Wednesday, June 29, 2011

Había una vez: cuentos del mundo.

Los cuentos son mágicos. 
Pueden salvar de la muerte, como le ocurrió a Sherezade, en Las mil y una noches, también pueden zambullirte en vidas e historias desconocidas, y sobre todo en mundos alejados de lo que más conocemos. Con los cuentos podemos, sobre todo, conocer otros pueblos. Es otra manera de acercamiento al ser humano de latitudes tan alejadas de la nuestra. Los cuentos directamente nos llevan. Nos cogen de la mano y dirigen nuestra atención a recovecos, a rincones de estos países en los que quizá, jamás, nos podríamos adentrar. A fuerza de leer y oír cuentos de todo el mundo hemos ido aprendiendo cómo es la selva, cómo se vive en el desierto, cuán traicioneros pueden ser algunos animales y algunos hombres, pero también cuán generoso es el género humano en cualquier rincón del mundo.


El juicio de la piedra

Cuento de Myanmar 

Un adolescente de nombre Than viajaba a pie a la aldea de su abuelo. Marchó sin descanso desde la salida del sol. A la caída de la noche, llegó a las afueras de una ciudad. Se detuvo un poco más abajo del camino y buscó un lugar para dormir. Than tenía algunas monedas en la bolsa, que constituían toda su fortuna. Temió ser robado mientras dormía y buscó un lugar seguro para guardar su dinero. Vio una gran piedra plana, la levantó y puso sus monedas debajo. Tranquilizado, se acostó y se durmió. 

Un hombre poco escrupuloso pasó por allí en el momento mismo que Than ponía la piedra en su lugar. Esperó que el joven se durmiera, robó su dinero y desapareció. Than durmió con los puños cerrados hasta el alba. 

Apenas levantado, se fue a lavar a un arroyo y regresó a donde se encontraba la piedra plana. La levantó para recoger sus monedas, con las que pensaba comprar un buen desayuno en la ciudad. Levantó por tanto la piedra y pasó su mano por debajo. Sus dedos no encontraron más que la tierra seca. Puso en tensión todos los músculos de su cuerpo y quitó enteramente la piedra. El dinero había desaparecido. Than estaba desesperado, no entendía qué podía haber sucedido. Estalló en sollozos y se puso a dar voces pidiendo ayuda. La gente en la ciudad escuchó sus gritos. Se reunieron alrededor suyo y le preguntaron cuál era la causa de su perturbación. Entre dos sollozos, Than intentó explicar lo que le había sucedido. Poco a poco una multitud lo rodeó, pero nadie entendía nada hasta que llegó el alcalde de la ciudad. Se abrió paso entre la multitud, se aproximó a Than y le pidió que se calmara para que pudiera explicar la causa de su desgracia.

-La noche anterior dormí al borde del camino. Escondí mi dinero debajo de una piedra. Por la mañana miré debajo de la piedra y mis monedas habían desaparecido.

El alcalde frunció el ceño, reflexionando seriamente sobre lo dicho por Than. La multitud lo siguió atentamente para ver cuál sería su reacción.

-¿Dónde está la piedra? -preguntó el alcalde.

-Aquí está -respondió Than, mostrándoles a todos el lugar donde su dinero había desaparecido.

-¡Detened a esa piedra! -ordenó severamente el alcalde-. Será juzgada por robo. ¡Ella es sin duda alguna la culpable! 

La gente estaba estupefacta, no creían lo que oían.

-¿Por qué me miran así? ¡Arriba, carguen con esta piedra, está claro que ella ha robado a este joven! 

El tono del alcalde no se prestaba a discusiones. Los habitantes obedecieron sus órdenes. Cargaron la piedra y la llevaron a la plaza central de la ciudad, donde se celebraban todos los procesos judiciales. El alcalde se sentó y el escribano abrió los registros de justicia, presto a registrar el proceso. Toda la población de la ciudad los rodeaba, curiosos por ver el desarrollo del proceso. Los jueces tomaron su asiento en la plaza. El alcalde dio la orden de presentar a la piedra para responder por la acusación de robo. Dos hombres trajeron la piedra plana y la depositaron delante del alcalde, que la miró con un aire furioso. En el público, cada uno hacía lo posible por no reírse. Cada uno disimulaba su sonrisa escondiendo el rostro entre sus manos mientras el alcalde interrogaba a la piedra.

-Piedra, ¿admites haber robado el dinero de este joven?

-…

-Escribano, anote que el acusado se rehúsa a responder. Piedra, ¿qué hacías tú en el borde del camino? ¿De que aldea eres?

-…

El alcalde jamás había estado tan serio. Miró severamente a la piedra.Entre la multitud, la gente escondía el rostro para reírse.

-¿Cuál es tu nombre? ¿Qué edad tienes?

-…

Las risas se escapaban dentro de la multitud. Algunos reían abiertamente, otros pretendían estornudar o toser. El alcalde, molesto, miró alrededor suyo y dijo:

-Ustedes saben que la ley prohíbe reír en un juicio. Esta es una corte donde la ley ejerce sus derechos. Les prevengo, ¡aquél que transgreda las leyes del tribunal será castigado! 

Se volvió de nuevo hacia la piedra y le preguntó:

-Piedra, ¿te crees muy mala? No pienses que te librarás guardando silencio. Responde a las preguntas que te hago. ¿Qué hiciste cuando este joven se durmió? ¿Qué has hecho con el dinero?

-…

El juez le gritó:

-¿Te burlas de la ley? Puesto que es así, ¡te condenamos a treinta latigazos y seguidamente, perderás la cabeza!

La multitud no se pudo contener más. Un hombre estalló de la risa, una mujer rió abiertamente y poco a poco todos rieron acarcajadas. Un clamor alegre se elevó sobre la plaza y, una vez que todos reían, fue imposible detener la algarabía general. Sólo el alcalde estaba serio. Miró al público y esperó a que se callasen. Cada uno hizo lo que pudo para controlarse y poco a poco la calma regresó. El alcalde se giró hacia su escribano:

-Anota en los registros que cuando el público ha escuchado la sentencia de los jueces sobre el proceso de la piedra ladrona, ha mostrado su desdén por la justicia mediante la risa, poniendo en ridículo a su alcalde. Cada persona presente está por tanto condenada a pagar una multa de diez piastras. 

Nadie más osó reírse. Los hombres y las mujeres se pusieron en fila y pagaron su multa. El alcalde recogió las monedas y se las dio a Than:

-Ten, hijo mío, he aquí una compensación por el perjuicio que has recibido en nuestra ciudad. Si no se puede ejercer una buena justicia, es necesario por lo menos consolar a la víctima. 

Than, contento, agradeció al alcalde y retornó a su camino. 
En cuanto a la piedra, los hombres la colocaron en las afuerasde la ciudad, donde le fueron aplicados treinta latigazos. No sabiendo cómo decapitarla, fue dejada al borde del camino para ayudar a los ladrones a reflexionar antes de actuar.


La carne de la lengua

Cuento Swahili

Hubo una vez en otro tiempo un rey rico y poderoso y una reina; una reina delgada, pálida y triste. No tenía apetito alguno, ni por los alimentos ni por la vida. El rey la observaba y no sabía cómo devolver la redondez al cuerpo que la reina había poseído años atrás.
 
Un día, mientras el rey miraba por la ventana de su palacio, vio pasar por el jardín una mujer que respiraba vitalidad, una mujer bien plantada, de hermosas carnes, de cuerpo generoso y mirada radiante. El rey reconoció en esa mujer a la esposa del jardinero y quedó estupefacto. Su propia esposa tenía todo lo que pudiera soñar, todo lo que una mujer pudiera desear y aun así, estaba flaca como un clavo herrumbroso. El jardinero, en cambio, no ganaba más de lo necesario para el sustento diario y tenía una mujer de formas abundantes...
 
El rey salió de su palacio al encuentro del jardinero, hablándole
de este modo: 

-Tu mujer está resplandeciente y la mía delgada al punto que
parece enferma. Dime cómo, de qué manera, alimentas a tu esposa. 

-Yo -respondió el jardinero- alimento todos los días a mi mujer con la carne de la lengua.

-¿Eso es todo?

-Sí señor, eso es todo.

El rey entró precipitadamente al palacio en busca de su cocinero, a quién ordenó: 

-Me vas a preparar un banquete a base de lenguas de todo tipo, sazonadas de todas las maneras posibles. ¡Quiero una gama de sabores que sea digna de los paladares más exigentes!
 
Al día siguiente, las mesas estaban cubiertas con toda suerte de platos con lenguas de buey, de ternera, lenguas de carnero, de conejo, de alondra, de gorrión y de garza real. Lenguas tostadas, cocidas, asadas, rellenas, hervidas, además de salsas confeccionadas con especias del mundo entero.
 
El rey fue en busca de la reina y la acompañó, orgulloso de sí, hasta el salón de banquetes. La invitó a servirse de los manjares, pero la desdichada, a la vista de todas las lenguas, bañadas en jugos de colores extraños, sintió náuseas y se retiró inmediatamente a su habitación.
 
El rey, despechado, acudió nuevamente a su jardinero y le dijo: 

-¡Tú te llevarás a mi esposa, la reina, a tu casa por seis meses, y la tuya vendrá a vivir al palacio! 

Los deseos de los reyes son órdenes. Así, a la mañana siguiente, se hizo el intercambio. 

Hay que dejar correr el tiempo en la vida... en los cuentos, son suficientes dos palabras. He aquí que los seis meses pasan volando. 

La reina regresó al palacio resplandeciente, con sus formas redondeadas y riéndole a la vida. En cuanto a la mujer del jardinero, era apenas la sombra de lo que fue. Estaba delgada y gris, su mirada estaba apagada y tenía un rostro que ya no sabía sonreír.
 
El rey, que no comprendió nada, pidió a las mujeres que le explicasen cómo era posible tanta transformación. 

-Cuando mi marido regresa en la tarde -dijo la esposa del jardinero- está siempre de buen humor. Durante la cena, me va contando su jornada: las flores que han abierto sus pétalos, los arbustos que retoñaron, las frutas que maduraron, la luna llena en medio de la noche. Cuando termina de cenar, toca música y canta, cuenta historias y me recita poesía. Las veladas con él tienen la savia del paraíso.
 
-Así es -afirmó la reina-. Siempre tiene una bella historia o una palabra dulce que ofrecer y así embellecer la vida. Da, en fin, lo mejor de sí mismo, ¡la carne de la lengua!
 
Nadie sabe si el rey comprendió verdaderamente.
Algunos dicen que desde ese día, las dos mujeres escogieron vivir con el jardinero. Otros, más optimistas, dicen que el rey aprendió a contar hermosos relatos… y que su reina vivió muy contenta el resto de sus días.



Fuentes:
http://www.revistapueblos.org/spip.php?article1994
Praline Gay Para "Cuentos curiosos de los cuatro rincones del mundo"

Sunday, June 26, 2011

Construyendo el mundo o la discapacidad: Oliver Sacks.

"Más allá del qué de la enfermedad está el quién del enfermo"

"Pensar en las grandes adaptaciones que el cerebro es capaz de hacer, me hace dudar de los conceptos salud y enfermedad. Habría que volver a reflexionar sobre ello para verlos como la capacidad del organismo para crear una nueva organización que les permita tender una mano a la vida, no sólo a pesar de sus condiciones o problemas sino incluso con la ayuda de estas situaciones".


"Quizá 200 millones de personas necesitan ser vacunadas contra la gripe. Pero también existe ese individuo que padece una embolia, o un golpe en la cabeza o lo que sea, y entonces tiene que haber este intento paciente, lento y largo de reconstruir su vida. Y eso requiere escuchar mucho y apreciar las cualidades personales del paciente, y esto es lo que me gusta hacer".

Oliver Sacks, neurólogo.
Oliver Wolf Sacks es un neurólogo inglés que ha escrito importantes libros sobre sus pacientes como «anécdotas clínicas» (historias de casos clínicos contadas a través de un estilo literario informal).
Sus libros reúnen talento literario y rigor científico. Pero, por encima de ello, Sacks tiene ese impagable don que da sentido a la literatura: toda su obra es una inexcusable invitación a vivir. En cada página de Sacks surge una expresión de la vida, unas veces encarnada en un niño sin voz, otras en un pintor que no distingue los colores o, también, en la soledad de un marinero perdido. Sacks describe la vida allí donde ésta resulta más apasionante: en el interior del ser humano, en su juicio, en su memoria. Y elige para iluminar el enigma ese tiempo crucial en el que el hombre se ve obligado a construir su identidad cuando todo lo ajeno pugna por negársela; es decir: en la diferencia, en la enfermedad, en la pérdida. 

En una de las primeras obras que más éxito alcanzaron, "El hombre que confundió a su mujer con un sombrero",  Sacks recurre a su experiencia como neurólogo para relatar una veintena larga de casos clínicos, en los que la enfermedad pierde su sentido convencional, para convertirse en esa circunstancia que pone al paciente ante la necesidad de construir un nueva realidad, un nuevo juicio.
En "Un antropólogo en Marte", Sacks da un paso más, y la enfermedad aparece como una paradójica fuerza creativa. Como dice Sacks: "Más allá del qué de la enfermedad está el quién del enfermo". Más allá de la destrucción están los nuevos equilibrios que la vida construye hasta el último instante en el hombre enfermo.

¿Dónde está la línea que establece las diferencias? ¿Hay una frontera para la discapacidad? Para Sacks, éste es un asunto "que llama poderosamente la atención en el caso de los sordos. Una idea muy arraigada que ellos tienen. Conozco muchos sordos que no me hablarían si les tratara como enfermos. De hecho, ellos utilizan la mayúscula para hablar de los Sordos como cultura y las minúsculas para referirse a la sordos en general".
Esref Armagan, pintor ciego.
Sacks destaca la potencia creativa que puede entrañar la diferencia. El mundo de cada uno no es, en realidad, más que un sitio donde vivir la propia identidad. "Un caso que cuento en mi último libro -relata Sacks-, es el de un pintor que, tras un accidente,  pierde la capacidad de ver los colores. Al principio, mi paciente lo pasó muy mal. Ahora se ha adaptado y explica que tiene el privilegio de vivir en un mundo de formas  que la mayoría de las personas no pueden conocer porque están distraídos por los colores. Su mundo visual es tan rico como el de los demás, pero de una forma diferente. Estas personas no se sienten minusválidos o enfermos. Yo tengo un mundo y lo construyo de un modo diferente a como usted construye el suyo.

El síndrome de Tourette se caracteriza por la presencia de tics convulsivos, mímica involuntaria, gestos crispados, muecas, ademanes extraños, maldiciones y blasfemias igualmente involuntarias. Podría pensarse que existen actividades para las que es inconcebible que un individuo con síndrome de Tourette pueda realizarlas. Entre ellas están las propias de un cirujano. Sacks conoce a cinco cirujanos con síndrome de Tourette. Durante una operación, el doctor Bennett, uno de éstos cinco cirujanos, se mantiene controlado y mucho más centrado que otro cirujano: elimina toda manifestación del síndrome y efectua una operación precisa, correcta, impecable. Bennett es aceptado por el personal del Hospital como un cirujano competente, seguro, eficaz. Su familia le quiere y él siente a la enfermedad como “divertida… no la considera una enfermedad sino una parte de él mismo.”

 

Oliver Sacks está a favor de lo que llama teoría del Startrek que, en síntesis, viene a proponer la no interferencia en otras culturas: "Antes de inmiscuirse en la vida de una persona, por lo menos hay que estudiar muy concienzudamente la situación.  Porque las situaciones crónicas, las que duran, son diferentes". Y añade: "en mi último libro cuento la historia de un ciego de nacimiento llamado Virgil, que había construido una vida razonable y que, cuando ya tenía 50 años, su novia le propuso operarse para ver. El no sentía un deseo especial de hacerlo, pero tampoco lo rechazó. Se operó por complacerla. La operación fue oficialmente un éxito. Sin embargo,  él la vivió como un fracaso. Veía, pero era incapaz de reconocer. No era capaz de adaptarse. Tenía sensaciones, pero no alcanzaba su significado".

¿Qué significaba “ver” para un hombre que antes no veía? ¿A qué clase de mundo lo habían arrojado?” No basta con ver, también hay que mirar. Hay que construir el mundo. El mayor problema de Virgil es que estaba habituado a un aprendizaje secuencial a través del tacto. Los ciegos viven en el tiempo y, para ellos, resulta inconcebible la idea del espacio. Esto implica pasar de un aprendizaje meramente temporal a uno espacio-temporal. Es una tarea de aprendizaje de inconmensurable dificultad. Por tanto, Virgil tenía que explorar visual y táctilmente los objetos para reconocerlos y aprender a mirar. “Ahora que lo he tocado, puedo verlo” Virgil tenía que renunciar a un mundo, a una identidad con su propia sensibilidad, coherencia y sensaciones, y abrazar otro mundo e identidad. Es un cambio radical en el funcionamiento psicológico. Se produce una profunda adaptación o reorientación, mediante la cual el individuo recompone el mundo. En cierto sentido, debía morir como ciego para nacer como persona que ve.

¿Y tú, como ves la discapacidad?





Fuentes:
Un antropólogo en Marte – Oliver Sacks
El hombre que confundió a su mujer con un sombrero - Oliver Sacks.


Tuesday, June 21, 2011

¿Por qué lucha el jefe Raoni?


 

La presidenta de Brasil, Dilma Vana Rousseff ha autorizado la construcción de la controvertida represa hidroeléctrica de Belo Monte, que será la tercera mayor del mundo, en la Amazonía. 


El Río Xingú, con sus 2100 kilómetros de longitud, es el sexto afluente más largo del Río Amazonas, y su cuenca fluvial, de 531.000 kilómetros cuadrados, es comparable con la extensión de España.
Se prevé la construcción, en Volta Grande do Xingu, de tres pantanos artificiales, varios canales y cinco represas, anegando áreas donde hoy se da agricultura, ganadería y numerosos manantiales que abastecen a la población local. Se  pretende excavar allí el mismo volumen de tierra que en la construcción del canal de Panamá.

Una sentencia de muerte para los pueblos de la gran curva del río Xingú. Belo Monte inundará por lo menos 400.000 hectáreas de bosque, causando la expulsión de 40 mil poblaciones indígenas y locales y la destrucción de hábitats valiosos para muchas especies. Además. la región de Volta Grande do Xingu quedará prácticamente seca con la construcción de la hidroeléctrica. A ejemplo de lo que sucedió con la cascada de Sete Quedas en la construcción de la hidroeléctrica de Itaipu, también Belo Monte modificará 100 kms de un conjunto de cascadas y canales naturales y, con ello, afectará a 50.000 personas que perderán su modo de vida, que depende del Xingú. El río dejará de ser navegable y la pesca estará comprometida

El líder indígena Raoni afirma que en el 2007, al recibir la Medalla del Mérito Cultural de manos del presidente Lula, éste prometió no firmar nunca la construcción del pantano de Belo Monte.
Además, los pueblos indígenas del Xingu se quejan de no haber sido llamados a debatir el proyecto de Belo Monte con el gobierno. El Brasil firmó la Convención 69 de la OIT, comprometiéndose a obtener el consentimiento previo de los indígenas antes de tomar medidas que los afecten y la Constitución de 1988 garantiza la protección de los pueblos indígenas.

El presidente Lula sostuvo que es consciente de que ‘un país que quiere ser la quinta economía del mundo en la próxima década, que quiere ofrecer a los inversionistas garantía de energía, es un país que tiene que pensar cinco años por adelantado’. ‘Eso es lo que estamos haciendo’, dijo, y por eso ‘estamos edificando las hidroeléctricas de Santo Antonio, Jirau y Estreito y luego anunciaremos el complejo Tapajós, que será una revolución en el sistema de producción de energía hidroeléctrica’, finalizó.

Ante esto, los líderes de trece tribus tomaron una decisión: hacer ruido. Preparan la invasión del área que ocupará la presa, en Volta Grande. Dicen que se movilizarán al menos 140 indígenas.

Discurso del jefe Raoni (abajo subtítulos):



En este momento todos los indígenas estan aquí luchando contra la construcción de la Usina en Belo Monte de Altamira.
Los indígenas no aceptamos la construcción de una Usina (Planta Hidroeléctrica) aquí.
Esta no sólo afectará a Altamira, sino también al río Xingu, que esta cerca de Altamira.
El río Xingu tiene que estar vivo, tiene que estar limpio, no necesita de una construcción en Belo Monte.
Si la Usina se construye, causará daños, perjudicará a las medicinas tradicionales, acabará con los peces que consumimos del río Xingu.
Este año estuve con el Ex-Presidente de Francia, Jacques Chirac. Conversamos y le expliqué la situación. El Presidente dijo que va a apoyarnos, y pidió que el gobierno brasileño respete a los pueblos indígenas, que nos escuche. En el mismo viaje conversé con otras autoridades de Francia, y les conversé sobre el mismo problema. Les pedí apoyo y me dijeron que también ayudarían. Y lo mismo en otros encuentros.
La intención de este gobierno es de construir una presa para la Usina de Belo Monte. Y claro que todas las tribus indígenas de Brasil nos vamos a juntar, y vamos a la guerra. El gobierno quiere una guerra contra nosotros, si llevan acabo la construcción de esta Usina, y vamos a hacer una guerra contra ellos.
Si es que todos los indios vamos a morir, esta todo bien. Así no lucharemos más contra Belo Monte ni contra el gobierno. 
Si ellos nos matan a todos, todo bien, así ya no tendremos voz, no vamos a estar vivos, y nosotros no vamos a estar en pié para seguir luchando. Pero mientras yo este vivo, yo estaré fuerte, y voy a luchar hasta el fin.


El jefe Raoni lucha por esto:


Fuentes:

Sunday, June 19, 2011

John from América: Cultos cargo.


Años cuarenta, en medio de la nada, por todas partes lo único que puede verse es agua, el Océano Pacífico arropa a las pequeñas islas de Melanesia que lo salpican. Los habitantes de una de esas minúsculas porciones de tierra emergida viven aislados del resto del planeta. El único y esporádico contacto que han tenido en mucho tiempo eran con hombres raros portadores de un libro de oscura cubierta que hablaban de un dios desconocido y de adoptar costumbres que no les eran propias, irritantes intromisiones que nada bueno parecían presagiar.

Contactos más amigables y fructíferos eran los mantenidos con otros isleños pero, aparte de vecinos y misioneros, nadie más visitaba aquella esquina del globo. Ignorantes de lo que sucedía en el océano, donde dos grandes imperios luchaban en medio de una gigantesca guerra, los isleños se habían sorprendido al observar, lejos, muy lejos, sombras producidas por grandes navíos. Igualmente, a veces, se escuchaba un misterioso zumbido y, alzando la mirada hacia los cielos, un oscuro pájaro negro de robustas alas y vuelo veloz, cruzaba entre las nubes, muy alto.
 
Hasta que un día, en medio del asombro general, otro gigantesco pájaro oscuro sobrevoló el poblado y esta vez aterrizó. La isla que sobrevolaban era ideal para instalar, al menos temporalmente, un puesto de escucha y aprovisionamiento.
Una patrullera se acercó a la costa y, en la distancia, un destructor y varios buques de escolta y aprovisionamiento.
Los marines instalaron un puesto de escucha,con varias casetas prefabricadas, un generador, grandes antenas y un montón de suministros. Con el paso de las horas, tanto isleños como militares fueron entrando en contacto. Lo normal en esto casos era ofrecer regalos. El comandante del puesto inició la fiesta. Leche en polvo, cosas brillantes, chocolate… tabaco.

Pasaron los días, aquellos “dioses” controlaron las ondas de radio, mientras sus amigos isleños disfrutaban de inesperados objetos y contemplaban con asombro las máquinas portadas por aquellos hombres-dioses vestidos de verde. Algunos de los moradores de la perdida roca fueron bendecidos con el favor de los dioses, pues éstos sanaron sus enfermedades. Pero aquello no duró mucho.

Una mañana, como aquella en la que el pájaro negro descendió por primera vez, el puesto recibió la orden de regresar a la flota. Las tiendas desaparecieron, las antenas ya no se alzaban, los dioses se habían esfumado, la isla volvía a su aislamiento de costumbre. ¿Cómo hacer que volvieran? ¿Cómo suplicar por su regreso? ¿Cómo lograr alzar la voz hasta los cielos donde vivían los pájaros negros?

Pasaron los años, pero nadie olvidó los días en que los dioses llegaron con sus regalos. Habían observado cada detalle, asombrados, escucharon el lenguaje de aquellos extraños, no lo entendían, pero aprendieron algunas palabras, como Amerrica, aunque para ellos no tenían sentido alguno. Memorizaron las inscripciones con que el pájaro negro estaba decorado y las pinturas que daban carácter a la patrullera, no olvidaron las siluetas de otros pájaros negros que pasaron sobre la isla en aquel tiempo. Decidieron que, para recordar aquellos días y para lograr que los dioses regresaran, tenían que hacer una gran representación anual en conmemoración de la primera visita desde los cielos y el mar. Así nació todo un ritual que era celebrado con pasión por los isleños. Imitaron los rifles de los militares con largos palos, se vistieron con los colores de los uniformes que habían visto, reprodujeron la sagrada enseña de sus dioses, la bandera de los Estados Unidos, elevaron un bosque de ramas en recuerdo del radiotransmisor y formaron con rocas en la playa, o con pigmentos sobre sus cuerpos desnudos, figuras que rememoraban los “dibujos” vistos en los pájaros y los grandes peces metálicos, como USA o US NAVY.

Estos son los llamados por los antropólogos como cultos cargo. En medio de una cruel contienda entre las flotas japonesa y estadounidense, además de británicos, australianos y neozelandeses, las tribus de muchas islas de Oceanía o del interior de Nueva Guinea que, anteriormente, no habían tenido contacto con el exterior, se encontraron, de pronto, con visitantes maravillosos y poderosísimos, capaces de surcar las aguas, volar por el cielo a voluntad, podían curar enfermedades, portaban armas invencibles, alimentos nunca antes imaginados, eran capaces de cualquier cosa. Pero la guerra terminó y los “dioses” desaparecieron. El choque había sido brutal, el “primer contacto” dejó a muchas de aquellas gentes desorientadas. 

Algunos cultos cargo han sobrevivido, siendo el más conocido el de la isla de Tanna, en Vanuatu El origen se halla en los movimientos de las tropas estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, que aparecieron súbitamente sobre el cielo de la isla arrojando todo tipo de provisiones. La historia quedó inmortalizada en la figura de "John From", un dios que vendrá de los cielos para traer todo tipo de mercancías y bienes materiales. El nombre proviene probablemente de algún aviador que se presentó ante ellos como “John from America”.
Hoy día, los seguidores de Jon Frum se siguen reuniendo en la isla de Tanna cada 15 de febrero para celebrar su particular ritual: un grupo de supuestos “soldados” desfila con sus fusiles de palo y la palabra USA trazada sobre su pecho. A continuación izan puntualmente la bandera estadounidense y realizan una serie de cánticos rituales con la esperanza de que Dios vuelva a lanzar sobre ellos su preciado “cargamento”.

Otro culto cargo es el que realizan la tribu de los Yaohnanen que espera otro Dios que regresará para cubrirles de regalos: el Duque Felipe de Edimburgo. Según la mitología Yaohnanen, el marido de la Reina de Inglaterra es el hijo de un antiguo espíritu que habita en las montañas de la isla de Tanna, y reinará sobre los miembros de la tribu a su regreso. A pesar de los miles de kilómetros que separan Londres de este pequeño archipiélago de la Melanesia, los nativos aseguran que el espíritu del príncipe Felipe se aparece con frecuencia y les habla. “No le podemos ver, – dice el jefe de la tribu - pero podemos escuchar su voz” Los antropólogos han determinado que en algún momento de la década de los años 50 las creencias ancestrales de los Yaohnanen se mezclaron con las noticias que los visitantes ingleses traían sobre la familia real británica y el choque de culturas dio lugar a una nueva y exótica creencia. También se habla de la influencia de una visita del propio Príncipe a la zona en 1974.

En su célebre Vacas, cerdos, guerras y brujas, el antropólogo Marvin Harris relata cómo uno de los profetas del cargo fue conducido a las ciudades occidentales para que viese con sus propios ojos de dónde surgían las mercancías. Lo llevaron a fábricas de cerveza, a hangares de reparación de aviones y a otros lugares de producción con la intención de mostrarle que todo aquello que creía mítico y divino en realidad provenía de fuerzas reales y materiales. Lo curioso del caso es que no lograron a convencerlo, sino todo lo contrario. El profeta no podía comprender por qué aquella riqueza no estaba distribuida igual entre todos. Sin duda, tenía que ser por alguna razón sobrenatural, porque, en una lógica no contaminada por el sistema, era imposible que algunos sin trabajar pudieran tener todo el cargo que quisieran, y otros, trabajando duro, apenas pudieran disfrutar de ese maná.  

"(A Yali) Le llevaron a Australia donde los australianos querían mostrarle cuál era el secreto del cargo: centrales azucareras, fábricas de cerveza, un taller de reparación de aviones, los depósitos de mercancías de los muelles. Aun cuando Yali pudo ver por sí mismo algunos aspectos del proceso de producción, también constató que no todos los que iban en coche a todas partes y vivían en grandes mansiones trabajaban en centrales azucareras y fábricas de cerveza. Pudo observar cómo hombres y mujeres trabajaban en grupos organizados, pero no logró captar los principios últimos sobre cuya base se organizaba su trabajo. 
Nada de lo que vio le ayudó a comprender 
por qué de aquella inmensa profusión de riqueza 
ni siquiera una gota llegaba a sus compatriotas."
Hoy, en pleno siglo XXI, todavía no sabemos muy bien como funciona la cosa. Pero lo que sí está claro es que no hay que mirar tan lejos para ver que los cultos cargo no son tan ajenos a nosotros.





Fuentes:
"Vacas, cerdos, guerras y brujas" Marvin Harris.

Wednesday, June 15, 2011

El hiyab de las mujeres de occidente: la talla 38.

"El sometimiento a regímenes alimenticios es el sedante político más potente de la historia de las mujeres: una población silenciosamente trastornada es una población muy fácil de manejar" Naomi Wolf.


Cuando Fatema Mernissi (socióloga) acudió a comprarse una falda a una tienda neoyorquina y la dependienta le informó de que no encontraría talla para ella (la 46, calcula) a menos que acuda a una tienda de tallas especiales, Fatema se sintió entre asombrada y humillada. La dependienta, una mujer de unos cincuenta años, le preguntó de qué planeta era para reaccionar de esa manera. De Marruecos, le respondió. En Marruecos las tallas no existen puesto que las faldas se hacen a medida y las caderas anchas son uno de los principales atractivos de una mujer.

Fatema escribe en su libro "El harén en Occidente": "A continuación viví la desagradable experiencia de comprobar cómo el estereotipo de belleza vigente en el mundo ocidental puede herir psicológicamente y humillar a una mujer" La dependienta le confesó que mantenía una figura delgada a cambio de ser esclava de la dieta. Si engordaba, probablemente perdía el trabajo o le relegaban a un puesto inferior. "¿Quiere usted decir que no vigila su peso?" le preguntó a Mernissi con cierta incredulidad, y añadió en voz alta: "Muchas mujeres que tienen puestos de trabajo muy bien pagados, relacionados con el mundo de la moda, podrían verse de patitas en la calle si no siguieran una dieta esctricta".

 "Sus palabras eran tan claras y la amenaza que implicaban tenía tal carga de crueldad que me dí cuenta por primera vez de que quizá la talla 38 fuera una restricción aún más violenta que el velo musulmán"

"Sí, pensé, acababa de encontrar la respuesta a mi enigma. A diferencia del hombre musulmán, que establece su dominación por medio del uso del espacio (excluyendo a la mujer de la arena pública), el occidental manipula el tiempo y la luz. Este último afirma que una mujer es bella sólo cuando aparenta tener catorce años. (...) Fijar esa imagen de niña en la iconografía como ideal de belleza condena a la mujer madura a la invisibilidad". Mernissi concluye que esas actitudes son "más peligrosas y taimadas que las musulmanas", porque "el tiempo es menos visible, más fluido que el espacio". Las mujeres deben aparentar que son bellas, lo cual no deja de ser infantil y estúpido... el arma usada contra las mujeres es el tiempo. La violencia que implica esta frontera del mundo occidental es menos visible porque no se ataca directamente la edad sino que se enmascara como opción estética"

 Mernissi asegura que en aquella tienda no sólo se sintió horrorosa, sino también inútil. Y expone el mecanismo, idéntico al utilizado con el velo en el mundo musulmán o contra las mujeres en la China feudal, a quienes se les vendaba los pies. "No es que los chinos obligaran a las mujeres a vendarse los pies para detener su crecimiento normal, simplemente definían el ideal de belleza" Es decir, no se obliga a ninguna mujer a pasar hambre por la dieta, simplemente se rechaza a quien no entra en el modelo impuesto. Sólo un modelo idéntico para todas, todas iguales.

A partir de ahí, encuentra las respuestas que le faltan en Naomi Wolf y Pierre Bordieu. Wolf detalla que hace una generación las modelos pesaban un 8% menos que la media femenina, mientras que hoy la diferencia es de un 23%. Afirma que la reducción de la talla ideal es una de las causas de la anorexia. "El sometimiento a regímenes alimenticios es el sedante político más potente de la historia de las mujeres: una población silenciosamente trastornada es una población muy fácil de manejar", abunda Wolf. La preocupación por el peso provoca "un colapso virtual de la autoestima" y la restricción calórica conduce a una personalidad caracterizada por "pasividad, ansiedad y cambios emocionales bruscos". Los desórdenes alimentarios generan neurosis y la sensación de pérdida del control. Quienes nos controlan son todas esas industrias dirigidas por hombres: la moda, la cosmética, la cirugía estética, la industria alimentaria y la pornografía.

Bourdieu explica en "La dominación masculina" que "la violencia simbólica es una forma de ejercer el poder, que repercute directamente sobre el cuerpo de la otra persona, como por arte de magia, sin constricciones físicas aparentes". No se trata de una imposición externa sino que nosotras mismas, sintiéndonos liberadas e iguales a los hombres, nos calzamos los tacones de aguja, nos inyectamos botox, hacemos la dieta de la alcachofa y seguimos sexualizadas y reducidas a objetos de deseo. Dice Bordieu: "Al confinar a las mujeres al estatus de objetos simbólicos que siempre serán mirados y percibidos por el otro, la dominación masculina las coloca en un estado de inseguridad constante. Tienen que luchar sin cesar por resultar atractivas, bellas y siempre disponibles".

Tras dar gracias a Alá por haberla ahorrado la tiranía de la talla 38, Mernissi se pregunta: "¿Es posible organizar una manifestación política creíble y salir a las calles a protestar y gritar que se nos han pisoteado los derechos humanos porque no es posible encontrar la falda que una busca?"


Fuente:
Fatema Mernisi, El harén en Occidente.


Hiyab, de Xabi Sala. El corto, de ocho minutos, habla de Fátima, una niña española de origen musulmán que se enfrenta a su profesora porque no quiere quitarse el velo islámico.



"No queremos diferencias entre los alumnos, ¿entiendes?"
"Estarías muy guapa sin hiyab... No querrás ser la rara de la clase... 
...¿no?"

* "La mujer es víctima del mercado. Tanto cubrirse como desnudarse son cosas del mercado, no manan del libre albedrío. El problema es el velo de la razón. La mujer no es una cosa a la que hay que ponerle artilugios para que parezca más joven"
"No se puede separar los asuntos de género de los demás temas. La política global está relacionada con el feminismo. No hay separación entre la dominación sufrida por las mujeres y la dominación que impera en el mundo"

Nawal Al Saadaw, luchadora egipcia por la libertad y la igualdad. Para ver más: http://unaantropologaenlaluna.blogspot.com/2011/10/el-velo-de-la-razon-nawal-al-saadaw.html