“Yo tengo 21 hermanos y 130 sobrinos, pero mi familia es mucho más grande, todos los huaorani somos hermanos” Moi Enomenga.
Un ceibo gigante se cayó y de él surgió la selva y nacieron los huaorani. Así describe su origen Moi Enomenga, líder indígena recién galardonado con el premio al Liderazgo en la Conservación en América Latina por la sociedad internacional National Geographic.
Quizás por eso se mantienen unidos como ramas de un sólo árbol, y unidos disfrutan de una sexualidad diferente: el placer sensual de la vida en común.
Los Huaorani es un pueblo que habita en la selva ecuatoriana entre los rios Napo y Curaray, (actualmente no son más de 600 personas). Viven en pequeñas chozas alejadas de los ríos, lo que ellos denominan "casas largas". La "onka" abriga de 10 a 30 personas de una misma familia, es espaciosa y se compone de una pareja mayor (un hombre, casado normalmente con dos o tres mujeres hermanas ) sus hijas casadas (si están casadas, con sus maridos e hijos), y sus hijos solteros. El tipo de residencia es matrilocal (el hombre cuando se casa se va a vivir a la residencia de su mujer). Los hombres, que inician su vida de casados en los grupos de vivienda de sus esposas son casi como extraños y van siendo incorporados gradualmente a medida que van teniendo hijos.
Los Huaorani comparten todo en la casa larga, comida, juegos, enfermedades, sexo... En esta cultura la sensualidad no se centra en los genitales ni es dominio exclusivo de la heterosexualidad adulta. Ellos no erotizan ni sexualizan su sensualidad: sensualizan la vida en común. No distinguen la sensualidad de otros placeres corporales, todos los distintos placeres corporales son simplemente "bienestar" en su vida común. Por ejemplo un huaorani no distingue entre el placer del coito y el placer que obtiene un niño cuando mama la leche materna. Para ellos su sensualidad es decir "que bien vivimos todos juntos". La vinculación sensual, como el compartir comida, despliega un aspecto del placer de vivir en compañía. Todos participan en el bienestar de todos, a más tiempo juntos, más iguales se hacen.
Por eso no existe para esta cultura una noción semejante a nuestro concepto de sexualidad, ni categorizaciones que distingan unos comportamientos sexuales de otros, incluso para aquellos en que participan niños, jóvenes y adultos. Tampoco es significativa, en su construcción de los géneros la atracción sexual entre hombres y mujeres.
Sin embargo, los huaoranis llevan a cabo prácticas que otras culturas calificarían de sexuales, tanto homo como heterosexuales. Simplemente, al no existir en su cultura la noción central de heterosexualidad, no se dan las correspondientes construcciones culturales de homosexualidad ni bisexualidad.
La necesidad de confortabilidad y de contacto físico no se interpreta como sexual, y el deseo de afecto no se toma como deseo de sexo.
Es muy difícil de entender dentro de la mentalidad occidental el que haya personas que no eroticen las relaciones íntimas, máxime cuando en nuestra cultura la sexualidad está en la base de casi todas las relaciones de poder. La sexualidad entre los huaoranis no se utiliza nunca entre los miembros para establecer diferenciales de poder o para transgredir normas sociales. Para ellos el placer sensual o el bienestar promiscuo, es simplemente un modo de materializar la economía compartida de la casa larga.
Es muy difícil de entender dentro de la mentalidad occidental el que haya personas que no eroticen las relaciones íntimas, máxime cuando en nuestra cultura la sexualidad está en la base de casi todas las relaciones de poder. La sexualidad entre los huaoranis no se utiliza nunca entre los miembros para establecer diferenciales de poder o para transgredir normas sociales. Para ellos el placer sensual o el bienestar promiscuo, es simplemente un modo de materializar la economía compartida de la casa larga.
El que no sexualicen su vida no quiere decir que este pueblo desconozca o no valore las relaciones sexuales. La sexualidad referida a relaciones íntimas entre sexos no existe como tal, pero existe la sexualidad que se centra en la reproducción. Los huaorani saben que el sexo es necesario para perpetuarse y por tanto toda su sexualidad va dirigida a fines reproductivos. Para ellos hacer sexo es simplemente dos personas (hombre y mujer) realizando el coito en una hamaca, con fines reproductivos. Como es difícil que una mujer se quede embarazada en el primer coito, todos deben contribuir a la creación de niños, de ahí que no sea raro que varios hombres pasen por la misma hamaca de una mujer. Repetir las relaciones sexuales se considera necesario para que una mujer quede embarazada y para que el feto crezca.
Tener niños no se considera un subproducto del placer sexual, sino un premio en sí mismo, ya que la condición de adultos tiene que ver con el apareamiento y con el dar vida a los hijos. La sexualidad reproductiva crea nexos físicos, espirituales y sociales entre mujer y hombre y un niño pequeño fruto de su cópula, y este nexo no es ni más ni menos social que el resto de los vínculos a traves de los placeres corporales como el comer, dormir...
Su vida social se caracteriza por la ausencia de jerarquías y por la repartición natural de tareas. A pesar de los diferentes papeles relacionados con el sexo, se puede observar que la igualdad entre hombre y mujer es un rasgo determinante de los huaorani..Matar y guerrear no está bien visto: tiende a romper los grupos domésticos. Los hombres no ejercen violencia contra las mujeres y sus agresiones nunca se expresan sexualmente. La socialidad, la vida agradable y la creación de comunidades se construye a través de la participación diaria considerando el potencial humano como desarrollo que se afirma contra la inhumanidad de la predación y la muerte violenta.
Cuentan que había un ceibo enorme que cuando se cayó se creó toda la amazonía y los waoranis, por eso nosotros somos parte del bosque y sabemos vivir con él.
Antiguamente nuestros abuelos caminaban por todo nuestro territorio protegiéndolo en sus límites y enseñándonos los caminos, los ríos y los lugares donde están enterrados nuestros antepasados. El padre puma era el sabio espiritual, adivino y curador que tenía toda la magia que guiaba a nuestro pueblo y nos daba el poder para ser guerreros y vivir en bosque. El poder de los padre pumas defiende nuestro territorio.
El territorio de mi pueblo tenía una extensión de alrededor de dos millones de hectáreas. Desde los años cincuenta las empresas petroleras y las iglesias iniciaron una división, ocupación de las tierras para extraer el petróleo.
Nuestro territorio era uno solo y no conocíamos el dinero y tampoco a las empresas petroleras, como no sabíamos lo que hacían les dejamos entrar. Algunas personas de mi pueblo empezaron a trabajar en las empresas porque ya no tenían territorio donde cazar y pescar, entonces debimos aprender a trabajar en los campamentos petroleros y empezamos a comprar comida y medicinas para curar las nuevas enfermedades.
A mi me contaron que cuando nosotros morimos nos convertimos nuevamente en animales del bosque, en jaguares y anacondas. Y cuando entran las petroleras y las iglesias destruyen todo, acabando con nuestros espíritus y nuestros ancestros, cambiando nuestra cultura y tradiciones.
Yo tenía un año cuando los misioneros evangélicos llevaron a mi familia a vivir al protectorado donde habían reducido a casi todo mi pueblo. La mayoría mi familia murió cuando llegamos al protectorado porque no teníamos vacunas para las nuevas enfermedades que nos habían contagiado los religiosos.
Desde que llegaron los misioneros trataron de acabar con nuestras creencias, y nuestras tradiciones casi desaparecieron. Luego las empresas petroleras ingresaron a nuestras tierras contaminando y destruyendo la tierra. Los viejos fueron obligados a olvidar sus poderes y los jóvenes aprendieron a ser empleados de las empresas que los utiliza como guías y peones.
Desde entonces es que mi pueblo viene sufriendo la presencia de invasores y extraños que nos han conducido a la desaparición de nuestra cultura y nuestro territorio. Cuando nos dimos cuenta, nuestras tierras estaban ocupadas y las familias dividas, entonces tratamos de recuperar nuestro territorio para volver a vivir como nos enseñaron nuestros abuelos.
En varias ocasiones hemos tratado de luchar juntos pero las empresas petroleras a través de sus ofrecimientos, mentiras y convenios ilegales han logrado dividir nuestro territorio con sus carreteras y acuerdos firmados con otros miembros de mi pueblo que tienen necesidades para curar sus enfermedades y comprar alimentos.
Actualmente existen siete empresas petroleras que contaminan y destruyen el bosque en el que vivimos. La empresa Petrobel, opera en el campo Tiwino y ha provocado derrames de petróleo. La compañía Perenco construyó una nueva carretera, esta perforando nuevos pozos y explotando petróleo en nuestras comunidades sin informar a nuestra organización sobre sus actividades. Repsol YPF utiliza la carretera que construyó la empresa Maxus dentro del Parque Nacional Yasuní y está explotando petróleo desde hace diez años; tiene un convenio con nuestra organización que ha creado mucha dependencia de las comunidades a la empresa, el año pasado las comunidades que viven cerca a la Repsol hicieron un paro que fue duramente reprimido por policías y militares. La empresa brasileña Petrobras quiere reiniciar los trabajos de explotación de petróleo en nuestro territorio.
Tengo muchas historias e ideas que contarles pero este espacio es muy pequeño para la larga historia de mi pueblo. Pero nosotros seguiremos viviendo en el bosque y no nos dejaremos callar. Mis abuelos eran fuertes guerreros que no dejaron entrar a los extraños , pero ahora yo soy amigo de otros pueblos y quiero que luchemos juntos para proteger mi territorio y el de mis hermanos Tagaeiri – Taromenane que viven en libertad y sin contacto con esta civilización.
Atentamente,
Moi Enomenga*
*Es mi nombre que en mi lengua significa Sueño, Espíritu, Viento.
A mi me contaron que cuando nosotros morimos nos convertimos nuevamente en animales del bosque, en jaguares y anacondas. Y cuando entran las petroleras y las iglesias destruyen todo, acabando con nuestros espíritus y nuestros ancestros, cambiando nuestra cultura y tradiciones.
Yo tenía un año cuando los misioneros evangélicos llevaron a mi familia a vivir al protectorado donde habían reducido a casi todo mi pueblo. La mayoría mi familia murió cuando llegamos al protectorado porque no teníamos vacunas para las nuevas enfermedades que nos habían contagiado los religiosos.
Desde que llegaron los misioneros trataron de acabar con nuestras creencias, y nuestras tradiciones casi desaparecieron. Luego las empresas petroleras ingresaron a nuestras tierras contaminando y destruyendo la tierra. Los viejos fueron obligados a olvidar sus poderes y los jóvenes aprendieron a ser empleados de las empresas que los utiliza como guías y peones.
Desde entonces es que mi pueblo viene sufriendo la presencia de invasores y extraños que nos han conducido a la desaparición de nuestra cultura y nuestro territorio. Cuando nos dimos cuenta, nuestras tierras estaban ocupadas y las familias dividas, entonces tratamos de recuperar nuestro territorio para volver a vivir como nos enseñaron nuestros abuelos.
En varias ocasiones hemos tratado de luchar juntos pero las empresas petroleras a través de sus ofrecimientos, mentiras y convenios ilegales han logrado dividir nuestro territorio con sus carreteras y acuerdos firmados con otros miembros de mi pueblo que tienen necesidades para curar sus enfermedades y comprar alimentos.
Actualmente existen siete empresas petroleras que contaminan y destruyen el bosque en el que vivimos. La empresa Petrobel, opera en el campo Tiwino y ha provocado derrames de petróleo. La compañía Perenco construyó una nueva carretera, esta perforando nuevos pozos y explotando petróleo en nuestras comunidades sin informar a nuestra organización sobre sus actividades. Repsol YPF utiliza la carretera que construyó la empresa Maxus dentro del Parque Nacional Yasuní y está explotando petróleo desde hace diez años; tiene un convenio con nuestra organización que ha creado mucha dependencia de las comunidades a la empresa, el año pasado las comunidades que viven cerca a la Repsol hicieron un paro que fue duramente reprimido por policías y militares. La empresa brasileña Petrobras quiere reiniciar los trabajos de explotación de petróleo en nuestro territorio.
Tengo muchas historias e ideas que contarles pero este espacio es muy pequeño para la larga historia de mi pueblo. Pero nosotros seguiremos viviendo en el bosque y no nos dejaremos callar. Mis abuelos eran fuertes guerreros que no dejaron entrar a los extraños , pero ahora yo soy amigo de otros pueblos y quiero que luchemos juntos para proteger mi territorio y el de mis hermanos Tagaeiri – Taromenane que viven en libertad y sin contacto con esta civilización.
Atentamente,
Moi Enomenga*
*Es mi nombre que en mi lengua significa Sueño, Espíritu, Viento.
Fuentes:
Rival, Laura; Slater, Don y Miller, Daniel (1999). "Sexo y sociabilidad. Etnografías comparativas de objetivación sexual". (Reproductividad sensual en el Amazonas: "dos haciendo", sexo entre los huaorani).
0 comments:
Post a Comment