Sunday, February 27, 2011

Pienso, luego me adapto.

El ser humano es el único animal capaz de habitar y sobrevivir hasta en el más recóndito lugar del planeta Tierra, y hasta allí nos llevará la serie, por tierra, mar y aire, pasando por los paisajes más bellos y espectaculares que la naturaleza regala al hombre. La serie "Human Planet" son 8 capítulos, cada uno dedicado a un ambiente diferente: Océanos, Desiertos, Ártico, Selvas, Montañas, Sabanas, Ríos y Ciudades. Se ha filmado en alta definición en alrededor de 80 localizaciones diferentes por todo el mundo. El día 13 se emitió el primer capítulo. 
De la impresionante dirección de fotografía se ha encargado el zoólogo y fotógrafo británico, durante muchos años reportero gráfico, Timothy Allen (web). Digna acompañante de tan emocionante experiencia visual es la banda sonora original compuesta por el también británico Nitin Sawhney (web)  

 Trailer. Recomiendo ponerlo en HD y Pantalla completa:

Saturday, February 26, 2011

Los últimos primeros contactos: la diversidad cultural.

"No habíamos visto ningún lugar lejano. Solo conocíamos esta cara de las montañas. Y pensábamos que éramos el único pueblo del mundo" 
 Un hombre dani (Nueva Guinea)

"El hombre blanco era blanco como el ganado y tenía un palo de fuego rojo. Cuando los guerreros marle llegaron, se estaban disparando tiros. Como ellos no conocían las armas de fuego, pensaron que eran tambores. Entonces descubrieron que algunos tenían disparos en las piernas, otros en el estómago, y vieron como arrastraban los intestinos"
Un hombre Arbore (Etiopia)

"Los guchumba (vagabundos) llegaron desde el sudeste. Montaron un campamento al lado de un pueblo jufa, y estuvieron muchos días pidiendo, bajo amenaza de sus armas de fuego, que se les diese pan de forma gratuita" Habitantes del Omo (Etiopia)

"Al principio estaba el agujero. Del agujero salieron los hombres dani. Se asentaron en las tierras fértiles alrededor del agujero. Entonces vinieron los cerdos. Los dani cogieron los cerdos y los domesticaron. Después vinieron las mujeres, y los dani cogieron a las mujeres. Entonces del agujero salieron otros hombres. No había espacio para ellos alrededor del agujero, así que se esparcieron por todo el globo. En busca de tierras tan buenas como las de los dani, pero nunca las encontraron. Ahora regresan de nuevo" (Hombres Dani (Nueva Guinea)

Las exploraciones que han establecido los primeros contactos han tenido unos efectos traumáticos difícilmente concebibles para los que vivimos en el mundo moderno. Los montañeses dani "descubiertos" en los años treinta, revelaron que aún recordaban a la perfección dónde se encontraban y qué estaban haciendo en el momento de aquel primer contacto.
Aunque los humanos nos tenemos por grandes viajeros, la realidad es que a lo largo de siete millones de años la evolución de la humanidad se ha caracterizado por lo contrario.Todos los grupos humanos han vivido en la ignorancia con respecto al mundo que se extendía más allá de los territorios ocupados por su propia tribu y las tribus vecinas. Salvo en los últimos diez mil años de historia, la humanidad se ha visto anclada al lugar donde nacía y la difusión de los productos que fabricaba era muy limitada, así mismo los montañeses de Nueva Guinea pasaban su vida en un radio de 15 kilómetros a partir del lugar de nacimiento. No se habían formado idea alguna sobre el océano, situado a solo 150 kilómetros de su aldeas. Cuando por fin conocieron a los hombres blancos e intentaban explicarse por qué llevaban cinturones y pantalones, unas de las propuestas fue que esas ropas les servían para esconder sus enormes penes, que se enrollaban alrededor de la cintura. Había, así mismo, dani convencidos de que una tribu vecina se alimentaba de hierba y tenía las manos unidas a la espalda.
Los aterrorizados montañeses tomaron a los blancos por fantasmas que tornaban de otro mundo, hasta que desenterraron y examinaron sus heces, y enviaron a empavorecidas jóvenes a mantener relaciones sexuales con los invasores, y de ese modo descubrieron que los blanco defecaban y eran tan hombres como ellos.

Las invasiones y las continuas guerras con los abisinios también dejaron una profunda huella en los pueblos del valle del Omo (Etiopia) Berimba, un anciano hamer, explicaba en una relato estos tiempos de crisis:

"Niños, mirad esta tierra. Yo ya soy anciano. Cuando aún éramos jóvenes, los enemigos vinieron y el emperador Menelik nos conquistó. Así es como nos convertimos en pobres. Nuestros antepasados se perdieron entonces. Es por eso que no conozco las familias de los hijos de nuestros ancestros... Realmente tampoco conozco quienes son con los que deberíamos casarnos. Preguntamos las cosas a los ancianos, a los pocos ancianos que aún conocen las antiguas conexiones. Algunos no sabían la verdad, y no les escuchábamos, sólo escuchábamos a lo que coincidía con lo que habíamos escuchado a nuestros padres"

Las tradiciones culturales que se han impuesto en el mundo moderno se seleccionaron en virtud del éxito económico y militar de las sociedades que las practican, cualidades que no garantizan el fomento de la felicidad ni de la supervivencia a lo largo de la humanidad. Aunque el consumismo y la explotación del entorno puedan resultar beneficiosos en la actualidad, quizá se vuelvan contra nosotros en el futuro. Es de lamentar que modelos alternativos de organización social estén desapareciendo, aunque el último primer contacto no marcará el final de la diversidad cultural humana, algo que ni siquiera los viajes o la televisión han conseguido eliminar. Por otro lado, quizás la pérdida de la diversidad cultural sea el precio que hemos que pagar por la supervivencia, vista la propensión por el genocidio y el desarrollo del armamento nuclear.

Jared Diamond - El tercer chimpancé. 
Museo de prehistoria de Valencia - Mundos trivales: una visión etnoarqueológica.



Thursday, February 24, 2011

El acuerdo del gato: Homenaje a Lévi-Strauss.

El mundo comenzó sin el hombre y terminará sin él. 

Cuando el arco iris de las culturas humanas termine de abismarse en el vacío perforado por nuestro furor, en tanto que estemos allí y que exista un mundo, ese arco tenue que nos une a lo inaccesible permanecerá, mostrando el camino inverso al de nuestra esclavitud, cuya contemplación —a falta de recorrerlo— procura al hombre el único favor que sabe merecer: suspender la marcha, retener el impulso que lo constriñe a obturar una tras otra las fisuras abiertas en el muro de la necesidad y acabar su obra al mismo tiempo que cierra su prisión; ese favor que toda sociedad codicia cualesquiera sean sus creencias, su régimen político y su nivel de civilización, donde ella ubica su descanso, su placer, su reposo y su libertad, oportunidad esencial para la vida, de desprenderse y que consiste en aprehender la esencia de lo que fue y continúa siendo más acá del pensamiento y más allá de la sociedad: en la contemplación de un mineral más bello que todas nuestras obras, en el perfume, más sabio que nuestros libros, respirado en el hueco de un lirio, o en el guiño cargado de paciencia, de serenidad y de perdón recíproco que un acuerdo involuntario permite a veces intercambiar con un gato.

Lévi- Strauss, C (1988) “Tristes Trópicos” 

Tuesday, February 22, 2011

Domesticando a la pantera: la identidad.


"Lugar Sarajevo. Hagamos allí mentalmente una encuesta imaginaria: 

Vemos en la calle a un hombre de cincuenta y tantos años. Hacia 1980, ese hombre habría proclamado con orgullo y sin reservas: ¡Soy yugoslavo!; preguntando un poco después, habría concretado que vivía en la Republica Federal de Bosnia−Herzegovina y que venia, por cierto, de una familia de tradición musulmana.
Si lo hubiéramos vuelto a ver doce años después, en plena guerra, habría contestado de manera espontánea y enérgica: ¡Soy musulmán!. Es posible que se hubiera dejado crecer la barba reglamentaria. Habría añadido enseguida que era bosnio, y no habría puesto buena cara si le hubiésemos recordado que no hacia mucho afirmaba orgulloso que era yugoslavo.

Hoy preguntado en la calle, nos diría en primer lugar que es bosnio, y después musulmán; justo en ese
momento iba a la mezquita, añade, y quiere decir también que su pais forma parte de Europa y que espera
que algún día se integre a la Unión Europea. ¿Cómo querrá definirse nuestro personaje cuando lo volvamos
a ver en ese mismo sitio dentro de veinte años? ¿Cuál de sus pertenencias pondrá en primer lugar? ¿Será
europeo, musulmán, bosnio? ¿Otra cosa? ¿Balcánico tal vez?"

Amin Maalouf habla en Identidades asesinas de los elementos dispares que han formado su modo de ser, los
lazos que le unen a sus semejantes y lo hacen singular, para desarrollar esta única e irremplazable identidad
del ser humano que no es solo la de ser "árabe", "francés", "serbio". No nacemos con una identidad, la construimos y transformamos a lo largo de nuestra vida. La concepción tribal de la identidad lleva por costumbre a crear grandes males y nuestras grandes tragedias de la humanidad. Pretender pertenecer a una sola "cosa" lleva implícito una actitud parcial, intolerante, sectaria, dominadora.

¿No es característico de nuestra época haber convertido a todos los seres humanos, de algún modo, en migrantes y minoritarios?,Amin Maalouf comenta al lector con la certeza de que las sociedades seguras de sí mismas se reflejan en una sociedad y en una religión serena, confiada, que líneas después, nos desvela insistiendo en que «para ir con decisión al otro, hay que tener los brazos abiertos y la cabeza alta, y la única forma de tener los brazos abiertos es llevar la cabeza alta. Nos dice que si a cada paso que da una persona siente que está traicionando a los suyos, que está renegando de sí misma, el acercamiento al otro estará viciado».
Cuando la modernidad lleva la marca del otro, no extraña que algunos enarbolen los símbolos del arcaísmo para afirmar la diferencia. El autor propone saltar desde la pertenencia a una tribu planetaria hacia una identidad que se perciba como la suma de todas nuestras pertenencias, remarcando la universalidad y no la uniformidad:
Cada uno de nosotros somos depositarios de dos herencias: una, vertical, nos viene de nuestros antepasados, de las tradiciones de nuestro pueblo; 
la otra horizontal, es producto de nuestra época, de nuestros contemporáneos. 
Es esta segunda la que a mi juicio resulta más determinante, y lo es cada día un poco más; sin embargo, esa realidad no se refleja en nuestra percepción de nosotros mismos. No es a la horizontal a la que nos adscribimos, sino a la otra.

No dejamos de ser hombres y mujeres que formamos parte de la aventura humana:
«La identidad es en primer lugar una cuestión de símbolos, e incluso de apariencias», advierte el autor y sigue líneas des pués: «todos los seres humanos deberían poder asumir, con la cabeza alta, sin miedo y sin resentimiento, todas y cada una de sus pertenencias». «¿A quién pertenece el mundo? A ninguna raza en particular, a ninguna nación en particular. Pertenece, más que en otros momentos de la Historia, a todos los que quieren hacerse un sitio en él».

«Identidades asesinas» es, en conjunto, una denuncia apasionada de la locura que incita a los hombres a matarse entre sí en el nombre de una etnia, lengua o religión. Una locura que recorre el mundo de hoy desde Líbano, tierra natal del autor, hasta Afganistán, desde Ruanda y Burundi hasta Yugoslavia, sin olvidar la Europa que navega entre la creación de una casa común y el resurgir de identidades locales en países como el Reino Unido, Bélgica o España. Desde su condición de hombre a caballo entre Oriente y Occidente, Maalouf intenta comprender por qué en la historia humana la afirmación de uno ha significado la negación del otro. Pero al mismo tiempo rechaza la aceptación resignada y fatalista de tal hecho. Su mensaje es que se puede ser fiel a los propios valores sin verse amenazado por los de los demás. Ejemplos históricos, filosóficos y religiosos ilustran su teoría. Cuando a Maalouf se le pregunta si se siente más libanés o más francés él responde que por igual. Y no lo hace por diplomacia: "Lo que me hace ser yo mismo y no otro −dice Maalouf− es que estoy a caballo entre dos países, entre dos o tres lenguas, identidad...". «Identidades asesinas» es un canto al ciudadano frente a la tribu, una llamada a la tolerancia.

El deseo de la identidad no hay que convertirlo en objeto de persecución, ni de condescendencia. Hay que observarlo, comprenderlo, domesticarlo, como se domestica a la pantera que «mata si se la persigue, mata si se le da rienda suelta, pero lo peor es dejarla escapar en la naturaleza después de haberla herido».

Posiblemente, el sueño de Amin Maalouf sea el sueño de muchos de nosotros: «un día en el que la región que me vio nacer siga ese mismo camino, dejando atrás el tiempo de las tribus, el tiempo de las guerras santas, el tiempo de las identidades asesinas, para construir algo común; sueño con el día en que podré llamar patria a todo el Oriente Próximo, igual que llamo así a Líbano, a Francia y a Europa, y compatriotas a todos sus hijos, musulmanes, judíos y cristianos de todas las denominaciones y de todos los orígenes»

Amin Maalouf - Identidades asesinas


Monday, February 21, 2011

Tú y yo: el etnocentrismo.

"En 1950 me encontraba haciendo trabajo de campo entre los tiv de Nigeria Central. Una tarde, un tiv regresó de bañarse en el rio local. Metió la cabeza en mi cabaña para decirme que ya había vuelto. Le pregunté qué habia pasado. Me contestó: "No mucho. Se ha ahogado un hombre"

Inmediatamente salté ¿Qué? ¿¿Ahogado??

"¿Conoces el lugar del río donde el fondo cae de golpe? Bueno, era extranjero. Perdio pié, y no sabía nadar." 

"¿Nadie le salvó? ¿No intentaste tú salvarlo?" (Yo sabía que era un gran nadador)

La respuesta fué demoledora: "No era mío"

Entendí perfectamente lo que quería decir. Los tiv se toman molestias para prestar algún servicio a sus parientes, pero no cualquiera. Me encontré odiándole a él y a sus valores porque me habían enseñado a pensar que una vida humana es una vida humana, sin importar de quien sea. Pensé -y sigo pensando- que no le hubiese costado demasiado rescatar a aquel extraño.

Una semana más tarde, cuando estaba hablando con el mismo ayudante sobre las familia tiv, mencioné que no veía a mi madre desde hacía casi cinco años. Me miró horrorizado: ¿Quieres decir que no vas a tu casa a ayudar a tu madre?" Intenté decirle que nos escribíamos, que nos manteníamos en contacto, que ella no necesitaba mi ayuda. Mis explicaciones no sirvieron de nada, estaba tan ultrajado por mis valores como yo por los suyos. Después de considerarlo una y otra vez durante años, todavía creo que los míos son mejores. Sin duda él sigue creyendo que los mejores son los suyos."

Paul Bohannan - Para raros, nosotros.

"Volvía a casa en un tranvía una tarde de agosto desde el campo en el que enseñaba durante algunas vacaciones de verano cuando estudiaba. Hombres blancos y negros que habían estado trabajando al sol subieron al tranvía. Estaban sucios y sudorosos. Una mujer blanca que estaba a mi lado se quejó del olor de los negros; efectivamente, olían. Me pregunté que pasaba con los trabajadores blancos, y me acerqué a ellos; también olían. El traje azul de algodón que yo llevaba estaba húmedo de sudor a causa del duro día que había tenido. Entonces me di cuenta de que yo olía. Fue un descubrimiento"

Hortense Powdermaker (1966)


El etnocentrismo es una actitud que consiste en considerar al grupo o cultura propia como superior, y es despreciativo respecto a otros grupos y culturas. Todos grupo desprecia a los demás, aunque la forma de hacerlo puede variar culturalmente.
Se produces de tres formas: 

La más simple es que una persona asuma ingenuamente que las premisas que subyacen a la cultura son las mismas en todas partes. Todos nosotros somos problablemente culpables de esta clase de etnocentrismo; algunos estudiosos los denominan "realismo ingenuo"

Una forma más compleja aparece cuando la gente sabe perfectamente que existen diferencias culturales, pero que en lugar de tratar de comprenderlas y ver la humanidad común a través de las diferencias, consideran a la otra cultura como incorrecta, inmoral, inferior, o en el peor de los casos perversa.

La forma más compleja - y el primer paso más allá del etnocentrismo- supone darse cuenta de que otros pueblos también son etnocéntricos.


Sunday, February 20, 2011

Humor: La evolución del homo... ¿sapiens?




Construyendo la paz: Johan Galtung.

"Es necesario rechazar el malentendido popular que asegura que la violencia es propia de la naturaleza humana". 

"El potencial para la violencia, así como para el amor, son propios de la naturaleza humana; pero las circunstancias condicionan la realización de dicho potencial. La violencia no es como la alimentación o el sexo, comunes en todo el mundo".

Johan Galtung es un politólogo noruego. Galtung cultiva y labora su sociología de la paz, el desarrollo, la política y la cultura, su epistemología taoísta, y su ética gandhiana y budista, a partir de estas experiencias y se proyecta al mundo entero. Es el creador de la perspectiva y la metodología de la “Investigación sobre la Paz”(Peace Research).
El autor sostiene que si podemos reconocer en la situación violenta a un emisor o agresor, entonces estamos ante un caso de violencia directa (puede ser física o psicológica). La violencia directa, física y/o verbal, se hace visible a través del comportamiento. Pero esta acción humana no surge de la nada: tiene sus raíces. Dos de ellas son indicativas: la violencia estructural  por ser demasiado represiva, explotadora o alienante; demasiado estricta o permisiva para la comodidad del pueblo, y la violencia cultural (heroica, patriótica, patriarcal, etc.).

Si no existe emisor personal identificable, lo que tenemos es violencia indirecta o estructural. La pobreza produce dolor y muerte prematura; no se trata simplemente de una ‘fatalidad’, al estilo de un terremoto o la erupción de un volcán, eventos en los que la acción humana no interviene explícitamente. La pobreza es fruto de un determinado modo de organizar la sociedad y de distribuir recursos y oportunidades. El recorte de libertades políticas dentro de un determinado régimen institucional tampoco es una fatalidad, es una injusticia. La explotación y la opresión son también formas de violencia estructural. 

Pero existe una tercera forma de violencia, muy importante en la clasificación de Galtung. Se trata de la violencia simbólica o cultural. Se trata de formas de daño que se expresan en las mentalidades, las creencias y los valores, modos de pensar y de dirigir las acciones que suelen convertirse en nefastos “sentidos comunes” que invitan a la violencia directa e intentan legitimar la violencia estructural. El racismo, el machismo, la homofobia y el odio religioso son formas de violencia simbólica que producen muerte y destruyen el tejido social.  Para este autor, se trata de la primera figura del daño que hay que combatir. No es posible instituir formas sanas de convivencia social sin remover prejuicios y creencias falsas que legitimizan la violencia.

"Cuando uno se enfrenta a un conflicto duro, la solución a esta situación no está en el pasado, sino en el futuro, en soluciones nuevas: es preciso dar un salto intelectual. La solución no se encuentra en la historia sino en el futuro. Hay que conocer la historia pero no hay que ser esclavo de ella. Parece que siempre hay miedo de dar legitimidad a las peticiones del otro, un pánico a darle una parte de razón. "

“Hay en el mundo un choque de culturas. Pero no es este Islam-Occidente del que tanto se habla. Es el choque de culturas de las 3 eMes. Para nuestras raíces culturales, el mayor peligro se llama: Mickey Mouse, Madonna y Mc Donalds”.
  
"Estados Unidos como imperio desaparecerá en 2020. Poco a poco se vivirá un proceso de desmoralización interna y dejarán de vivir en el mundo virtual, de ensueño...entonces surge con fuerza la Unión Europea. Será un milagro a nivel europeo, pero una amenaza a nivel mundial. Cuando se convierta en una potencia considera que Europa intentará controlar todos los viejos territorios colonizados y habrá una colonización de segunda generación"

"Americanización, no globalización. Hay muchos que no saben que la globalización la inventaron los americanos para invertir en bolsas extranjeras. Considero que es una palabra demasiado buena para ser utilizada de manera tan alegre. Yo no estoy globalizado, ni privatizado, estoy contra la globalización"
  
"La búsqueda de la paz necesita políticos con mucha creatividad. La paz y la violencia tienen que ser vistas en su totalidad, a todos los niveles de la organización de la vida"

Fuente:

http://www.elpais.com/articulo/cataluna/Estados/Unidos/imperio/desaparecera/2020/elpepiespcat/20040616elpcat_15/Tes
http://www.elpais.com/articulo/pais/vasco/Galtung/_Johan/busqueda/paz/necesita/politicos/mucha/creatividad/elpepiesppvs/20030502elpvas_9/Tes 
http://www.elpais.com/articulo/Comunidad/Valenciana/resolucion/conflictos/exige/creatividad/elpepiespval/20010128elpval_18/Tes

El corto titulado "El pasajero negro (Schwarzfahrer), estabolece un juego de palabras en alemán que significa tanto el pasajero negro como también "el pasajero que viaja sin billete".
Una mirada sobre los casos de discriminación y xenofobia que se suceden en la actualidad en muchos paises, y que en este caso la víctima nos da una gran e ingeniosa lección de autocontrol...


Friday, February 18, 2011

No fuerzes las cosas: wu wei


"Así, al hombre bueno le basta el fruto que espontáneamente le ofrecen. No osa violentar nada para coger más. El fruto sin más urgir, el fruto sin empeñarse más, el fruto sin más pretensiones, el fruto sin querer adquirir demasiado, el fruto sin forzar más. Porque, tras la robustez, viene la vejez."

"No puede uno sostenerse mucho en puntillas. El que pretende dar pasos demasido largos, no puede andar. El que hace ostentación, no luce. El que se estima, no brilla. El que mucho se empeña, fracasa. El que mucho se cuida, crece poco."
Wu wei describe un importante aspecto de la filosofía taoísta en el cual la forma más adecuada de enfrentarse a una situación es no actuar (forzar), si bien se hace mucho énfasis en la literatura taoísta que no es lo mismo no actuar que no hacer nada. También significa "sin esfuerzo" y "crecimiento" las plantas crecen por wu wei, es decir no hacen esfuerzos para crecer, simplemente lo hacen. El Wu Wei sería, pues, una forma natural de hacer las cosas, sin forzarlas con artificios que desvirtúen su armonía y principio.

En los textos taoístas originales, el Wu wei se asocia a menudo con el agua y su naturaleza pasiva. Aunque el agua es blanda y aparentemente débil, tiene la capacidad de erosionar lentamente la roca sólida. El agua no tiene voluntad (p. ej. voluntad de ajustarse a una forma), oponiéndose a la madera, piedra o cualquier material sólido que pueda ser roto en pedazos. Puede, no obstante, llenar cualquier contenedor, tomar cualquier forma, fluir hasta cualquier sitio e incluso escurrirse por los agujeros más pequeños. Cuando se divide en miles de pequeñas gotas, el agua aún tiene la capacidad de unirse de nuevo y, en ocasiones, formar parte del inmenso océano. Además, debido a que siempre fluye pendiente abajo, el agua permanece en el "valle oscuro" -donde la vida biológica es regenerada- una analogía de los órganos reproductores.

La filosofía taoísta reconoce que el universo ya funciona armoniosamente de acuerdo con sus propios principios; cuando el ser humano enfrenta su voluntad contra el mundo, altera la armonía que ya existe. Esto no significa que las personas deban renunciar a su voluntad. Más bien, se trata del cómo actúa en relación a los procesos naturales críticos existentes.
A medida que uno disminuye su "hacer" —aquí entendemos "hacer" como las acciones intencionales encaminadas a beneficiarnos o dirigidas a cambiar o apartar el mundo de su estado y evolución natural— uno disminuye todas las acciones cometidas contra el Tao, la armonía natural ya existente. Desde que uno empieza a cultivar el Tao, alcanza más armonía con el Tao.

Es, por tanto, la práctica del pensamiento Wu wei un modo de actuar que no deja trazas en la naturaleza, invisible, armonioso y que no se delata a sí mismo. Una especial forma de fluir sin influir, de vivir sin interrumpir y de favorecer sin impedir.
 
Podemos resumir el pensamiento Wu wei como el dejar estar o dejar fluir. La aceptación del mundo por medio de la aceptación de sus reglas naturales, las cuales no deben tratar de ser cambiadas para alcanzar mayor bienestar ya que con esas acciones sólo conseguimos desequilibrar el Tao, obteniendo por fin todo lo contrario de lo que pretendíamos: incomprensión y sufrimiento.

La Gnosis Taoista del Tao Te King




 

Thursday, February 17, 2011

La impermanencia y la interdependencia: mirar hacia dentro.

"Un día iba viajando por Francia con su esposa, admirando el paisaje mientras conducía. Pasaron ante un extenso cementerio que estaba recién pintado y adornado con flores. Su esposa comentó:
—Rimpoché, mira qué pulcro y qué limpio lo tienen todo en Occidente. Hasta los lugares donde depositan los cadáveres están inmaculados. En Oriente, ni siquiera las casas donde vive la gente están tan limpias.
—Ah, sí —replicó él—, es verdad; es un país muy civilizado. Tienen unas casas maravillosas para los cadáveres de los muertos. Pero, ¿no te has fijado? También tienen casas muy bonitas para los cadáveres de los vivos.
Cada vez que recuerdo esta anécdota pienso en lo hueca y fútil que puede ser la vida cuando se funda en una falsa creencia sobre la continuidad y la permanencia. Cuando vivimos así, nos convertimos, como dijo Rimpoché, en inconscientes cadáveres vivientes.

La mayoría vivimos así; vivimos según un plan preestablecido.Pasamos la juventud educándonos. Luego buscamos un trabajo,conocemos a alguien, nos casamos y tenemos hijos. Compramos una casa, procuramos que nuestro negocio tenga éxito, intentamos realizar sueños, como tener una casa de campo o un segundo automóvil. Nos vamos de vacaciones con nuestras amistades. Hacemos proyectos para la jubilación. Los mayores dilemas que algunos de nosotros hemos de enfrentar son dónde pasar las próximas vacaciones o a quién invitar por Navidad. Nuestra vida es monótona, mezquina y repetitiva, desperdiciada en la persecución de lo banal, porque al parecer no conocemos nada mejor.

El ritmo de nuestra vida es tan acelerado que lo último en que se nos ocurriría pensar es en la muerte. Sofocamos nuestro miedo secreto a la impermanencia rodeándonos de más y más bienes, de más y más cosas, de más y más comodidades, hasta que nos vemos convertidos en sus esclavos. Necesitamos todo nuestro tiempo y toda nuestra energía simplemente para mantenerlos. Nuestra única finalidad en la vida pronto se convierte en conservarlo todo tan seguro y a salvo como sea posible. Cuando se produce algún cambio, buscamos el remedio más rápido, alguna solución ingeniosa y provisional. Y así, a la deriva, va pasando nuestra vida hasta que una enfermedad grave u otra calamidad nos saca de nuestro estupor.
Por otra parte, no es que dediquemos mucho tiempo ni mucha reflexión a esta vida, tampoco. Piense en esas personas que trabajan durante años y luego tienen que retirarse, sólo para descubrir que no saben qué hacer con su vida a medida que envejecen y se acerca la muerte. Aunque mucho hablamos de ser prácticos, ser práctico en Occidente significa ser miopes, muchas veces necia o egoístamente. Nuestra miope concentración en esta vida, y sólo en esta vida, es el gran engaño, el origen del sombrío y destructivo materialismo del mundo moderno"

"Vamos a hacer un experimento. Coja una moneda. Imagínese que representa el objeto al que usted se aferra. Enciérrela en el puño bien apretado y extienda el brazo con la palma de la mano hacia el suelo. Si ahora abre el puño o afloja su presa, perderá aquello a lo que se aferra. Por eso está apretando.
Pero hay otra posibilidad: puede desprenderse y aun así conservarla. Con el brazo todavía extendido, vuelva la mano hacia arriba de forma que la palma quede hacia el cielo. Abra la mano y la moneda seguirá reposando sobre la palma abierta. Ha dejado de aferrarse. Y la moneda sigue siendo suya, aun con todo ese espacio que la rodea.

Aunque se nos ha hecho creer que si dejamos de aferramos acabaremos sin nada, la propia vida demuestra una y otra vez lo contrario: que el desprendimiento es el camino que lleva a la auténtica libertad."

"Si nada es permanente, entonces todo es lo que llamamos «vacío», es decir, desprovisto de toda existencia duradera, estable e inherente; y todas las cosas, cuando se contemplan y se comprenden en su verdadera relación, no son independientes sino interdependientes con todas las demás cosas."

"La verdadera espiritualidad es también ser consciente de que si somos interdependientes de todo y de todos los demás, incluso nuestro menor y más insignificante pensamiento, palabra o acción tiene consecuencias reales en todo el universo. Arroje un guijarro a un charco y verá cómo hace temblar toda la superficie del agua, produciendo una serie de ondas que se van fundiendo unas con otras dando lugar a otras nuevas. Todo está indisolublemente interrelacionado: llegamos a darnos cuenta de que somos responsables de todo lo que hacemos, decimos o pensamos, responsables, en realidad, de nosotros mismos, de todas las personas y de todo lo demás, y de todo el universo."

"Ahora miremos hacia dentro.
La diferencia que este ligero cambio de orientación puede conllevar es tremenda, e incluso podría corregir los desastres que amenazan al mundo. Cuando un número mucho mayor de personas conozca la naturaleza de su mente, conocerán también la naturaleza del mundo en que se hallan y se esforzarán intensa y valerosamente en protegerlo.

Mirar hacia dentro nos exigirá una gran sutileza y un gran valor; nada menos que un cambio completo en nuestra actitud ante la vida y la mente. Estamos tan habituados a mirar hacia fuera que hemos perdido casi por completo el acceso a nuestro ser interior. Nos asusta mirar hacia dentro, porque nuestra cultura no nos ha dado ninguna idea de lo que vamos a encontrar. Incluso podemos pensar que si lo hacemos nos exponemos a la locura. Esta es una de las últimas y más logradas trampas de nuestro ego para impedir que descubramos nuestra auténtica naturaleza.

Así pues, hacemos nuestra vida tan agitada que eliminamos hasta el menor riesgo de mirar hacia nosotros mismos. Incluso la idea de meditar puede asustar. Al oír las expresiones «impermanencia» o «vacuidad», se creen que experimentar tales estados ha de ser algo así como ser arrojado por la escotilla de una nave espacial para flotar eternamente en un vacío oscuro y helado. Nada podría estar más lejos de la verdad. Pero en un mundo dedicado a la distracción, el silencio y la quietud nos aterrorizan, y nos protegemos de ellos por medio del ruido y las ocupaciones frenéticas. Contemplar la naturaleza de nuestra mente es lo último que nos atreveríamos a hacer. Algunas veces pienso que no queremos plantearnos realmente ninguna pregunta acerca de quiénes somos, por miedo a descubrir que existe otra realidad distinta a ésta. A veces, aunque la puerta de la celda esté abierta de par en par, el preso no quiere escapar."

"El libro tibetano de la vida y la muerte" Sogyal Rimpoché

Wednesday, February 16, 2011

El mundo de hoy: la persona en crisis y la dictadura del cuerpo

"La desigualdad del mundo es también y ante todo una desigualdad de los cuerpos."

Marc Augé. Antropólogo. Fragmentos del libro "Por qué vivimos"

En la actualidad el cuerpo es, ante todo, una imagen o, mejor dicho, millares o millones de imágenes que acosan, que fascinan, imágenes de las que se impregna el ojo de cada individuo. Las imágenes difundidas a través de los medios de comunicación -sobre todo la televisión, pero también el cine, los periódicos, la publicidad- son de diverso tipo, pero todas pertenecen a lo que podríamos denominar «nuestra nueva cosmología», una cosmología con vocación o pretensiones planetarias, que interviene en la moda, los deportes y las series televisivas cuyos personajes son más conocidos que los actores. Se nos presentan cuerpos esculturales que actúan -corren, saltan, marcan goles, ejecutan un revés que cae justo en la línea- o figuran a diario en situaciones que les imponen el ritmo de un desfile de moda. En las mansiones de Beverly Hills o en las playas de California que muestra la pantalla, los cuerpos están bronceados, los cabellos brillan y el decorado (casas, jardines, coches, playas) no es sino el joyero suntuoso donde se solazan los personajes.

El procedimiento de la cámara lenta permite, de cuando en cuando, contemplar el vuelo de un cuerpo que salta para atrapar el balón lanzado de un cabezazo, o el de otro que logra efectuar sobre la pértiga el último giro que le impulsa por encima de la barra, cuerpos que eluden, por un instante, la fuerza de la gravedad, al igual que las top model en los desfiles de moda, cuando se reproduce artificialmente, paso a paso, su coreografía. Este cuerpo liberado de todas las constricciones es el de los dioses de numerosas mitologías, incluida la religión cristiana, que evoca el cuerpo «glorioso» de Cristo después de su resurrección. Estas imágenes serían sólo simples imágenes si determinados eslóganes y realidades no las aproximasen a nosotros.

En primer lugar, circulan a la velocidad de la luz, y su omnipresencia en el mundo -por ejemplo, en la pantalla de los televisores instalados en los aeropuertos o los aviones- indica que son una expresión del empequeñecimiento del espacio y la aceleración del tiempo, rasgos que caracterizan nuestra época. Desde este punto de vista poseen un valor emblemático: son imágenes de nuestro tiempo y, por tanto, implícitamente normativas. Además, las recibimos (iba a decir: «las consumimos») en la soledad del espectador pasivo, ante nuestra pantalla o mientras hojeamos una revista de modo más o menos ocioso. Se dirigen específicamente a nosotros y, en ese sentido, nos incitan a encoger el abdomen o a fingir la distensión que precede a la actuación.

Por último, desde todo tipo de instancias se nos invita explícitamente a no fumar, a no beber, a controlar nuestra alimentación. Se trata únicamente de nuestra salud, pero numerosos anuncios (de agua mineral, de productos adelgazantes, etcétera) nos ofrecen también traducciones estéticas de estos regímenes saludables: los cuerpos esbeltos y ligeros como burbujas de aire que nos presentan establecen un vínculo entre nuestra miserable gravedad terrestre y los héroes de la pequeña pantalla. El cuerpo «glorioso» se convierte en el ideal para los que no quieren adentrarse en el terreno de los más pobres o en el de los descuidados.

Ante la imposibilidad de conseguir un cuerpo glorioso, insensible a la gravedad y a las restricciones espaciales, los individuos que pueden recurren a la ayuda de las tecnologías.
Las tecnologías cumplen un papel importante en la mejora del rendimiento y en el dominio especializado del deporte: los esquíes, el calzado, los trajes de competición -en atletismo y natación- ayudan a ganar décimas de segundo. 

El teléfono móvil, que en el futuro será un auténtico ordenador, permite, en principio, comunicarse desde cualquier lugar y con cualquier persona; los microordenadores portátiles incrementan aún más estas posibilidades y amplían el campo de la comunicación individual al mundo entero.

Sin embargo, en el mundo de la movilidad, los cuerpos suelen estar adscritos a un lugar de residencia. Mediante Internet, un periodista puede trabajar empleando bancos de datos e informaciones recopiladas por grupos especializados. El teletrabajo es una realidad. El cuerpo sedentario, adscrito a un lugar de residencia, está cada vez más alejado de los cuerpos gloriosos que muestra ocasionalmente la pantalla. Por tanto, el cuerpo asistido está condenado a cierto grado de frustración, pues sólo constituye un elemento dentro de un sistema. Su adscripción a un lugar de residencia o el hecho de que se pueda contactar con él en cualquier momento o lugar lo presentan como un cuerpo esclavizado, cuyas capacidades son utilizadas por otros.
 
Enfrentados de nuevo a las realidades del cuerpo, cabe preguntarse cómo se perciben en la actualidad.

Un antropólogo debe prestar atención a un hecho: casi todos los acontecimientos del cuerpo tienen una expresión social, porque afectan, o ponen en tela de juicio, a otros cuerpos y otros individuos. En los pueblos africanos donde trabajé, la observación del cuerpo desempeñaba una función esencial, pues se concebía como un emisor de signos. La relación con el otro está siempre presente en el cuerpo individual. 

¿Qué ha sido hoy del cuerpo?
Todos los avances de la medicina y de las técnicas tienden a la desaparición del cuerpo acontecimiento. Son incontables las técnicas disponibles para conjurar la aparición de la vejez y ayudar al cuerpo a disimular sus enfermedades o su decrepitud. Las lentes de contacto mejoran la vista y a la vez cambian el brillo o el color de los ojos; la porcelana garantiza a la sonrisa una eterna juventud. La piel puede estirarse para evitar las arrugas. El nacimiento es más seguro, el parto menos doloroso, menos peligroso; quizá no estamos muy lejos de la posibilidad de que las mujeres sean liberadas de la carga del embarazo, que podrá confiarse a un útero artificial. La técnica del trasplante ha progresado de manera espectacular; la clonación ofrece perspectivas vertiginosas e inquietantes en ciertos aspectos; tal vez algún día será utilizada para paliar las deficiencias del cuerpo y proveerle piezas de recambio. La exploración genética pretende favorecer la medicina predictiva y eliminar los riesgos de enfermedades hereditarias. Seguimos sufriendo, seguimos muriendo, pero las técnicas sanitarias limitan el sufrimiento y retrasan la muerte, si bien, claro está, sólo en las zonas tecnológicamente mejor equipadas del planeta.
 
El ideal de las sociedades contemporáneas parece ser, por tanto, conjurar el acontecimiento, controlarlo, controlar el cuerpo para controlar el acontecimiento. Podemos medir la importancia de dicho ideal a contrario a partir del pánico que suscitan en cada uno de nosotros las nuevas formas de epidemia. Desde este punto de vista, el sida ha suscitado un cambio de sensibilidad (desde el momento en que parecía desmoronarse nuestra capacidad de luchar contra los agentes infecciosos, en este caso un retrovirus). Pero aún más revelador es, sin duda, el miedo más reciente a las vacas locas. Es como si nos costase aceptar la idea de que no tenemos un control total de nuestra salud, ni un control total del acontecimiento o del cuerpo. Es como si, ante la evidencia de esta ausencia de control total, buscásemos en el acontecimiento aciago no sólo causas, sino también responsables, como ocurría en las antiguas sociedades africanas rurales. El historial médico adquiere un rango de asunto judicial. Pero la paradoja se expresa también en el deporte, tan importante en nuestra sociedad de imágenes cuando el cuerpo que más se acerca al ideal de cuerpo glorioso, el cuerpo del atleta de rendimiento inimaginable, se revela deudor de los productos que lo dopan. Este cuerpo que produce el acontecimiento es, en última instancia, el más medicado, el cuerpo objeto por excelencia, pero no lo es por su supervivencia ni por la de los demás (al contrario, los tratamientos que soporta representan una amenaza para él), sino por la ilusión compartida de eludir la gravedad y la tierra, es decir -última paradoja- el cuerpo en sí. El deporte, después de los nuevos miedos que nos asaltan, es sin duda la gran desilusión del mañana. 

El culto a la juventud corporal, tan vigente en la actualidad, es objeto de diversas críticas. La primera resalta la situación desigual de los humanos y es irrefutable: una parte del mundo se esfuerza en permanecer joven el mayor tiempo posible, mientras que la otra parte se plantea la cuestión de la supervivencia, la desnutrición, la hambruna y la mortalidad infantil. 


Marc Augé - Por qué vivimos.


Sunday, February 13, 2011

Miles de manos: la ayuda.


Desde que hay amabilidad y amor en tu corazón, miles de manos acudirán en tu ayuda. 
Desde que hay amabilidad y anmor en tu corazón, obsequiarás con miles de manos para ayudar a los demás.
Guan Yin es el bodhisattva de la compasión. Guan significa observar, ver. Shi significa el mundo. Yin significa la voz, especialmente de los que sufren. Guan Shi Yin es el ser compasivo que mira y responde a la gente del mundo que pide ayuda.  


Para, no corras tanto: el No Lugar.

"El espacio del público ha sustituido al espacio público" Así explica el antropólogo Marc Augé los No-Lugares, espacios de circulación, de consumo o de comunicación: un aeropuerto, un supermercado, hasta puede ser una pantalla. Lugares en los que no hay posibilidades de establecer relaciones duraderas o tejer una historia común.

"Bueno, en todas las casas, incluso en las regiones muy pobres, hay un televisor, no en todas una computadora pero sí un televisor. De modo que el centro de la casa es al mismo tiempo el lugar de la relación con el exterior, es como si el individuo quedara descentrado en la relación consigo mismo. Existe a través de las imágenes y establece relaciones de tipo ilusorio con el resto del mundo. De modo que sí, se podría hablar de un tipo de no-lugarización de la casa misma". "Desde cierto punto de vista podemos decir que todos estamos mirando una imagen de afuera que en gran parte se nos escapa" "El conocimiento que tenemos es el conocimiento de las imágenes y los mensajes concebidos para la pantalla. Es decir que hay una distorsión, una ilusión."

"Vivimos en un mundo bien controlado. Estamos en una etapa de individualización pero es una individualización pasiva, es una individualización de consumo bajo la mirada de las cámaras de vigilancia. Y eso en algún sentido define un universo totalitario. Podría decirse, por un lado, que hay una frontera cada día más problemática entre democracia y posibilidad de dictadura y, por otro lado, que estamos cruzando la frontera entre realidad y ficción. La ficción que presenta la televisión tiene un aspecto ambiguo y, en cierta forma, nuestra realidad no es más que este tipo de ficción"

"Pero el ser humano es un animal simbólico y como tal necesita de la relación. Cada uno necesita del otro para existir como individuo a través de la simbolización de la relaciones. Vivimos un período de crisis y hay cosas terribles que pueden venir pero creo que hay formas de resistencia. No resistencia militar sino la resistencia de la madera, de la piedra, del hombre y su existencia simbólica. No sabemos muy bien adónde vamos, pero vamos" 

Te crees que estas de paso
y que de nada queda huella
no te olvides que eres
un mensaje en una botella
Para, no corras tanto, si es a ti mismo al que estás buscando.
Es cuestión de ser y no solo estar.
Ver y comprender mejor que juzgar
¿De donde sale tu arte?. Que sabio es el que comparte.

Thursday, February 10, 2011

Muá: el lenguaje que une.

Alec Knight, del departamento de Antropología de la Universidad de Stanford habló sobre un grupo de lenguajes conocidos como Khoisan. Sus hablantes viven en poblaciones tan separadas y aisladas entre sí como los Hadzabe de Tanzania (este de África) y los San de la región suroccidental del continente, así que una de las explicaciones es que el Khoisan fue la lengua hablada por un antiguo pueblo que se extendió por toda África.
Pero ¿cuánto era de ancestral esa lengua? Knight comparó el ADN. Cuando el ADN de dos poblaciones es muy parecido, eso significa que tienen un origen común muy reciente.
Pues bien. Según los datos de Knight, los Hadzabe y los San 'están tan alejados como lo pueda estar una población humana de otra'.
La conclusión no es extraña. Toda la humanidad que vive fuera de África salió de una pequeña zona de ese continente hace entre 50.000 y 100.000 años, y por tanto África tiene más diversidad genética que todo el resto del mundo junto. Lo extraordinario es que Knight cree haber descubierto que el Khoisan es el lenguaje más antiguo de la historia de la humanidad. Es un lenguaje con muchos chasquidos (en inglés se les llama click language). Hay más de 15 distintos. Uno de ellos es parecido al sonido de fastidio que hacemos chascando la lengua detrás de los dientes. Otro, el sonido de un beso.


Contra el aislamiento de culturas: el diálogo.

Los tasmanos llegaron a Tasmania cuando ésta estaba unida a Australia. Al subir el nivel del mar, aisló a Tasmania de Australia y también a su gente. Los aborígenes australianos sabían hacer fuego y poseían tecnologías como el boomerang, pero los tasmanos no poseían ninguna de estas tecnologías. Esto se debe a que dicho desarrollo tecnológico australiano se dio después del aislamiento de Tasmania. Nunca pudieron compartir tecnologías. El intercambio cultural de Tasmania fue nulo (ni siquiera sabían hacer fuego) hasta el momento en que entró en contacto con los europeos, si a dicho encuentro puede llamársele intercambio cultural. En el momento de la colonización británica, en 1803, había entre 5.000 y 10.000 habitantes autóctonos en Tasmania, la Guerra negra o Genocidio de Tasmania hizo desaparecer a toda la población autóctona.

Respecto a esto, Kapuscinski dice: “El diálogo, pues. Su finalidad no es otra que la comprensión mutua, la cual, a su vez, lleva a un acercamiento mutuo, dos cosas que se consiguen a través del conocimiento. ¿Cuál es la condición previa de todo este proceso, de toda esa ecuación?. Pues no otra que la voluntad de conocer, la disposición a dirigirse al Otro, a ir a su encuentro, a entablar con él una conversación. No obstante, tal cosa resulta harto difícil en la vida diaria. La experiencia humana demuestra que en un primer momento el hombre, por un reflejo, reacciona ante el Otro con desconfianza, recelo, aprensión y a veces incluso con hostilidad. Todos nosotros, miembros del género humano, a lo largo de la historia nos hemos asestado demasiados golpes, nos hemos infligido demasiado dolor, para que las cosas sean de otra manera. De ahí que civilizaciones enteras se distinguieran por su sentimiento de excepcionalidad y su ostracismo frente al Otro. A los no griegos, los griegos les llamaban bárbaros, es decir, seres que emitían balbuceos incomprensibles; y como no había manera de entenderlos, más valía mantenerlos a distancia. A distancia y en inferioridad. Para separarse de los Otros, los romanos levantaban sus limes, grandes redes de fronteras fortificadas. A los que llegaban de ultramar los chinos los llamaban Yang Kui, o sea, monstruos marinos, y también intentaban mantenerlos a raya.

¿Y en nuestra época? ¿Y la arrogancia de unas culturas y religiones frente a otras? ¿¡Y todos esos muros, verjas, vallas y alambradas que hienden todos los continentes!? ¡En qué desafío tan fenomenal se ha convertido el progreso de las últimas décadas en el campo de las comunicaciones!. Por un lado, sin duda nos acerca unos a otros, pero ¿nos acerca de verdad?. Entre dos personas, entre uno y otro Yo, se ha metido un intermediario técnico: la chispa eléctrica, el impulso electrónico, redes y enlaces, el satélite… La palabra hindú Upanishad significaba estar cerca, al alcance de la mano. El Yo se transmitía al Otro no sólo con la palabra sino también con la presencia, la cercanía, la permanencia en un mismo lugar, el trato directo. Nada puede sustituir esta experiencia” (2007:83-84).

Ryszard Kapuscinski (2007), Encuentro con el Otro