle todo tipo de historias fantásticas acerca de su vida sexual. Cuando Mead les preguntaba por la mañana dónde habían pasado la noche, Fofoa y Fa’apua’a le decían: “¡Hemos pasado la noche con chicos, sí, con chicos!”. Mead publicó estos datos en su libro, en 1928, Comin of age in Samoa (“Hacerse adulto en Samoa”), un éxito de ventas. Derek Freeman viajó a Samoa para corroborar las historias de Mead, y se encontró con que Fa’apua’a Fa’amu, de 86 años, aún vivía: según Freeman, la anciana admitió haber mentido a la antropóloga, y se mostró arrepentida por ello. De todas formas, aún sigue el debate, ya que también acusaron a Freeman de haber mentido. 

Un mito de hoy en día...



«En la comunidad española circulan, todo el tiempo, muchas leyendas sobre la migración china. Por ejemplo, piensan que "los chinos son inmortales", que "no hay tumbas de chinos en España"», anunciaba el «China Daily» de Pekín, principal periódico chino. En España casi no se registran defunciones chinas porque es una inmigración muy joven, con sólo un 1,7% de mayores de 65 años. Y cuando llegan a viejos, casi siempre optan por regresar a China.

Durante la Segunda Guerra Mundial, EEUU presentó a los japoneses como seres que comían pescado crudo. Los japoneses respondieron: en plena guerra, enviaron en paracaídas a los campamentos de soldados, discos de cantantes de moda. Trataban de despertar la empatía de los estadounidenses y acabar con su propia deshumanización que propagaban estos soldados. 

A veces, sólo el uso de la comunicación, el conocimiento, la empatía y el sentido común acaban contra los errores, falacias y mentiras sobre un "mundo diferente"... 
que no lo es tanto.



Fuentes:
Los años del miedo – Juan Eslava Galán
http://historiasdelahistoria.com/2010/06/16/ahora-ya-nadie-tiene-excusa/
http://usuarios.lycos.es/locoscongracia/disparate/mentira/fraudes.htm

"Errores, falacias y mentiras" Peter Villanueva Hering.