“La televisión es un medio manipulador por su propia naturaleza, y eso afecta muy directamente al género documental. Los pigmeos no son tontos, y cuando ven a un blanco que no sólo es el blanco de la cruz y el rifle, sino que además porta un trípode, una cámara y un largo cable con un micrófono, comprenden que habrá una alteración de esa realidad. Y por consiguiente su comportamiento también varia”
“Ninguna cultura es inocente y siempre hay reglas de dominio. Por eso, al abordar cuestiones como la ablación del clítoris o la lapidación de las adúlteras, hay que tomar partido y denunciar su práctica, se esté o no en televisión.”
“Si tuviera que implicarme en las creencias de todos los pueblos que he conocido, en estos momentos sería ya incapaz de descubrir el bien y el mal. No creo que existan verdades supermayúsculas.”
Luis Pancorbo.
Desde Nikko hasta Madagascar, pasando por Yemen del Norte, las islas Galápagos, Bhután y el Himalaya, el periodista y viajero Luis Pancorbo ha recorrido el mundo con una actitud que lo sitúa a medio camino entre la aventura y la antropología. Autor de admirables documentales, Pancorbo es el artífice de un mítico espacio televisivo, Otros pueblos, difundido en el mundo anglosajón por la National Geographic Society.
Un auténtico etnólogo, y en ese quehacer, está muy próximo a una declaración que le hizo el maestro Claude Lévi-Strauss:
“Estamos oyendo todos los días –le dijo en 1989 el filósofo francés– que la etnología es una ciencia condenada a desaparecer porque los pueblos exóticos o primitivos que estudiamos tienden, bien a desaparecer físicamente, bien a transformarse para ser asimilados a modelos occidentales. Considero que hay que ser muy prudentes al respecto. Eso mismo se decía ya a finales del siglo XVIII (...) Pues bien, incluso en la actualidad, con todas las transformaciones que se producen a un ritmo brutal, existen cientos de sociedades –no diré desconocidas– sobre las cuales aún tenemos mucho que aprender. Por consiguiente, la tarea de la etnología aún está lejos de agotarse”.
Luis Pancorbo:
“Por más que parezca un trajín poco agradable para un hombre de su edad, Lévi-Strauss se mostró muy cordial, y soportó entrañablemente mis preguntas a lo largo de la mañana. Para introducir una de mis principales dudas, le apunté que, a mi modo de ver, la pequeña pantalla no produce una realidad sino una suerte de tele-realidad, lo cual cuestionaría la divulgación seria de la etnografía a través de este medio. Pero Lévi-Strauss me dijo que, en todo caso, resulta esencial esta labor de los documentalistas”
“Lévi-Strauss me comentó. “Le voy a dar un ejemplo –dijo–. Imagínese que la televisión o el cine hubiesen existido hace dos mil quinientos años, y que nos encontráramos por casualidad una película que nos mostrara la vida cotidiana en Atenas o en Roma. Probablemente sabríamos mucho más acerca de los griegos o de los romanos que a través de la copiosa literatura que se ha escrito al respecto. Y como usted va a filmar poblaciones que espero que no desaparezcan físicamente pero cuyo modo de vida, en cualquier caso, se transformará radicalmente en los años venideros, recogerá usted testimonios de un valor inestimable”.”
“Después de tantos años, aún mantengo mi duda sobre la tele-realidad como obstáculo de la investigación etnográfica. La televisión se puede mirar de muchas maneras, pero en todo caso produce… signos de la realidad. Se podría comparar con un espejo que se pone en el camino de lo real, pero que devuelve un fluido de signos. Si ese proceso tiene algo que ver con la realidad, sería de un modo parecido al que funciona en la pintura o en la escritura.”
“En cualquier caso, la televisión es un medio manipulador por su propia naturaleza, y eso afecta muy directamente al género documental. Así, por ejemplo… cuando intento captar la vida de una pequeña comunidad de pigmeos en la selva zaireña del Ituri, procuro, como realizador, ocultar toda la parafernalia del medio. El objetivo es obtener secuencias espontáneas. Naturales. Pero los pigmeos no son tontos, y cuando ven a un blanco que no sólo es el blanco de la cruz y el rifle, sino que además porta un trípode, una cámara y un largo cable con un micrófono, comprenden que habrá una alteración de esa realidad. Y por consiguiente su comportamiento también varia.”
“Es verdad que por aburrimiento, cansancio o rutina, los miembros de esa comunidad acaban actuando de la misma forma en que lo harían en el caso de no filmarlos una cámara. Pero no pretendo el engaño. En nuestro programa también hay secuencias que tenemos que propiciar e incluso recrear. A veces no hay más remedio que pedir a alguien que repita algo que estaba haciendo un minuto antes, pero que no ha sido posible captar, porque la luz era poco favorable o porque no había película en la cámara.”
“Fíjate que esta recreación de la realidad, tan frecuente en el documentalismo etnográfico, nos aleja del reportaje y nos aproxima en mayor grado a ese género que Robert J. Flaherty desarrolló magistralmente... Por supuesto, Flaherty era un narrador, un contador de historias que escribía un guión. Pero ello no debe llevarnos a desdeñar su trabajo de campo, que era minucioso. Así, cuando rueda Nanuk el esquimal (Nanook of the North, 1922), el realizador observa cómo el inuit sube a su kayak o arponea una foca, y luego le solicita que repita esa acción ante la cámara. Corno Nanuk no era un actor profesional, hay poca distancia entre su imagen cinematográfica y su vida cotidiana. De hecho, la propuesta documental de Flaherty no sólo refleja la lucha por la vida en circunstancias extremas. También propone un testimonio certero de cómo era la existencia diaria en determinadas comunidades, antes de su progresiva aculturación.”
Este es un fragmento de la pelicula Nanook el esquimal de 1922, que muestra como un esquimal construye un Iglú en 5 minutos utilizando solo un cuchillo de marfil.
“Así, pues, aunque tengamos que solicitarle a un papú que desentierre varias veces un ñame para garantizar la calidad de una determinada secuencia, y aunque ese papú acabe siendo un actor que se interpreta a sí mismo, ello no ha de implicar nuestra renuncia a reflejar televisivamente ese aspecto de su cultura.”
“En el paso de la realidad a la tele-realidad conviene recordar que la traducción de un mundo a otro a veces requiere más de un intérprete. Ocurrió en el lturi, cuando nos disponíamos a recoger escenas de la vida pigmea. Tras reunir la pertinente documentación, era preciso comunicarse con nuestros protagonistas, cuya lengua es el bambuti. Cada una de mis preguntas, planteada en francés, era vertida al walese por un intérprete que a su vez era traducido al bambuti por un bantú, hijo de una etnia vecina de la pigmea, pero contradictoria en altura física, cultura y lengua. Cada una de mis palabras era reinterpretada por dos personas antes de ser oída por mi interlocutor. A veces, un sencillo interrogante tardaba media hora en obtener respuesta. En otras ocasiones, un malentendido interrumpía drásticamente el diálogo, como cuando propusimos a los pigmeos que simulasen dormir dentro de una de sus cabañas. Algo obsceno debieron de entender, porque se indignaron, y mucho, y al comentárselo a sus paisanos, todos juntos se adentraron en la selva, dejándonos completamente solos en la aldea.”
“Lévi-Strauss me dijo “Nuestra tendencia al consumismo va en sentido opuesto a lo que otras sociedades han conocido o practicado, o practican todavía. De ninguna manera podemos decir de modo absoluto que una fórmula es mejor que otra. Lo que sí es cierto es que cuando se opta por una, se renuncia al mismo tiempo a ciertas ventajas y se aceptan ciertos inconvenientes. Todas las sociedades, cualesquiera que sean y dondequiera que estén, se remontan a través de la historia y la prehistoria a una antigüedad igualmente remota. Por consiguiente, no existen pueblos más primitivos que otros. Hay únicamente algunos, y creo que es la única manera correcta de utilizar la expresión, a los que les gustaría seguir siendo como ellos creen que los dioses o los ancestros les crearon al principio del tiempo. Una actitud que nada tiene que ver con la nuestra. Nosotros nos enorgullecemos de ser distintos de aquello que hemos sido en el pasado, y todo nuestro afán se centra en tratar de ser en el futuro diferentes de aquello que somos en el presente. Por el contrario, estas sociedades sin escritura –lo cual es un criterio diferenciador justo– querrían permanecer primitivas, aunque naturalmente tampoco lo consiguen”.”
“Existe un grado de etnocentrismo en todas las culturas, y por consiguiente, será imposible hallar un documentalista químicamente puro, que prescinda de sus raíces a la hora de enfrentarse con otra realidad. Hemos de ser sensatos: muchos antropólogos tienen discusiones periódicas para refundar su ciencia, que es muy versátil. El subjetivismo resulta imposible de extirpar, puesto que el etnólogo y el realizador de documentales televisivos siempre tendrán que utilizar su estructura mental y lingüística para traducir y dotar de un sentido a esa otra realidad.”
“Cuando he filmado cómo los yanomami beben un puré de plátanos sobre el que arrojan las cenizas de sus muertos, soy consciente de que una parte de los espectadores puede conceptuarlos como salvajes. Probablemente no hay otra cosa que pueda repeler más a nuestra cultura que la muerte, y eso es algo que condiciona la perspectiva del telespectador. Pero no creo que por ese prejuicio deba renunciar a ofrecer estos planos, por cruda, diversa o ambigua que pueda parecer esa realidad a la hora de ser descodificada. Obviamente, ese tipo de situación puede originar un debate controvertido y complejo, dado que la propuesta relativista puede no ser válida en todas las circunstancias. De hecho, ninguna cultura es inocente y siempre hay reglas de dominio. Por eso, al abordar cuestiones como la ablación del clítoris o la lapidación de las adúlteras, hay que tomar partido y denunciar su práctica, se esté o no en televisión.”
“Cuando se estrenó Africa addio (1956), una especie de revolución explotó en los medios culturales italianos, indignados con uno de los principales momentos de la película: el fusilamiento de unos rebeldes en el Congo. El propio realizador me contó que lo único que pidió al pelotón es que se situara en un lugar adecuado para captar con las cámaras la luz del amanecer. Al insistirle en lo terrible de ese planteamiento, Jacopetti se defendió diciendo que no podía lograr el perdón de los acusados, de modo que quiso rodar su muerte con la técnica más adecuada... Como es lógico, le acusaron de subrayar el aspecto salvaje de la humanidad. No obstante, cabe decir en su favor que consiguió establecer un lenguaje fílmico novedoso, a veces muy descarnado y sensacionalista, pero próximo al gran público.”
”Hay una identidad básica en la humanidad que se refleja en algunos puntos que se comparten: el amor o el respeto por la vida, el sentido familiar..., más complicadas serían otras cuestiones como el incesto o el canibalismo. Pero por ejemplo, a nivel general hay una cierta sensación de que matar no está bien. Es más que sensación, es eso que se llama ley natural. Y si algunos se separan de eso por razones de sus tradiciones y de sus ritos, son conscientes de que están vulnerando el principio básico de la humanidad. No es un acto que se comete sin remordimiento, sin consecuencias. Esa es una raya que separa a la humanidad de los irracionales.”
“Si tuviera que implicarme en las creencias de todos los pueblos que he conocido, en estos momentos sería ya incapaz de descubrir el bien y el mal. Por lo tanto en eso sí que tengo un cierto acercamiento antropológico, trato de ser un observador participante. No creo que existan verdades supermayúsculas.”
“Las mayores barreras son culturales. Tú puedes cruzar los Pirineos en unas horas, pero al llegar a Francia hay una lengua que separa un pueblo de otro y que ha sido acuñada a lo largo de milenios. En sí misma la lengua es una diferencia, y a partir de ella hay otras más. Las religiones, por ejemplo, realmente separan más que unen.”
Luis Pancorbo |
”Ni yo ni nadie que trabaje en estos temas y sea decente en ese aspecto, no soy partidario de recluir a las poblaciones en zoos para deleite de antropólogos y de reporteros que ven cosas muy primitivas en ellos. Y mucho menos en esta época. Esa gente muchas veces necesita medicinas, educación, y por lo tanto hay transformaciones y cambios. Por otro lado veo que una de las mejores recetas para prevenir los males del racismo es el mestizaje, la fusión de la gente. Y eso lo veo absolutamente positivo.”
Fuentes:
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