Wednesday, November 30, 2011

Cuando las mujeres mandan: la mujer guerrera.

 
 
 "Una multitud de mujeres aporreando su choza podía despertarle en medio de la noche. Las mujeres bailaban danzas indecentes, entonaban canciones en las que se burlaban de su virilidad y utilizaban el patio de su casa como letrina hasta que éste prometiese enmendarse. A esto lo llamaban «sentarse sobre un hombre » 

Marvin Harris, Nuestra especie.

En muchas tribus, las mujeres viven en unas circunstancias que hacen que su vida sea muy difícil.

Así, es el caso de las mujeres yanomamis y de Papúa de Nueva Guinea, sociedades en las que se practica la patrilocalidad. Al casarse tienen que abandonar sus casas para ir a vivir a la de su marido, lo que las aísla por completo de la protección de los suyos.

Esto es porque en estas pequeñas aldeas la victoria que se da en las cruentas batallas con las aldeas vecinas por la competencia de recursos dependerá de equipos de combate compuestos por varones que se han ejercitado juntos y creen unos en otros. ¿Qué mejor manera de formar equipos de combate que se compongan de padres, hijos, hermanos, tíos y sobrinos paternos corresidentes? Pero para poder permanecer juntos tras el matrimonio, estos varones deben llevarse a sus esposas a vivir con ellos.

Cuando los que viven en pequeñas aldeas se alían con los de las aldeas vecinas y se transforman en jefaturas más complejas y de mayores dimensiones, tiene que recorrer distancias cada vez mayores para cazar y comerciar, lo que los lleva en muchas ocasiones a permanecer fuera del hogar por largas temporadas. Cuando ocurre esto tienen que dejar a alguien al cargo de su casa, los cultivos, etc, pero la esposa no es digna de confianza porque permanece fiel a su propia familia, no a la del esposo, así que esta responsabilidad pasa a manos de la hermana. Aquí tiene lugar un cambio gradual de la patrilocalidad a la matrilocalidad; pues no darán a la hermana en matrimonio a no ser que su marido se traslade a la aldea de ella. 

De esta manera, cuando llegan de sus largos viajes, los maridos se convierten en extraños; son ellos los que se sienten aislados y deben vérselas con un frente unido de miembros del sexo opuesto que llevan toda la vida viviendo juntos. Así pues, allí donde prevalece la matrilocalidad el control de la esfera doméstica tiende a concentrarse, en su totalidad, en manos de las mujeres. Los maridos dejan de ser residentes permanentes para convertirse en una especie de visitantes y el divorcio es frecuente y tan fácil para las mujeres como para los hombres. Si un varón maltrata a la esposa o ésta se harta de él, ella y sus hermanas, madre y tías maternas lo expulsan sin miramientos, enviándolo de vuelta a su propia familia materna. Y el hecho de que el marido se encuentre a menudo ausente hace tanto más sencillo el divorcio.” 

En las sociedades donde existe la matrilocalidad las mujeres tienen mejor nivel de vida al estar protegidas por sus familias y entran en posesión de los medios de producción para influir en las decisiones políticas, militares y religiosas. 

“En las sociedades yoruba, ibo, igbo y dahomey, las mujeres eran propietarias de tierras y cultivaban sus propios productos. Las mujeres dominaban los mercados locales y podían acumular una riqueza considerable gracias al comercio. Para casarse, los varones tenían que pagar el precio de la novia, transacción en sí misma indicativa de que ésta era una persona sumamente valiosa y de que sus padres y parientes no estaban dispuestos a renunciar a ella sin que se les indemnizase por la pérdida de sus capacidades ecónomicas y reproductoras. De hecho, los pueblos del Africa occidental estimaban que tener muchas hijas era ser rico

En lo referente a la conducta sexual, no existía la doble moral. Aunque los hombres practicaban la poliginia, sólo podían acceder a ella una vez consultada la primera esposa y obtenido su permiso. Pero ellas también tenían bastante libertad, y en ocasiones mantenían relaciones extramaritales. Además, en numerosas jefaturas y Estados del Africa occidental, ellas mismas podían abonar el precio de la novia y desposar a otras mujeres, incluso en la sociedad Dahomey. construían una casa para su «esposa» y tomaba las medidas necesarias para que un consorte embarazase a ésta. Pagando los precios de la novia por varias de estas «esposas», una mujer ambiciosa podía hacerse con el control de una diligente unidad doméstica y adquirir riqueza y poder.

Entre los igbos de Nigeria, aunque los gobernantes de esos Estados y jefaturas eran casi siempre hombres, sus madres y hermanas ocupaban cargos que conferían a las mujeres un poder considerable. En algunas de estas sociedades existía la “madre de todas las mujeres” cuyo poder podía ser el mismo que el de los gobernantes masculinos. Un varón que infringiese las normas mercantiles de las mujeres, permitiese que su cabra devorase los cultivos de una mujer o maltratase a la esposa, se exponía a una venganza colectiva. Una multitud de mujeres aporreando su choza podía despertarle en medio de la noche. Las mujeres bailaban danzas indecentes, entonaban canciones en las que se burlaban de su virilidad y utilizaban el patio de su casa como letrina hasta que éste prometiese enmendarse. A esto lo llamaban «sentarse sobre un hombre » .
Por supuesto, en estas sociedades  no existen ni el elevado índice de infanticidio ni la preferencia por los hijos varones.

Pero la subordinación del varón en estas sociedades no alcanza el grado de subordinación de la mujer en las aldeas machistas. Esto no se debe sin embargo a una falta de crueldad y de piedad por parte de las mujeres, sino a una falta de poder, porque en estas sociedades estratificadas la mayoría de los varones ya no estaban entrenados desde la infancia en la caza de hombres, ni siquiera en la caza de animales. En vez de ello, se ven reducidos a la condición de campesinos desarmados y la mayoría de las mujeres ya no tenían que tratar con maridos cuyas dotes para la violencia se hubiesen curtido en el campo de batalla.

En cambio, en la India septentrional, el tener muchas hijas suponía un desastre económico para la familia, porque el padre tenía que abonar a cada marido de estas con dinero, joyas o telas; de ahí el alto índice de infanticidio. En los últimos tiempos, a algunos maridos les ha dado por reclamar dotes complementarias, lo que ha originado una oleada de quemas de novias. Además, a las viudas en esta sociedad, se les obliga a llevar una vida de reclusión, sin esperanza de un nuevo matrimonio, sujetas a tabúes alimentarios que las mataban de hambre… lo que provocaba que muchas de ellas prefiriesen la hoguera a la viudedad. 

¿A qué obedecen estas diferencias?

Cuando mujeres y hombres están igualmente capacitados para desempeñar funciones militares y productivas, el estatus femenino alcanza la paridad con el masculino. Se puede observar claramente comparando estas dos culturas de las que hablamos, África occidental y la India septentrional, donde la forma de producción de la primera no exige tanto la fuerza física que beneficie al hombre como la segunda.

En el Africa occidental, la principal herramienta agrícola no era el arado tirado por bueyes, como en la india septentrional, sino la azada de mango corto, de modo que, sin otra herramienta que simples azadas, las mujeres podían ser tan eficaces como los varones.
En la propia India, se cumple también en lo que atañe a extensas regiones al sur y al este de Kerala. Los estados agrarios de Sri Lanka, el sudeste asiático e Indonesia se basan todos en la producción «húmeda»» de arroz, en la que las mujeres tienen, como mínimo, la misma importancia que los varones para realizar tareas decisivas, y es precisamente en estas regiones donde las mujeres han disfrutado tradicionalmente de niveles excepcionalmente elevados de libertad y poder en las esferas pública y doméstica.

En la India septentrional, la contribución de las mujeres en la agricultura era menor. Los hombres monopolizaban el manejo de los arados tirados por bueyes y éstos eran indispensables para roturar los duros suelos. Esto hace un efecto cadena que provoca que los hombres se alcen con el monopolio del comercio, en ser los primeros en alfabetizarse ya que tenían que llevar los registros del comercio, y lo mismo ocurrió con las ramas administrativas del gobierno, donde adquirían este poder por su superior fuerza física. 

Sin embargo, esto ya no ocurre en sociedades como la nuestra, donde la mayor fuerza física no tiene esa importancia ya que mujeres y hombres se enfrentan en las mismas condiciones. ¿Qué necesidad hay de fuerza muscular si los procesos de producción decisivos se desarrollan en fábricas automatizadas o mientras las personas están sentadas en oficinas informatizadas? Así, esto explicaría el mayor grado de igualdad que existe en nuestra sociedad.

Pero existe una última barrera a la igualdad entre los sexos. A pesar de la importancia menguante de la fuerza bruta en la guerra, las mujeres siguen excluidas de las funciones de combate en los ejércitos del mundo. ¿Se puede instruir a las mujeres para que sean tan eficaces como los varones en el combate armado con misiles balísticos intercontinentales, bombas inteligentes y sistemas de artillería informatizados? No veo razón para ponerlo en duda. Pero las mujeres deben decidir si desean ejercer presiones para obtener la igualdad de oportunidades en el campo de batalla o para obtener algo distinto:  
el fin de la guerra y el fin de la necesidad social de criar guerreros de talante machista, 
trátese de varones...
o de hembras.

Una mujer indígena sostiene a su hijo mientras se resiste al avance la policía estatal que trata de expulsarla, junto a otras 200 personas pertenecientes al Movimiento de los Sin Tierra, de una propiedad privada a las afueras de Manaos, en el Amazonas brasileño.

Saturday, November 26, 2011

Ishi y El hombre del agujero: los últimos de su tribu.


ISHI

"Aquí no queda ninguna presencia de espíritus. Soy el último del Pueblo, cuando haya desaparecido, será como si nunca hubiésemos existido."


Ishi fue un indio Yahi, nacido alrededor de 1860. Los Yahi formaban parte de un grupo tribal más grande llamado Yana. Esta tribu vivía en los valles montañosos del norte californiano a placer, pero la fiebre del oro desató el arribo descontrolado de miles de personas en busca de la “América dorada” en 1848. Como la zona aurífera coincidía con su hábitat, los yana se vieron forzados a moverse de su antiguo territorio. 

“El Gran Valle es más grande que la mayor de las praderas. No uno, sino muchos ríos atraviesan trazando vueltas y curvas. Las encinas crecen altas y cargadas de bellotas. ¡Y las hierbas cubren la tierra! En un tiempo, el pueblo del valle y los ciervos del valle engordaban aquí y había gran cantidad de ellos. Ahora engordan los sàldu (hombre blanco) y sus vacas. ¡Muchos sàldu!, están en todas partes... ¡demasiados sàldu!” 

Ocasionalmente hubo encontronazos con la gente blanca lo que llevó a organizar matanzas descontroladas. La más famosa de ellas fue la masacre de Three Knolls en 1865 y luego le sucedieron otras en 1866, 1867 y 1868 que lograron dejar con vida sólo a 30 yanas. Asustados de la presencia de los hostiles colonizadores, se retiraron hacia lo más profundo de los cañones y cuevas de Deer Creek, para no tener contacto nunca más con la civilización. Entre ese grupo se encontraba el jovencito Ishi. Los años pasaron y fueron quedando sólo Ishi y su familia pero, en 1908, tras el descubrimiento por una expedición de técnicos de una presa hidroeléctrica de su último escondite, no quedó más que uno: Ishi.

Los siguientes tres años los pasó deambulando y evitando el contacto humano. Finalmente, hambriento y ya sin poder juntar su comida por depredación de su hábitat se entrega en 1911 al “mundo de los saldu”. en la ciudad de Oroville, en la parte Norte de California. El sheriff no sabía qué hacer con Ishi, y lo metieron en una celda de la cárcel. 

Ishi no tenían forma de comunicarse con la gente del pueblo porque sólo hablaban la lengua Yahi, hasta que el antropólogo T. T. Waterman llegó a Oroville con una lista de algunas palabras Yana. Sam Batwi, de la tribu Yana, llegó a ser un intérprete para Ishi, aunque los dos hombres hablaban diferentes dialectos. Finalmente, Waterman llevó a Ishi al Museo de Antropología en San Francisco, donde vivió el resto de su vida. 

La vida en San Francisco fue muy diferente de cualquier cosa que Ishi había imaginado. En su tierra Deer Creek, Ishi nunca vio más de 30 o 40 personas al mismo tiempo. En San Francisco, Ishi estaba más sorprendido por la gran multitud de personas en la playa que por el mar, que lo veía por primera vez. Cuando Ishi fue a su primera obra de teatro musical en un teatro de San Francisco, estaba tan sorprendido por el tamaño de la audiencia que sólo miraba a la gente más que a la obra.

“Ahora lo sé: no hay nada que esté mal en los pies de los sáldu. Lo que está mal es lo que vosotros llamais zapatos. ¿Cómo sabes por dónde andas cuando tus pies no tocan la tierra?"

En el museo, ayudó a preservar el idioma, las canciones, las historias (podía estar seis horas seguidas contando una historia) y habilidades de su gente para que otros pudieran recordar y aprender sobre la forma de vida de los Yahi.

Ishi murió de tuberculosis en 1916.

Una vez que aprendió inglés le preguntaron cual era su nombre. Él respondió Ishi, que en su lengua significa hombre. Nunca quiso decir su verdadero nombre. Cuando le preguntaron por qué, el respondió “No tengo ninguno, porque no hay gente para nombrarlo”


De todas formas, esto pasó hace mucho tiempo.

Hoy, sigue ocurriendo lo mismo.


EL HOMBRE AGUJERO.


Es el último eslabón de no se sabe quiénes. No conocemos su identidad, ni su nombre, ni la nación a la que pertenece, porque ya no tiene un pueblo al que pertenecer. Él solo es su pueblo y sólo es de la selva. 

La antropóloga Fiona Watson, Directora de Investigación de Survival, había viajado a Rondonia (el estado de la Amazonia brasileña cuyo nombre hace honor al General Rondón, aquel militar que puso, entre los primeros, su interés en salvaguardar las vidas y los derechos de los indígenas amazónicos) para conocer a los Akuntsu.

Los Akuntsu le ganan al Hombre del Agujero por cinco, cinco sobrevivientes de una etnia que fueron contactados no hace mucho tiempo. 



La antropóloga, mientras estaba ocupada en ponerse al tanto de la realidad de los Akuntsu, supo de la existencia de un indígena solitario que no aceptaba entrar en contacto. 

Agentes de campo se desplazaron hasta la zona del avistamiento, y encontraron una pequeña choza con un extraño hoyo en el centro. La búsqueda continuó, y encontraron más chozas, pero fuera quien fuese quien las construía, se esfumaba una y otra vez. Finalmente lo localizaron; se trataba de un hombre de treinta y tantos (que ahora debe rondar el medio siglo), que se movía desnudo y con un arco y flechas a la espalda. Uno de los agentes federales se acercó demasiado y recibió una muestra de hospitalidad: una flecha en el pecho. 

Investigaciones posteriores hallaron los restos de una docena larga de chozas con el mismo tipo de hoyo en su interior; catorce en total. De esos restos y del estado en general de lo que parecía ser un poblado, los investigadores dedujeron lo sucedido: a principios de 1996 toda la tribu del hombre solitario fue asesinada para quedarse con sus tierras. La constitución brasileña garantiza a los pueblos indígenas la posesión de las tierras que ocupan de manera tradicional, por lo que, cuando la industria maderera o colonos sin escrúpulos encuentran alguna tribu, simplemente la exterminan. Una auténtica tragedia que por lo visto es el pan nuestro de cada día en la Amazonia brasileña.

El Hombre del Agujero como lo conoce la gente de FUNAI (la Fundación Nacional del Indígena) vive en Tanarú, unos 40 kilómetros al noroeste de los Akuntsu. Para proteger la seguridad del indio, el gobierno decretó una zona de exclusión de 31 kilómetros cuadrados alrededor de su supuesta localización; lo que no gustó en absoluto a los madereros. Cada dos o tres años esa Restricción de Uso debe ser renovada y así lo cumplió la FUNAI en la fecha correspondiente, 27 de octubre de 2009. Apenas se firmó la renovación, el Hombre del Agujero fue atacado.

Una única imagen existe del Hombre del Agujero. La tomó el cineasta Vincent Carelli mientras filmaba Corumbiara, un documental sobre las masacres perpetradas en la Amazonia. En un intento de contactarlo, se intuye entre el follaje la sombra de su rostro. La cámara se acerca velozmente para mostrar la cara morena que apenas se deja ver por un hueco entre las hojas, sin sobrepasar el límite del follaje. En cualquier caso, son ya quince años de aislamiento total; y no parece posible que aguante mucho más. Cuando el indio solitario muera, su cultura, su tribu entera, habrá muerto con él.



"Mi mayor temor es que si nos dejamos llevar hacia esta cultura única, mundial, genérica y amorfa, no sólo se reducirá el rango de la imaginación humana, a un modo de pensar estrecho, sino que un día nos despertaremos como de un sueño habiendo olvidado incluso que existieron otras posibilidades" 
Margaret Mead, antropóloga.
 
Fuentes:

Libro "Ishi. El último de su tribu. Crónica antropológica de un indio americano” de Theodora Kroeber.


Thursday, November 24, 2011

Los Sadhus o porqué sólo se valora lo que se consigue con esfuerzo.

Un sadhu (Saa-dhu) es un asceta hindú que  sigue el camino de la penitencia y la austeridad para obtener la iluminación. Un concepto que necesitaría muchas encarnaciones, los Sadhus, hombres santos de la India, cojen un atajo y viven por y para encontrar esta iluminación en la vida presente. 

El estilo de vida sadhu corresponde con la última, y cuarta, de las etapas en la vida de un hinduista, pues todas las personas que practiquen esta religión deben pasar primero por los estudios, luego por ser padres, más tarde peregrinos y por último sadhus. Por ese motivo se ven tantos sadhus ancianos cerca de las orillas de los ríos, especialmente del Ganges. Se están preparando para morir.

Por lo general viven solos, al margen de la sociedad pasan los días en la devoción de su deidad elegida, dejando atrás todas las ataduras materiales para liberarse a un mundo con la realidad divina. Dedican su vida a los rituales, la meditación y al yoga. Suelen ser nómadas y peregrinos que van recorriendo el país en busca de lugares sagrados y festivales, y rara vez se establecen mucho tiempo en un mismo sitio. Son vegetarianos estrictos, no beben alcohol, practican la castidad y la renuncia a cualquier tipo de placer material. Son ascetas en el pleno sentido de la palabra y se han despojado de todo lo que tenían, incluyendo su familia, condiciones de casta, etc. 

Algunos realizan rituales mágicos, como los Changing, que realizan una ofrenda ritual de productos alimentarios a los humeantes montones de estiércol de vaca en el marco de un fuego sagrado.

 38 años con el brazo levantado.
Otros practican intensas formas de yoga y meditación. Los Khareshwari, que practican el voto de no sentarse ni acostarse durante 12 años. Se trata de una austeridad dolorosa, la hinchazón de piernas y pies tienden a desarrollar úlceras persistentes. Pueden caminar, pero su único medio de descanso es un cabestrillo donde poder apoyar una de sus piernas. Un árbol es el lugar tradicional para la austeridad de pie, se le denomina Vrik-asanas, árbol que significa postura, de hecho el Khareshwari se asemeja a un árbol, los pies hinchados de los devotos que parecen raíces.

Los Aghori llevan una vida de extrema meditación y espiritualidad y por lo general no suelen llevar ningún tipo de vestimenta, solo en algunos casos aparecen vestidos con el sudario de algún fallecido o embadurnados con las cenizas de una cremación. Suelen portar un cráneo humano que utilizan a modo de cuenco para beber.
Pueden comer carne cruda de cadáveres que aparecen flotando en el río Ganges, o carne quemada procedente de alguna cremación. Creen que el canibalismo les confiere poderes sobrenaturales, así como beneficios físicos tales como evitar el envejecimiento. Para ellos, un cadáver no es más que materia natural que carece de la fuerza vital que alguna vez tuvieron. Con el consumo de carne humana prueban que nada es profano, y que la materia muerta simplemente pasa de un estado a otro.

Los Nagas son los más prominentes ya que se mantienen desnudos, cubiertos solamente con un "vibhuti" o cenizas sagradas. Dejan crecer su pelo en bucles llamados "jata". Se dice que pasan la mayor parte de sus vidas en pleno Himalaya, donde viven al margen de la sociedad desde el momento en que deciden convertirse en ascetas. Algunos de ellos fueron entregados por sus padres a un gurú que, tras adoctrinarles y utilizarles como esclavos durante años, les permitió convertirse a su vez en maestros. Otros por sí mismos decidieron abandonar el mundo material y renacer en el espiritual. Tanto es así, que los hay que celebran su propio funeral y se deshacen de todos sus bienes y documentos. 

El Estado indio, que reconoce la muerte legal –aunque no física- de los sadhus, dejará en ese momento de considerarles ciudadanos de este mundo. Ha muerto un hombre y ha nacido un sadhu.
La organización dentro de la secta es extremadamente rígida y tiene forma piramidal. En las celebraciones religiosas masivas -como el Kumbha Mela- se producen a veces verdaderas batallas campales entre sectas o facciones de sadhus, y es entonces cuando entran en acción las espadas, las lanzas o los tridentes que normalmente portan sólo como símbolos religiosos. Algunas han surgido como escisiones que han dado lugar a nuevas sectas: por ejemplo la secta Juna sólo prestan obediencia ciega a Soham Baba, su mahamandalesvara, o gran jefe, y son capaces de pelear hasta la muerte contra los seguidores de una secta rival.

"Es un mundo complejo, muy primitivo y poco conocido. Los naga siempre han despertado entre la gente una mezcla de fascinación y temor, y todavía hay quien piensa que efectivamente son muertos cuyo cuerpo está ocupado por el espíritu de Shiva y, como tales, hay que respetarlos", dice el antropólogo indio Anil Bhose.

Los sadhus son la respuesta en India para el sistema de valores. Han dejado atrás todas las ataduras materiales para liberarse a un mundo con la realidad divina, y viven en cuevas, bosques y templos por toda la India. Existen alrededor de 4 ó 5 millones de sadhus hoy en día en el país, y son personas respetadas, veneradas e incluso temidas. De hecho, a ellos sí que se les permite el uso de hachís y cannabis pese a que su consumo es ilegal tanto en India como en Nepal y son mantenidos por todos los ciudadanos que les donan alimentos.

Las historias sobre los sadhus centenarios que subsisten en los profundos bosques del Himalaya practicando el yoga y ayunando durante meses pueden ser sólo leyenda. Pero se sabe que el carácter guerrero algunos sadhus les llevó a plantar batalla a los musulmanes que invadieron la India en el siglo XII, y más tarde a los británicos. Con su empeño por mantenerse al margen de la sociedad y del mundo material, se diría que los sadhus están resistiéndose a perder la guerra contra una nueva invasión: la de la modernidad.

Y es lógico si pensamos que en realidad, los que nos autodenominamos modernos nos comportamos las más de las veces como auténticos sadhus sin causa:


Un hombre entra en una zapatería, y un amable vendedor se le acerca:

- ¿En qué puedo servirle, señor?
- Quisiera un par de zapatos negros como los del escaparate.
- Cómo no, señor. Veamos: el número que busca debe ser... el cuarenta y uno. ¿Verdad?
- No. Quiero un treinta y nueve, por favor.
- Disculpe, señor. Hace veinte años que trabajo en esto y su número debe ser un cuarenta y uno. Quizás un cuarenta, pero no un treinta y nueve.
- Dígame: ¿quién va a pagar los zapatos, usted o yo?
- Usted.
- Bien. Entonces, ¿me trae un treinta y nueve?

El vendedor, entre resignado y sorprendido, va a buscar el par de zapatos del número treinta y nueve. Por el camino se da cuenta de lo que ocurre: los zapatos no son para el hombre, sino que seguramente son para hacer un regalo.

- Señor, aquí los tiene: del treinta y nueve, y negros.
- ¿Me da un calzador?
- ¿Se los va a poner?
- Sí, claro.
- ¿Son para usted?
- ¡Sí! ¿Me trae un calzador?

El calzador es imprescindible para conseguir que ese pie entre en ese zapato. Después de varios intentos y de ridículas posiciones, el cliente consigue meter todo el pie dentro del zapato.

Entre ayes y gruñidos camina algunos pasos sobre la alfombra, con creciente dificultad.

- Está bien. Me los llevo.

Al vendedor le duelen sus propios pies sólo de imaginar los dedos del cliente aplastados dentro de los zapatos del treinta y nueve.

- ¿Se los envuelvo?
- No, gracias. Me los llevo puestos.

El cliente sale de la tienda y camina, como puede, las tres manzanas que le separan de su trabajo. Trabaja como cajero en un banco.

A las cuatro de la tarde, después de haber pasado más de seis horas de pie dentro de esos zapatos, su cara está desencajada, tiene los ojos enrojecidos y las lágrimas caen copiosamente de sus ojos.

Su compañero de la caja de al lado lo ha estado observando toda la tarde y está preocupado por él.

- ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal?
- No. Son los zapatos.
- ¿Qué les pasa a los zapatos?
- Me aprietan.
- ¿Qué les ha pasado? ¿Se han mojado?
- No. Son dos números más pequeños que mi pie.
- ¿De quién son?
- Míos.
- No te entiendo. ¿No te duelen los pies?
- Me están matando, los pies.
- ¿Y entonces?
- Te explico -dice, tragando saliva-. Yo no vivo una vida de grandes satisfacciones. En realidad, en los últimos tiempos, tengo muy pocos momentos agradables.
- ¿Y?
- Me estoy matando con estos zapatos. Sufro terriblemente, es cierto... Pero, dentro de unas horas, cuando llegue a mi casa y me los quite, ¿imaginas el placer que sentiré? ¡Qué placer, tío! ¡Qué placer!

A veces, hay que pararse y pensar si realmente lo que se hace con tanto esfuerzo merece la pena, si es verdaderamente tan valioso que merezca tanto esfuerzo.
O como decía el escritor Gabriel Garcia Marquez: “Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien las merezca, no te hará llorar”



Fuentes:

Sunday, November 20, 2011

El mono desnudo: el mono espacial que orina (2ª parte)

"Si la población sigue creciendo al mismo ritmo, dentro de 260 años habrá una masa bullidora de 400.000 millones de monos desnudos. Pero no pensemos más en esta pesadilla, mucho antes nos habremos derrumbado como especie dominante"

"Deberíamos adaptar nuestros inteligentes adelantos oportunistas a nuestras existencias básicas de comportamiento, (...) sin negar nuestra herencia evolutiva."

Fragmento del libro "El mono desnudo", Desmond Morris:

"Si nuestra población sigue creciendo al espantoso ritmo actual, llegará un momento en que habremos de elegir entre ellos y nosotros. La cruda verdad es que, cuando la densidad de nuestra especie alcance determinado grado, no sobrará espacio para los otros animales. A menos que podamos colonizar otros planetas en gran escala, o que limitemos seriamente el aumento de población, no tendremos más remedio que eliminar, en un futuro no muy lejano, todas las otras formas de vida sobre la Tierra.

Si esto les parece demasiado dramático, observen las cifras concernientes al caso. Al terminarse el siglo XVII, la población mundial de monos desnudos era sólo de 500 millones. Actualmente ha alcanzado los 7.000 millones. Cada veinticuatro horas, aumenta en unos 150.000. (Las autoridades de emigración interplanetaria verán en esta cifra un reto aterrador.) Si la población sigue creciendo al mismo ritmo -cosa que no es probable-, dentro de 260 años habrá una masa bullidora de 400.000 millones de monos desnudos sobre la faz de la Tierra. Dicho en otras palabras, la densidad que observamos hoy en nuestras ciudades importantes sería la de todos los rincones del Globo. Las consecuencias que esto tendría para todas las demás formas de vida es evidente. Pero el efecto que tendría sobre nuestro propia especie es igualmente aterrador.

Pero no pensemos más en esta pesadilla, la posibilidad de que llegue a convertirse en realidad es muy remota. Como se ha hecho resaltar a lo largo de este libro, seguimos siendo, a pesar de nuestros grandes adelantos tecnológicos, un simple fenómeno biológico. Por muy grandiosas que sean nuestras ideas y por muy orgullosos que nos sintamos de ellas, seguimos siendo humildes animales, sometidos a todas las leyes básicas del comportamiento animal. Mucho antes de que nuestra población alcance los niveles que se dejan apuntados, habremos quebrantado un número tan grande de las normas que rigen nuestra naturaleza biológica, que nos habremos derrumbado como especie dominante. Tendemos a dejarnos llevar a la extraña ilusión de que esto no ocurrirá jamás, de que hay en nosotros algo especial que nos sitúa por encima del control biológico. Pero no es así. Muchas especies interesantes se han extinguido en el pasado, y nosotros no constituimos la excepción. Más pronto o más tarde, nos iremos y dejaremos nuestro sitio a algo distinto. Si queremos que esto tarde en ocurrir, debemos estudiarnos a fondo como ejemplares biológicos, y darnos cuenta de nuestras limitaciones. Por esto he escrito este libro y por esto he insultado a nuestra especie, dándole el nombre de monos desnudos, en vez del más corriente que solemos emplear. Esto nos ayudará a conservar el sentido de la proporción y nos obligará a considerar lo que sucede debajo de la superficie de nuestras vidas. 


Pero quizá llevado por el entusiasmo, he exagerado mi tesis. Habría podido cantar muchas alabanzas y describir magníficas hazañas. Al omitirlas, he dado, inevitablemente, una versión parcial del caso. Somos una especie extraordinaria, y no pretendo negarlo ni menospreciarla. Pero esto se ha dicho ya muchas veces. Cuando arrojamos la moneda al aire, parece caer siempre de cara, y pensé que ya era hora de que le diésemos la vuelta para ver lo que hay en la cruz. Desgraciadamente, y debido a nuestro poderío y a nuestros éxitos en comparación con otros animales, la contemplación de nuestro humilde origen nos parece bastante desagradable; no espero, pues, que me den las gracias por lo que he hecho. Nuestra ascensión a la cima parece una historia de enriquecimiento rápido, y como todos los nuevos ricos, nos mostramos muy remilgados en lo tocante a nuestro pasado. Algunos optimistas opinan que, dado el alto nivel de inteligencia que hemos alcanzado y nuestras grandes dotes de invención, seremos capaces de resolver favorablemente cualquier situación; que somos tan dúctiles que podemos amoldar nuestra vida a las nuevas exigencias de nuestro veloz desarrollo como especie; que, cuando llegue el momento, sabremos solventar los problemas de la superpoblación, de la tensión, de la pérdida de nuestra intimidad y de nuestra independencia de acción; que reharemos nuestras normas de comportamiento; que controlaremos nuestros sentimientos agresivos y territoriales, nuestros impulsos sexuales y nuestras tendencias parentales; que nuestra inteligencia puede dominar todos nuestros básicos impulsos biológicos. 

Yo presumo que todo esto son monsergas. 

Nuestra cruda naturaleza animal no lo permitirá nunca. Desde luego, somos flexibles. Desde luego, observamos un comportamiento oportunista; pero la forma que puede tomar nuestro oportunismo está severamente limitada. Al hacer hincapié en nuestros rasgos biológicos, he pretendido demostrar en este libro la naturaleza de estas restricciones. Si las conocemos claramente y nos sometemos a ellas, nuestras probabilidades de supervivencia serán mucho mayores.

Esto no implica un ingenuo «retorno a la Naturaleza». Significa, únicamente, que deberíamos adaptar nuestros inteligentes adelantos oportunistas a nuestras existencias básicas de comportamiento. Debemos mejorar en calidad, más que en simple cantidad. Si lo hacemos así, podremos seguir progresando tecnológicamente, de manera impresionante y dramática, sin negar nuestra herencia evolutiva. Si no lo hacemos, nuestros impulsos biológicos reprimidos se irán hinchando más y más hasta reventar los diques, y toda nuestra complicada existencia será barrida por la riada"

"El problema del mundo no es que haya poco, sino que hay demasiado". Gandhi.

Saturday, November 19, 2011

El mono desnudo: el mono espacial que orina (1ª parte)

"(El homo sapiens) se muestra orgulloso de poseer el mayor cerebro de todos los primates, pero procura ocultar la circunstancia de que también tiene el mayor pene"

Desmond Morris, zoólogo y etólogo inglés, es el autor de "El mono desnudo", este ensayo científico o divulgación científica hecha novela, en el que trata de presentarnos el origen, evolución, vida y aspectos socioculturales del ser humano desde el punto de vista zoológico: Como si de un estudio de cualquier especie animal recién descubierta se tratase nos hace ver el comportamiento primate que aun subyace en nuestras reacciones, el sexo, las relaciones personales… Y aunque fue publicado en 1967 sigue estando vigente. No podrás ignorar nuestro pasado evolutivo animal ni que estás sometido a las leyes básicas del comportamiento animal.


Algunos párrafos o fragmentos del libro: 

ORIGENES

Hay ciento noventa y tres especies vivientes de simios y monos. Ciento noventa y dos de ellas están cubiertas de pelo. La excepción la constituye un mono desnudo que se ha puesto a sí mismo el nombre de Homo Sapiens. Esta rara y floreciente especie pasa una gran parte de su tiempo estudiando sus más altas motivaciones, y una cantidad de tiempo igual ignorando concienzudamente las fundamentales. Se muestra orgulloso de poseer el mayor cerebro de todos los primates, pero procura ocultar la circunstancia de que también tiene el mayor pene, y prefiere atribuir injustamente este honor al vigoroso gorila. Es un mono muy parlanchín, sumamente curioso y multitudinario, y ya es hora de que estudiemos su comportamiento básico.

Podría argüirse que la evolución pudo haber dado un paso menos drástico, desarrollando un animal carnicero más parecido al gato o al perro. Pero habría significado tener que competir con éstos en su propio terreno. En vez de esto, se siguió un procedimiento completamente nuevo, el empleo de armas artificiales, y dio buen resultado.

El paso siguiente al empleo de herramientas fue la confección de las mismas, y, paralelamente a este progreso se perfeccionaron las técnicas de caza, no sólo en lo tocante a las armas, sino también a la colaboración social y sus métodos de organización social. El mono cazador tenía ya un cerebro mucho mejor que el lobo y podía ejercitarlo en problemas tales como la comunicación y la colaboración en grupo. Así, pudo desarrollar maniobras cada vez más complejas. Y el cerebro siguió creciendo.

Al aumentar la complejidad de la caza y hacerse más largas las excursiones, el mono cazador sintió la necesidad de abandonar la vida incierta y nómada de sus antepasados. Necesitaba una morada base, un lugar al que volver con sus presas y donde las hembras y los pequeñuelos pudiesen esperar y compartir el yantar..

De esta manera el mono cazador se convirtió en mono sedentario. Y esto afectó a toda su estructura social, familiar y sexual. Su antigua vida nómada de comedor de frutos periclitó rápidamente. Era un mono con responsabilidades. Empezó a preocuparse del equivalente prehistórico de las máquinas lavadoras y los frigoríficos. El mono de los bosques, convertido sucesivamente en mono a ras de tierra, en mono cazador y en mono sedentario, se ha transformado en mono cultural. 


Y ahí tenemos a nuestro Mono Desnudo, vertical, cazador, fabricante de armas, territorial, neoténico, cerebral, primate por linaje y carnívoro por adopción, dispuesto a conquistar el mundo. Pero es un producto novísimo y experimental, y, con frecuencia, los modelos nuevos presentan imperfercciones. Sus principales agobios derivarán el hecho de que sus progresos culturales rebasarán a todos los progresos genéticos. Sus genes quedarán rezagados, y tendremos que recordar constantemente que, a pesar de todos sus éxitos en la adaptación del medio, sigue siendo, en el fondo, un mono desnudo. ("Aunque la mona se vista de seda, mona se queda") Incluso el mono espacial tiene que orinar. 


SEXUALIDAD
 

Parece evidente que el anormal crecimiento de nuestras comunidades exigirá algunas medidas de esta clase para contrarrestar el creciente peligro social de un enorme aumento de actividades sexuales fuera de la pareja. Su naturaleza biológica se rebela sin cesar. En cuanto se aplican controles artificiales en un sentido, surgen inmediatamente las contramedidas. Esto conduce, a menudo, a unas situaciones ridículamente contradictorias. La hembra se cubre los senos, y seguidamente acentúa su forma con un sostén. En algunos casos, llegan al extremo de acudir a la cirugía estética. El mono desnudo que mediante el lavado suprime sistemáticamente su propio olor biológico, lo reemplaza a continuación con perfumes comerciales sexy.

Echando ahora una mirada retrospectiva a todo el escenario sexual, podemos observar que nuestra especie ha permanecido mucho más fiel a sus fundamentales impulsos biológicos de lo que habríamos podido imaginar en un principio. En realidad, lo que ha ocurrido en todos los pueblos grandes o ciudades ha sido que los individuos que moran en ellos se han especializado en sus técnicas de caza (de trabajo), pero han conservado su sistema sociosexual más o menos en su forma primitiva. El mono del espacio sigue llevando en la cartera el retrato de su mujer y sus hijos, mientras navega a toda velocidad con rumbo a la Luna.
 

CRIANZA

Aparte de la protección, la alimentación, el aseo y los juegos con sus retoños, los deberes paternales comprenden también el importantísimo proceso de instrucción. Como en otras especies, éste se consigue mediante un sistema de premio y castigo que se modifica gradualmente, adaptándose al aprendizaje de ensayo de los pequeñuelos. Pero, además de esto, el pequeño aprenderá rápidamente por imitación, fenómeno relativamente poco desarrollado en la mayoría de los otros mamíferos, pero altamente perfeccionado entre nosotros. Muchas cosas que otros animales tienen que aprender trabajosamente por sí mismos, lo aprendemos nosotros muy de prisa, siguiendo el ejemplo de nuestros padres. El mono desnudo es un mono docente. Mucho de lo que hacemos en nuestra edad adulta se funda en esta absorción imitativa durante los años de nuestra infancia. Es la inmutable obediencia a estas impresiones (junto con nuestros impulsos instintivos, cuidadosamente disimulados) lo que hace tan difícil en las sociedades el cambio de costumbres y de «creencias». Incluso cuando se enfrenta con ideas nuevas, estimulantes e ingeniosamente raciales, la comunidad sigue aferrada a sus antiguas costumbres y prejuicios. Afortunadamente, poseemos un poderoso antídoto contra esta debilidad inherente al proceso de aprendizaje imitativo. Tenemos una agudizada curiosidad, una necesidad intensa de explorar. 

EXPLORACIÓN 

Entre los animales no especializados, los monos son quizá los más oportunistas. Como grupo, se han especializado en la no especialización. Y entre los cuadrúmanos, el mono desnudo es el más oportunista de todos. 
Esta es, precisamente, otra faceta de su evolución neotérica. Todos los jóvenes monos son curiosos, pero el impulso de su curiosidad tiende a menguar al convertirse en adultos. En nosotros, la curiosidad infantil se fortalece y se extiende a nuestros años maduros. Nunca dejamos de investigar. Nunca pensamos que sabemos lo bastante para ir tirando. Cada respuesta nos lleva a otra pregunta, éste ha sido el más grande ardid de supervivencia de nuestra especie.


LUCHA
 

La lealtad en la caza se convirtió en lealtad en la lucha. Cuando en relación con la caza, mejoramos esta importante cualidad, nos fue de gran utilidad; pero ahora se ha vuelto contra nosotros. La lealtad en la caza se convirtió en lealtad en la lucha, y así nació la guerra. Por curiosa ironía, la evolución del impulso, profundamente arraigado, de ayudar a nuestros compañeros fue la causa principal de todos los grandes horrores de la guerra. El ha sido el que nos ha empujado y nos ha dado nuestras letales cuadrillas, chusmas, hordas y ejército. Sin él, éstos carecerían de cohesión, y la agresión volvería a ser «personalizada».

Se ha sugerido que, debido a que evolucionamos como cazadores, llevamos en nosotros una tendencia innata a asesinar a nuestros oponentes. Como ya he explicado, las pruebas lo desmienten. El animal quiere la derrota del enemigo, no su muerte; la finalidad de la agresión es el dominio, no la destrucción y, en el fondo, no parecemos diferentes, a este respecto, de otras especies. No hay razón alguna para que no sea así. Lo que ocurre es que, debido a la cruel combinación de ataque a distancia (bombas...) con el cooperativismo de grupo, el primitivo objetivo se ha borrado a los ojos de los individuos involucrados en la lucha. Estos atacan, más para apoyar a sus camaradas que para dominar a sus enemigos.
 

ALIMENTACIÓN
 

Hay un aspecto de nuestro verdadero gusto que requiere comentario especial, y es nuestra innegable afición a lo dulce. Es algo totalmente ajeno al verdadero carnívoro, pero típico del primate. Cuando la comida natural de los primates madura y adquiere las condiciones adecuadas para su consumo, suele también endulzarse; por esto los monos reaccionan favorablemente a todo lo que posee este sabor en alto grado. También a nosotros, como a los otros primates, nos cuesta despreciar «lo dulce». Este gusto nos place más que los otros. Tenemos «dulcerías», pero no «tiendas de agrios». Después de la comida fuerte, solemos terminar con una compleja serie de sabores dulces, para que sea este gusto el más duradero. Y es todavía más significativo que, cuando ocasionalmente tomamos algo entre horas, casi siempre escogemos sustancias dulces, como caramelo, chocolate, helados o bebidas azucaradas. Tan fuerte es esta tendencia, que puede acarrearnos dificultades. Sustancias comestibles sin ningún valor desde el punto de vista alimenticio, pueden convertirse en sumamente atractivas con sólo añadirles una gran cantidad de dulzor artificial. Si despiertan nuestra vieja debilidad de primates de su sabor «superdulce», nos vemos expuestos a atiborrarnos de ellos.
 

CONFORT
 

Hay muchos ejemplos de dolencias corrientes y que podríamos llamar de «invitación al aseo», como son la tos, los resfriados, la gripe, el dolor de espalda, la jaqueca, algunos trastornos gástricos, el dolor de garganta, el estado bilioso, las anginas y la laringitis. El estado del paciente no es grave, pero sí lo bastante enfermizo para justificar unos mayores cuidados por parte de sus compañeros de sociedad. Los síntomas actúan de la misma manera que las señales de invitación al aseo, motivando comportamientos confortadores por parte de médicos, enfermeras, farmacéuticos, amigos y parientes. El paciente provoca una reacción de simpatía amistosa y de atención, y, en general, esto basta para curar la enfermedad. La administración de píldoras y de medicamentos sustituye a las antiguas acciones de aseo y da pie a un rito operacional. La exacta naturaleza de los medicamentos tiene poca importancia entre las prácticas de la medicina moderna y las de los antiguos hechiceros. Todos somos, hasta cierto punto, cuidadores frustrados, además de pacientes, y la satisfacción que se puede obtener de cuidar al enfermo es tan fundamental como la causa de la enfermedad.


Friday, November 11, 2011

Dime qué droga tomas y te diré quién eres: Antropología de las Drogas.

"El 89% de los pueblos de la Tierra toma sustancias psicoactivas potentísimas, y en el 11% restante ahí estamos nosotros, los occidentales"

"Nosotros tomamos drogas de esclavos: son drogas para trabajar mucho y pensar poco. Carajillo y cubata: perfecto combinado para esclavos".

"Para mí éste fue uno de los descubrimientos más duros de mi vida, descubrir de pronto que la mayor parte de políticos consumen drogas".

Joseph M. Fericgla es antropólogo, etnomusicólogo, etnopsicólogo y psicoterapeuta. Ha realizado estudios de campo en Europa, el Kurdistan turco, en el Magreb y en la Alta Amazonia, es el fundador y director de La Societat d’Etnopsicologia Aplicada i Estudis Cognitius y experto en drogas y enteógenos. Aquí van algunos esbozos de diversas entrevistas sustraidas de internet:

¿Qué drogas has consumido?
Pues... Mira, vamos a ver, como estimulantes, café, , cocaína, teobromina (o sea el principio activo del chocolate, del cacao), hojas de coca en bruto, diversos tipos de metamfetaminas, de síntesis naturales también. Luego, como estupefacientes he consumido pues opiáceos, varios tipos: morfina, apomorfina, codeína, opio natural. Alcohol, hachís, en varias formas, fumado, cocinado en pastelitos...  Como sustancias visionarias o enteógenos. pues LSD, psilocibina, mezcalina, 2CB, ayahuasca, dimetiltriptamina pura, ergot, Amanita muscaria...


¿Cuál es tu posición en el debate en torno a la despenalización de las drogas?

Los políticos las prohíben porque es un magnífico negocio que estén prohibidas. Y es mucho más negocio todavía que estén prohibidas precisamente porque el ser humano las seguirá consumiendo de todas formas, entonces el precio puede multiplicarse y prácticamente todos los políticos de un cierto nivel para arriba reciben beneficios del narcotráfico, de una forma o de otra, con lo cual, cómo la van a legalizar ¿no? Para mí éste fue uno de los descubrimientos más duros de mi vida, descubrir de pronto que la mayor parte de políticos consumen drogas, y drogas ilegales además, no sólo drogas legales, que no hay mucha diferencia químicamente, entre codeína que es legal y morfina que es ilegal por ejemplo. La clasificación es una arbitrariedad, es como decir, las pizzas de pimiento son legales y las pizzas de gambas son ilegales. Es una estupidez arbitraria como tantas otras.
Yo hago lo que tengo qué hacer y a veces he tenido discusiones con políticos de aquí y les he dicho, "mirad vosotros haced vuestro trabajo y hacedlo lo mejor que podáis, yo he de hacer mi trabajo, yo soy científico; entonces yo no me meto en lo vuestro y vosotros no me molestéis a mí, y yo como científico voy a seguir haciendo mis investigaciones porque tienen que ver con el bien de la humanidad y no voy a haceros caso por más tonterías". Yo sé que puedo terminar en la cárcel, pero es mi vida, es mi integridad y de todas formas pienso que mientras estén prohibidas vamos a tener que aguantar este negocio de unos pocos en detrimento de todo el resto de la sociedad.


¿Cómo surgió tu interés por los enteógenos y la etnopsicología?
 
Desde que era adolescente me ha interesado la mente humana, cómo funciona mi mente, cómo construyo yo el mundo, mi mundo de valores, de referencias perceptuales, en todo su enorme abanico. Entonces primero estudié psicología, luego me di cuenta de que no servía prácticamente para nada. Estudié neurología y luego antropología. Y mientras estudiaba antropología sucedieron dos cosas en mi vida que la cambiaron. Una, que probé una dosis de LSD en la época de los jipis, digamos, en los años 70. Y luego descubrí algo en antropología que nunca se dice pero es capital la importancia que tiene, es el hecho de que 89% de sociedades no occidentales consumen sustancias psicoactivas, las que están prohibidas precisamente, y que se las acusa de ser fuente de marginación, de delincuencia, de psicopatologías, de trastornos sociales y personales... Resulta que estas 89% de sociedades, yo he hecho los cálculos, y son todo contrario, son fuente de virtuosismo, digamos, son origen de aglutinamiento social, se celebran ritos de cohesión social en torno al consumo de estas sustancias; se usan en ámbitos médicos, religiosos, chamánicos, de procesos de educación y socialización... 
Entonces esto a mí me dejó extrañamente sorprendido, el que estas sustancias que para nosotros desde hace poco más de treinta años, o sea desde el año 60 aproximadamente, se han convertido en la propia imagen del diablo, que en otras sociedades resulta que son Dios en la tierra, literalmente, son sustancias sagradas.
Cuando probé LSD por primera vez, entonces entendí exactamente a raíz de qué era todo. O sea, que realmente estas sustancias producen estados que se pueden comparar con la máxima beatitud o divinidad. Entonces decidí que iba a dedicar mi vida a estudiar esto. Y lo primero que tuve que entender y hacer entender a los demás en mi entorno, es que estas sustancias no son un problema, sino que pueden ser tratadas como tema, no como problema. Así fue como surgió mi interés y a medida que fui leyendo más y más, me fui dando cuenta de que no se puede hablar en absoluto de evolución de la especie humana sin tener en cuenta estas sustancias.
El 89% de los pueblos de la Tierra toma sustancias psicoactivas potentísimas., y en el 11% restante ahí estamos nosotros, los occidentales. Somos la excepción. Y agresiva, pues la imponemos a los demás pueblos. Nosotros tomamos drogas de esclavos: son drogas para trabajar mucho y pensar poco. La cafeína estimula los músculos, pero no el cerebro, y el alcohol embota la mente. Carajillo y cubata: perfecto combinado para esclavos.
 
”Dime qué droga tomas y te diré quién eres” Cada sociedad ha crecido en función de una droga que la impregna. Occidente, por el alcohol (desde hace dos mil años) :el alcohol genera agresividad y egocentrismo. El islam, por el cannabis: Se sientan a la puerta de casa a esperar ver pasar por delante el cadáver de su enemigo. El budismo oriental está impregnado de opio, la droga del extatismo, de la estupefacción ante el universo. Los indios norteamericanos tabaco virgen, con mucha nicotina, neuroestimulante: guerreros y visionarios. Al chocar con el blanco agresivo, guerra segura. ¡Sólo exterminándolos los dominaron! Sobre los indios sudamericanos, conozco muy bien a los amazónicos. Hace nueve años que convivo largas temporadas con los “shuar”, conocidos aquí como jíbaros. Es la cultura de la ayahuasca, al tomarla, ven la selva llena de espíritus, de vida. Por ejemplo, toman ayahuasca para “visitar” a parientes lejanos. Es en lo que creen, porque los jíbaros sólo creen en aquello que ven, en nada más. Por eso dicen a los misioneros cristianos: “¿Cómo queréis hacernos creer en cosas que ni vosotros mismos veis?” ¡Y se burlan de ellos! 

Las creencias, o sea, las religiones, derivan de las drogas. Ciertas drogas han sido y son sustancias sagradas para muchas culturas. Las que llamamos “enteógenos”, que significa “generadoras de Dios dentro de uno”. No me refiero a los narcóticos, ni estimulantes, ni hipnóticos. No tienen nada qué ver un estimulante con un narcótico, sea legal o ilegal. Enteógenos son la ayahuasca, el hongo peyote, los hongos psilocíbicos, la seta “Amanita muscaria”, la datura, el LSD… ¡Hay muchas! Son drogas liberadoras de la mente. Tomarlas supone hacer una excursión por la psique. La conciencia se modifica, se abre el inconsciente. Los pueblos que ingieren enteógenos lo hacen en rituales muy serios. Si les dices que en Occidente hay quien los toma como diversión de fin de semana, ¡no lo entienden! En el cristianismo, es herencia de ritos griegos, de los Misterios de Eleusis. Allí se ingería cornezuelo (un enteógeno tipo LSD), y eso pasó al cristianismo…, pero como placebo: es la hostia. Nuestra cultura contemporánea ha pasado por el LSD: la iconografía del pop es efecto de esa droga. Y las discotecas intentan reproducir mecánicamente sus efectos. Y del arte. Las visiones incluyen iconografías -espirales, curvas, líneas, cruces…- que encontramos luego en los estampados de los tejidos, en los grabados de las vasijas…


¿Desde tu perspectiva cuál es la diferencia entre una experiencia mística a través de los enteógenos y una experiencia mística sin ellos?


Estoy en contacto con un gran maestro de budismo zen. Una persona que ya es mayor y es un maestro reconocido dentro del budismo zen y el tiene su propia comunidad y dirige un templo de budismo zen. Y alguna vez que hemos tomado enteógenos juntos él me ha dicho que efectivamente, era lo mismo, pero que le era incluso más fácil entrar en mundos que él ya conocía. Y que a él le ha costado mucho entrar a estos mundos, mucho entrenamiento de muchas horas diarias, durante meses y años de su vida... 

O sea, que en cierto aspecto ¿son una vía más corta?


Es una vía más corta y por tanto es más peligrosa también. Yo no quiero decir que no tengan peligro los enteógenos. Tampoco quiero decir que el budismo o la meditación estén exentos de peligros, pero todas estas técnicas de meditación siempre están dentro de escuelas. Lo que ocurre es que con los enteógenos lo que éstos hacen es darnos mucha más información de nosotros mismos, como que de pronto abren las compuertas del inconsciente, dicho en términos de psicología analítica, y la persona que lo está tomando dispone de mucha más información emocional, biográfica y de otros tipos de sí misma. La palabra éxtasis tiene etimología griega y significa literalmente "verse a uno mismo desde afuera". Entonces, la experiencia extática profunda, buscada por todo ser humano con más o menos conciencia de ello, es la posibilidad que tenemos de vernos a nosotros desde afuera, y, por tanto, de observar nuestros condicionamientos y los límites de nuestro propio ego.  Los budistas hablan del testigo, esa conciencia exterior que uno busca para poderse observar. Los sufís hablan de estar en el mundo sin ser del mundo para referirse a la capacidad de verse. Los mayas precolombinos hablaban del ojo desencarnado. Y cualquier técnica psicoterapéutica contemporánea occidental seria lo primero que busca es que el paciente se pueda ver a sí mismo en sus conductas compulsivas para que vaya tomando conciencia de dónde nacen.
Pero entonces hay que saber qué hacer con esta información. Y esto no es fácil, esto depende de lo maduro que sea la persona, depende de la prestancia que tenga, de su propia sabiduría vital, digamos, y esto no se improvisa, porque a veces tanta información de pronto en la mente, de la parte oscura de la mente, produce estados de ansiedad o de angustia o de trastorno de diversos tipos... Pero esto también es lo que también tiene de bueno, el abrir estas compuertas que es lo que llaman el mundo místico, como que de pronto en el mundo interior desaparece la guerra civil habitual que todo el mundo lleva. La neurosis de pelearse unas pulsiones internas con otras, y esto es hacia lo que van llevando las técnicas religiosas de meditación y el éxtasis o la sensación de trance extático. Uno se siente dentro de una nube de inmensa paz y de gran trascendencia de su propia vida.  
Entonces éste es el problema que hay con los enteógenos, que hay que saberlos tomar. El problema es que son ilegales, pero yo estoy empeñado en crear una escuela para esto.


¿Cómo defines tú la adicción?


Para mí no existe la adicción. Bueno, existe una adicción física, pero esto se sabe que la persona más adicta en diez días su cuerpo está limpio. Y luego está lo que se llama adicción psicológica, que todas las personas que tratan toxicómanos dicen: “no, esto es el problema, la adicción psicológica”. Pero para mí la adicción no existe. Lo que realmente hay, en términos más estrictos desde el punto de vista descriptivo, son comportamientos compulsivos. O sea, comportamientos que a la persona algo le obliga a hacerlos incluso dándose cuenta de que van en contra de sus propios intereses.Y todo comportamiento compulsivo es lo mismo, en el fondo da igual si es al sexo, a las máquinas de echar monedas, alguna sustancia psicoactiva, el trabajo, una secta… Lo importante es el comportamiento compulsivo, no a la cosa a la que está enganchada la persona. Entonces todo comportamiento compulsivo lo que hace es estar llenando algún vacío interior de la persona, emocional, existencial, depende, algún vacío interior. La adicción lo que hace es llenar el espacio de este vacío interior, y lo que hay que hacer no es cortar con la adicción, sino que lo importante es descubrir qué es el vacío de cada persona, de dónde surgió el vacío. Entonces en cuanto la persona lo pueda llenar, automáticamente dejan el comportamiento compulsivo porque ya no tiene espacio.
La ayahuasca es apropiada en este sentido, porque nos hace viajar hacia el pasado. Sirve para ver lo que está pasando dentro de uno. Es como coger el inconsciente y darle la vuelta para que salga todo lo que está ahí encerrado. También he aprendido a hacer análisis de sueños entre los indios de la amazonía que tienen un complejo sistema de analizar sueños, y con ancianos kurdos también, y por supuesto de acuerdo a nuestra psicología analítica.Yo les ayudo a que construyan su propio sistema de autoconocimiento, les explico muy a menudo cómo funciona nuestro inconsciente, cómo funciona nuestra psique, cómo funciona nuestro sistema nervioso…
Es fantástico porque en unos meses las personas pasan de vivir de forma desordenada a descubrir, de pronto, que su existencia tiene un sentido profundo. Conocen el vacío interior en el que estaban viviendo y han sido capaces de descubrir el origen de sus problemas. Se atreven a mirar a su abismo cara a cara y muchos de ellos consiguen llenarlo porque encuentran su lugar en el mundo. Entonces, el problema de conducta compulsivo desaparece.
A las personas nos cortan la vida las promesas que nos hemos hecho cuando éramos pequeños. Si alguien nos humilla de niños prometemos que nunca más vamos a permitirlo; si sentimos que nos abandona alguien querido prometemos que nunca más nos van a abandonar y, por lo tanto, nunca más queremos a nadie para no volver a sentimos en manos de otra persona. Esas son las cosas que nos cierran a la vida. Por eso es delicado tomar enteógenos. Tampoco puede uno ir rompiendo su sistema cada dos por tres. Yo diría que son substancias mucho menos delicadas de lo que los prohibicionistas nos quieren hacer creer y un poco más delicadas de lo que creen los jóvenes que las toman en discotecas para divertirse. Las drogas son poderosas. Por eso hay que enseñar a usarlas, como hoy hacemos con el alcohol o los fármacos, o nuestros abuelos con la adormidera. ¡Seamos adultos! Debería haber escuelas para aprender a tomar drogas.


Fuentes: