China cuenta con más de 500 etnias, cada una con sus propios idiomas y costumbres. Las etnias miao componen casi el ocho por ciento de esos grupos. En algunas aldeas, los miao se llaman a sí mismos “los hmu”, en otras “los hmong”, pero la palabra china “miao”, que se refiere a estas y otras tribus afines, significa “tallo del arroz”.
Según las costumbres de los Miao, las mujeres no debían salir del pueblo ni necesitan saber leer: bastaba con que harían los trabajos de la casa.
Pero Zhang Chunying, cuando tenía 20 años, abandonó su hogar para ir a buscar trabajo. Lo encontró en una fábrica de confección de Guangzhou, capital de la provincia sureña de Guangdong, que la contrató como bordadora a máquina. Pero en el fondo de su corazón, ella prefería seguir bordando a mano, así que decidió dedicar su tiempo libre a esta bella artesanía de su etnia. Pasado un tiempo, sus bordados se expusieron en Beijing. Fue entonces cuando Zhang Chunying abrió una tienda en la que solamente se vendían vestidos y adornos de los Miao. Y no tardó en comprobar que a muchos extranjeros les encantan la sencillez y el singular estilo de estos productos artesanales.
Aunque la tienda de Beijing marchaba muy bien, Zhang Chunying decidió volver a Guizhou, su tierra natal, para cuidar a sus padres y a sus hijos. Tras recorrer muchas ciudades, se percató de que los bordados Miao se habían convertido en obras de arte y piezas decorativas. Pero al mismo tiempo notó que cada vez había más jóvenes de su etnia que aprendían a leer y escribir y salían del pueblo a trabajar, pero que olvidaban por completo su artesanía del bordado. Resuelta a evitarlo, Zhang Chunying invirtió sus ahorros en el establecimiento de una fábrica de bordados Miao y contrató entre cincuenta y sesenta trabajadoras. Además de encargarse de la comercialización de los productos, Zhang Chunying dirige las actividades de formación del personal:
«¿Cómo es que los bordados son cada día más caros? La razón es muy sencilla: las muchachas de esta generación ya no quieren bordar. Las bordadoras deben concentrarse al máximo en su trabajo, de lo contrario no pueden crear una obra perfecta. La tendencia actual es compaginar el bordado con los estudios. De esta manera, si en el futuro estas jóvenes no encuentran un empleo conveniente, siempre podrán ganarse la vida bordando».
La confección de un vestido tradicional de la etnia Miao es un proceso largo y complejo que incluye, entre otras fases, la recogida del algodón, la tejedura de las telas, la cría de gusanos y el devanado de la seda, así como la recolección de las plantas de las que se extraen los colorantes, la cocción del cuero para impermeabilizar las telas y, por supuesto, el bordado a mano. Generalmente, en un año una bordadora solo puede confeccionar uno o dos de estos vestidos, cuyo precio por unidad oscila entre los 5000 y los 6000 dólares.
«Los bordados Miao deben adaptarse a las exigencias del mercado y de la moda. Por eso siempre estoy pensando en maneras de perfeccionar las técnicas. Por ejemplo, hay gente a la que le gusta el bordado pero que no se siente confortable con la basta tela de los prendas Miao. Para atender a este tipo de consumidores, cosemos los bordados sobre telas comunes, alternativa que resulta también más barata y sencilla».
El bordado forma parte de la vida de los Miao. Tanto las niñas como las ancianas de esta etnia son bordadoras muy diestras. Sus vestidos de diario, sus trajes de fiesta e incluso sus artículos de uso cotidiano se decoran con finos bordados. Entre las mujeres Miao circula este dicho: «La gente se compara con la gente y los bordados con los bordados»; eso viene a significar que al comparar a dos personas, se compara su manera de bailar y cantar; y cuando se comparan dos bordados, se comparan las técnicas de tejer, bordar y teñir. Las niñas Miao empiezan a aprender esta labor artesanal cuando tienen siete u ocho años, y a los catorce o quince ya dominan las técnicas básicas. Estas siempre se transmiten de madre a hija o de hermana mayor a hermana menor.
«Desde muy pequeñas nos gusta bordar para vestirse. A diferencia de los habitantes de la ciudad, los Miao desdeñamos a quienes no saben bordar. Si una joven no tiene esta habilidad, es muy posible que se quede soltera. Para nosotras, bordar bien es un orgullo».
Pero no sólo son expertos artesanos del bordado: el brocado, el batik (técnica de estampado de tejidos) y la orfebrería en plata también gozan de fama. Cuando las chicas vestidas de gala se reúnen, parece que nos hallamos en un hermoso mundo de plata. El gusto por los adornos confeccionados con este material es un instinto natural de la etnia, aunque algunas lleguen a pesar hasta 7 kilos. Ellas se hacen un moño en la coronilla y llevan corolas de plata bien manufacturadas y de 20 centímetros de altura, decoradas con muchas flores de plata, figurillas de “dos dragones jugando con una perla”, “mariposas sobre las flores”, “aves que se agrupan en torno a un fénix”... En algunos lugares, se añaden cuernos de buey de plata muy largos en las corolas, con cintas multicolores sujetadas en sus extremos, realzando así la elegancia y nobleza de la mujer. Los hmong vrong o miao cuernos largos llevan enormes arreglos capilares como costumbre heredada por siglos, que son mezcla de cabello natural y artificial.
Los collares son de varias capas, compuestos por anillos de plata engarzados o plaquillas de flores de platas. Delante se llevan candados de plata, y sobre los hombros una capa del mismo material con muchas campanillas pendientes. Las bocamangas está engastado un círculo ancho de adornos de plata. Algunos ornamentos son heredados por generaciones y su confección es muy refinada e ingeniosa, reflejando plenamente la sabiduría y habilidad de este grupo étnico.
Los miao también son conocidos por sus festivales tradicionales. En una de estas celebraciones de los miao ghao-xong, los chamanes escalan descalzos unas escaleras de espadas, dando vueltas sobre la hojilla de un puñal. Usan turbantes y son famosos por sus danzas peculiares, en las que hacen movimientos complicados justo al ritmo de los tambores. Los miao qiandong norteños son conocidos por sus festivales de cortejo, en los cuales los hombres jóvenes tocan un instrumento de pipas de bambú, llamado lusheng, para cortejar a la chica miao de su preferencia. Los miao de Rongjiang son coloridos, y les encanta bailar y cantar. En su región, visten coloridas faldas afaroladas, con vuelos de tela bordada y plumas de pájaros. Al danzar al son de sus lushengs, el viento abanica los vuelos afarolados y hace revolotear las numerosas plumas. Los miao qiandong del condado de Leishan están tan aislados de las altas montañas, que han tenido que desarrollar un medio de comunicación llamado “canciones voladoras”. Una persona se pone de pie en la cima de una montaña y proyecta en alto su canto para transmitir una noticia a la villa de la montaña vecina, quienes a su vez cantan la noticia a la siguiente aldea, y así sucesivamente.
Canción Miao o Hmong de A You Duo (Sun Drum) con subtítulos en inglés.
Fuentes:
http://cuadernoderetazos.wordpress.com/2011/04/11/vestidos-de-plata-de-los-miao/
http://spanish.china.org.cn/xi-shaoshu/shaoshu/shao-miao.htm
http://www.chinaviva.com/Miao/tela.htm
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