Wednesday, March 2, 2011

Mi economía no es tu econotuya: los cazadores-recolectores.

"El sistema industrial y de mercado instituye la pobreza de una manera que no tiene parangón alguno y en un grado que hasta nuestros días no se había alcanzado ni aproximadamente. Donde la producción y la distribución se rigen por el comportamiento de los precios, y toda la subsistencia depende de la ganancia y del gasto, la insuficiencia de recursos naturales se convierte en el claro y calculable punto de partida de toda la actividad económica. El capitalista se ve enfrentado a posibles inversiones de un capital finito, el trabajador (es de esperar) a opciones alternativas de empleo remunerado, y el consumidor... el consumo es una tragedia doble: lo que comienza en la inadecuación terminará en la privación. Reuniendo la producción de la división internacional del trabajo, el mercado pone a disposición de los consumidores un deslumbrante conjunto de productos: todas las cosas deseables al alcance del hombre, pero nunca enteramente al alcance de su mano. Lo que es peor, en este juego de libre elección del consumidor, cada adquisición es al mismo tiempo una privación, porque cada vez que se compra algo se deja de lado otra cosa, en general poco menos deseable, e incluso más deseable en otros aspectos, que podríamos haber tenido en lugar de la otra. (El hecho es que si compramos un automóvil, un Plymonuth por ejemplo, no podemos tener también un Ford, y a juzgar por las propagandas que aparecen en la televisión, las privaciones que ello traería aparejadas no serían sólo de índole material) La escasez es el juicio dictado por nuestra economía.


La predisposición antropológica a exagerar la ineficiencia económica de los cazadores aparece también de manera notoria bajo la forma de odiosas comparaciones con las economías neolíticas. Los cazadores, como Lowie afirma claramente, «deben trabajar mucho más para subsistir que los labradores y los pastores». «Un hombre que pasa toda su vida persiguiendo a los animales con el solo objeto de matarlos para comerlos, o recolectando frutos por el bosque, vive en realidad como si él mismo fuera un animal».Así degradados los cazadores, la antropología se sintió libre para ensalzar el gran salto hacia adelante del Neolítico: un adelanto tecnológico importantísimo que trajo aparejada una «posibilidad general de ocio al dejar de lado la consecución de comida como único fin»

En términos generales los nativos viven bien; en algunas regiones puede haber insuficiencia de alimentos durante estaciones especiales, pero si eso sucede, esas zonas quedan desiertas durante ese tiempo. Sin embargo, resulta imposible de todo punto para un viajero o aun para un nativo forastero juzgar si una región proporciona o no alimentos en abundancia... Pero en su propia región un nativo se encuentra en situación totalmente distinta: sabe con exactitud lo que produce, conoce la época de recolección de los distintos artículos y el modo más eficaz para proporcionárselos. De acuerdo con estas circunstancias regula sus visitas a las diferentes regiones de su terreno de caza; y sólo puedo decir que siempre he encontrado la mayor abundancia en sus chozas. El medio natural de otros fue alterado selectivamente por los europeos antes de que pudiera hacerse un informe confiable de la producción indígena: los Esquimales que nosotros conocemos ya no cazan ballenas, los Bosquimanos han sido privados de la caza, los bosques de pinos de los Shoshoni han sido talados y sus campos de caza invadidos por el ganado9. Si estos pueblos se describen ahora en una situación de pobreza agobiante, con recursos «escasos e inseguros», ¿debe ello considerarse un indicador de su condición aborigen o de la compulsión colonial?

"Los ensayos que se presentan a continuación, sin embargo, abandonan definitivamente esta concepción capitalista e individualista del objeto económico. La “economía” se convierte en una categoría de la cultura más que de la conducta, más cercana a la política y a la religión que a la racionalidad o a la prudencia. Ya no se trata de actividades que sirvan a las necesidades individuales, sino del proceso vital esencial de la sociedad.” 

Economía de la Edad de Piedra - Marshall Sahlins.


Bohannan y Dalton, analizando los mercados en África, afirman también que en determinadas comunidades lo importante no es el propio intercambio de bienes materiales, sino todas las relaciones sociales y de parentesco que las transacciones crean, mantienen y refuerzan. Un ejemplo claro es el Kula Trobiandés que explicaba Malinowski. Otro, el Potlatch de los pueblos indios de la costa del Pacífico. Otra, las esferas de intercambio de los Tiv en Nigeria.





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